LEMURIA EL CONTINENTE EVASIVO Un periodista que viajaba hacia Portland, Oregón, vio unas curiosas luces rojas y verdes en el monte Shasta, de California; le dijeron que éstas eran «lemurianos celebrando ceremonias». Así escribía Edward Lanser en un artículo publicado en Los Angeles Times Star del 22 de mayo de 1932. Con la esperanza de obtener un nuevo reportaje, Lanser se desplazó al monte Shasta, y en el poblado de Weed encontró a otras personas que también habían reparado en las luces. Además, oyó comentarios sobre una «aldea mística» en las laderas del monte, de donde nadie que se hubiese atrevido a acercarse había regresado. Un «eminente científico», el profesor Edgar Lucin Larkm, había observado asimismo la aldea con ayuda de un potente telescopio. Los lemurianos eran «hombres altos, de aspecto noble y pies desnudos, con el pelo cortado al rape y vestidos con inmacula¬das túnicas blancas». Los ceremoniales con luces se celebraban en recuerdo de su perdida tierra natal, Lemuria. Llevaban varios miles de años viviendo en América del Norte y habían pasado inadvertidos gracias al «poder secreto de los maestros ti-betanos», que les permitía confundirse con el entorno y desaparecer de la vista a voluntad. Su aldea estaba defendida contra los intrusos por una barrera invisible. Los investigadores posteriores no encontraron siquiera rastro de lemurianos en el monte Shasta; y Larkin era en realidad un ocultista que dirigía el observatorio del monte Lowe como atracción turística. Había fallecido en 1924 y no podía desmentir las afirmaciones de Lanser: Resulta indudable que la comunidad de Lanser se había inspirado en Habitantes de dos pla¬netas, una novela ocultista publicada en 1894 por «Phylos el Tibetano», alias de Frederick Spencer Oliver. En esta obra, el monte Shasta sirve de retiro a una comunidad de sabios, fundada para preservar la sabiduría antigua. http://img297.*************/img297/1092/map1vi.jpg Los orígenes de Lemuria La publicación en 1859 de El origen de las especies, del naturalista Charles Darwin, había puesto a los científicos en un aprieto. Si las especies similares habían evolucionado a partir de un antepasado común, ¿cómo podían explicarse criaturas como el lémur, que vive principalmente en la isla de Madagascar —más unos pocos ejemplares en la zona vecina de África—, pero que también se encuentra en la India y el archipiélago malayo, y en ningún otro lugar? Otras especies de la flora y la fauna planteaban el mismo interrogante: ¿cómo pudieron cruzar el océano Indico? La respuesta obvia remitía a un puente de tierra. Los geólogos se sumaron al debate señalando la similitud entre ciertas rocas y fósiles de la India central y del sur de África... y así nació un nuevo continente, que habría vinculado África con la India y donde habría comenzado la evolución del lémur. El zoólogo inglés Philip Sclater propuso un nombre para este hipotético continente: Lemuria. La teoría evolutiva de Darwin implicaba que la especie humana descendía de algún simio, pero no se habían encontrado fósiles que así lo demostraran. Él naturalista alemán Ernst Haeckel recurrió a Lemuria como posible cuna de la humanidad: los fósiles exigidos por la demostración se habrían hundido en el mar con la totalidad del continente. En la actualidad, los científicos no tienen necesidad de Lemuria porque han surgido otras teorias, como la de la deriva continental, para explicar la distribución de los lémures y la coincidencia de estratos geológicos entre África y la India. E incluso, si Lemuria hubiera existido, habría quedado sumergida millones de años antes de que evolucionaran los primitivos homínidos. No obstante, la idea de un continente perdido que fuera cuna de la humanidad resultó irresistible para muchos ocultistas. ¿Qué era Lemuria para los ocultistas? A múdame Blavatsky (1831-1891), fundadora de la teosofía, hay quienes la consideran una gran mística, y otros, una extravagante charlatana. Pero nadie pone en duda su gran poder de imaginación. En su vertiginosa carrera, de caballista en un circo a médium espiritista, adquirió un conocimiento rudimentario de la magia occidental y la filosofía oriental; y recogió, además, la teoría de Lemuria. La Blavatsky aseguraba haber recorrido el mundo en busca de la sabiduría oculta, que encontró finalmente en el Tibet en poder de mahatmas, que, según ella, dominaban el mundo por medio del envío de corrientes de fuerza oculta. Los numerosos volúmenes complicados y, para algunos, confusos, de su magna obra La doctrina secreta pretendían basarse en El libro de Dzyan, un antiguo texto atlante que los mahatmas le habían enseñado durante un trance. La doctrina secreta explicaba la evolución de la humanidad a través de siete razas raíces, la tercera de las cuales fue la de los lemurianos, que vivieron en un continente que ocupaba la mayor parte del hemisferio sur. Eran criaturas gigantes y simiescas; algunos tenían cuatro brazos, y otros, un tercer ojo en la nuca. Carecían de lenguaje pero eran telépatas. Con el tiempo, Lemuria se hundió, sucediéndole la Atlántida y luego el mundo que hoy conocemos. Según los ocultistas, aún sobreviven algunos descendientes de los lemurianos: los hotentotes, los papuas y los aborígenes australianos. Tras la muerte de la Blavatsky, otros teósofos elaboraron un panorama más detallado. En su Historia de la Atlántida y la perdida Lemuria, William Scott-Elliott afirma que los lemurianos medían casi 4,5 m y tenían la piel castaña, el rostro plano, escasa frente y mandíbulas prognatas; sus ojos estaban tan separados entre sí que también podían ver de lado, como las aves, y no sólo de frente; y lo más curioso de todo: los talones les sobresalían a tal punto que podían desplazarse hacia atrás con tanta eficacia como hacia adelante. En un principio, los lemurianos eran hermafroditas que ponían huevos, pero con el tiempo comenzaron a reproducirse al modo de los humanos. Cuando se cruzaron con animales y engendraron monos, los seres sobrenaturales que les prestaban ayuda en su evolución se negaron a ello. Tales seres se vieron sustituidos por los «señores de la Llama», procedentes de Venus, que facilitaron a los lemurianos la adquisición de la inmortalidad y la reencarnación. Pero precisamente entonces, Lemuria se hundió en el océano. No es de extrañar que estas extravagantes ideas fueran incorporadas a las Crónicas marcianas de Ray Bradbury. En tanto, otros ocultistas trasladaban ya Lemuria al océano Pacífico, donde contribuyó a la teoría del continente perdido de Mu, propuesta por el estadounidense James Churchward para encontrar explicación a la erección de las estatuas de la isla de Pascua y a la de la ciudad en ruinas de Nan Matol, en las islas Carolinas. Pero éstos son lugares remotos, y el monte Shasta sigue siendo el punto clave de los buscadores de Lemuria. http://img709.*************/img709/5060/map2w.jpg Como Inscribir MU en el mapa. En las decadas de 1920 y 1930, el angloestadounidense James Churchward escribió una serie de libros en torno a la historia del continente perdido de Mu. Su mapa presenta a Mu ocupando gran parte de Polinesia, incluyendo Hawai y la Isla de Pascua. Churchward opinaba que Mu había desaparecido bajo las olas hace unos 13.000 años. dejando como unico vestigio las miríadas de islas Polinesia. NOTA: TENGO ABSOLUTAMENTE CLARO QUE ESTE TEMA YA ESTABA, PERO UN POCO DE COMPLEMENTO, NO LE VIENE MAL A NADIE. Saludos !
Hay teorias un poco descabelladas en torno a lemuria. Creo que la historia de la atlantida es mas factible que haya sucedido e incluso hay mas datos historicos que apoyan esta última como es el relato de platón. De todas maneras se agradece la info. Esta muy buena
quizas qe fumaba platon.. pero en fin.. en cuanto a lo relatado no tenia ni idea. wen aporte, algo distinto.