Solía ser una cruda madrugada de invierno llevaba muchos días sin que cayera gota alguna de agua, sin embargo la humedad de la tierra levantaba una espesa neblina, que junto con el ambiente el frio hacia calarte en los huesos linares, ciudad alejada desde la carretera y que con esas condiciones producía que el trayecto fuese espeluznante, tétrico, se solía escuchar el susurro de la noche y el paso de los árboles que sólo sabías que estaban allí una vez que tu infinidad estuviese a poca distancia de ellos, casi acariciándolos con el cuerpo. la tenue luz que te acompañaba sólo hacía aparecer sombras rondando el lugar y caminando junto contigo al son de los pasos al son de tu respiración pero que al mirar hacia ellos desaparecían de la vista, como jugando contigo, como escondiéndose, y como queriendo acompañarte a tu destino aquél día había fallecido el padre de Juan sólo encontró un bus que lo dejaría en la carretera, en el cruce de linares era una cruda madrugada de invierno y evocó sus recuerdos de niñez aquellos trayectos en bicicleta junto a su hermano, víctima de la crueldad de la vida, su cabeza había sido reventada por un camión recordó a su derecha aquella casa que aquél fatídico día visitó, aquella casa abandonada, construida de madera y que al soplar el viento rechinaba como si hablará maldiciendo con odio a todo aquél que se acercasé, cerró sus ojos y dio un suspiro, aquella casa y su mal aura, los cuentos de brujos y la existencia de demonios aquél ser bajo, de dientes puntiagudos y mirada diabólica que empujó a su hermano, lo había olvidado hasta hoy, había olvidado también la visita a aquella casa y el juego con aquella maldita tabla. Entre sus risas y curiosidad de la niñez hablaban de bael, astaroth. Dio un nuevo suspiro y un estremecimiento recorrió su ser, recordó aquél eco de una voz chillona diciendo recuerda, también morirás su piel se puso de gallina. Bajo del bus y sintió que algo andaba mal, un escalofrío hizo tiritar su cuerpo, soplo entre sus manos para darles calor puso la mochila en su hombro, miró como se alejaba lentamente las luces de aquél coche, observó al cielo y comenzó a caminar lentamente Su acompañante era el miedo que a cada paso lo hacía pensar que si llegaría a su destino, sentía revolotear unas alas, la noche se hacía más oscura y la niebla más espesa apuró el tranco, unos pasos se escucharon viniendo de su espalda, dio la vuelta, pero no había nada, se apronto a seguir y fue entonces q al dar la vuelta una sombra quedó parada frente a él esbozo una cara de terror, sus párpados se cerraron y por un segundo de ese abrir y cerrar de ojos aquella sombra ya no existía. Sin embargo, ese temor q sentía pensó que no desaparecería sino hasta llegar ya a la ciudad, pero algo andaba mal retomó su marcha creyendo que todo era nada más que un cruel sueño y sin darse cuenta su andar lo llevó hasta aquella casa, roñosa rodeada por pasto y árboles, el aullido de un perro y su lamento, la niebla y el susurro de la noche sólo quiso correr. Y corrió y corrió, y le hablaban las hojas y le hablaba el viento. Paró para tomar aliento y sólo para darse cuenta que aquella casa aún estaba a su derecha. Entonces, la voz chillona, aquella voz q estaba en lo más profundo de su subconsciente y de sus temores, le dijo todo está perdido, todo lo está y ya no hay salida, estúpido y arrogante ser . La muerte anunciada lo hizo tener aquél sentimiento mas terrorífico que se pudiese imaginar, su desesperación lo hizo llorar y gritarle al mundo y a la existencia que le ayudase, pero no obtuvo respuesta alguna, no había nadie nadie. Se puso de pie y con las fuerzas que le quedaba volvió a correr, se sentía cansado sus piernas se hacía más pesadas, el grito de las aves en su cabeza no lo dejaban pensar los lamentos de los perros lo hacía temblar más y más el murmullo de las voces lo hacía mirar hacia todos lados, pero la espesa neblina no lo dejaba distinguir nada solamente aquella casa y el sauce que estaba a su costado entendió la indirecta Se acercó con paso sigiloso a aquella casa, el pasto y las plantas y las paredes y las tablas y los árboles y el sauce le hablaban, sin entender nada sólo una voz distinguió, la de su hermano estaba junto al sauce que le decía es la hora, tu alma descansará, con su mano señalo a una cuerda Comprendió todo, era necesario entregar su alma tomó la soga, y la ató a una de las ramas de aquel árbol, se sentó por unos segundos aún oía las voces recordó sus buenos momentos y los malos, pensó en todas las personas que lo conocieron y a otros tantos que extrañaría. De sus ojos cayeron unas gotas de lágrimas y su garganta se llenó de nudos. Aquella noche oscura y brumosa sería testigo de su muerte, se levantó y colocó la soga entre su cuello y comenzó a colgarse escuchaba las maldiciones de la casa del sauce de la imagen de su hermano y vio como lentamente se convertía en duende y muchos de ellos comenzaron a aparecer. En sus ojos sólo añoraban días diferentes y la desesperación se transformó en serenidad aunque solamente por un momento las voces de estos seres sólo exclamaban que despedazarían su cuerpo, aquél cuerpo colgado en aquella madrugada de invierno, devorado por demonios quienes zacearon sus ansias de odio y perversidad hasta que la noche se alejó lentamente sin dejar rastro alguno de lo ocurrido y que al igual que aquella vida la de su hermano, no sería más que sólo un recuerdo olvidado FIN
Buen relato aunqe con correcciones de ortrografía qedaría impeque Me metió en la historia, muy descriptivo, gracias nifel!