El plan perfecto - Parte 1

Este es mi primer post, siempre habia tenido ganas de escribir pero nunca me di el tiempo, espero les guste.

Esta es la primera parte, aunque no hay erotismo aca se presenta la base del desenlace posterior.



El Plan Perfecto - Parte 1


Puta que odiaba esa ciudad, pero bueno, la pega es pega y si tuve que irme a la capital fue exclusivamente porque acá no habían tantas oportunidades laborales; Cada mañana lo mismo, no podía acostumbrarme a ese genial sistema de transporte que todos ya conocen, pero ahí estaba ella, siempre dedicaba unos minutos a admirarla, sus botas altas, un pantalón ceñido que marcaba su figura, un trasero de ensueño que me hacia soñar con el resto de su cuerpo, digo soñar, porque el resto de su uniforme y el chaleco reflectante no me dejaban ver mas, pero cada mañana, el movimiento de sus manos bajo esos guantes blancos, el rojo intenso de sus labios me hacían olvidar las perrerias que cada día un sureño como yo debía pasar.

Como habrán adivinado era una paquita, me tenia loco, jamás le había visto el rostro, solo sus labios pintados de un rojo intenso y ese trasero que me tenia a mil, me alegraba al despertar saber que la vería, aunque fuese por unos minutos (increíblemente el bus que tomaba no demoraba mucho en pasar), durante el día mientras realizaba mis labores en el estudio jurídico en el que trabajaba pensaba en como poder abordarla, era imposible hablarle durante la mañana, una porque no tenia mucho tiempo y lo otro porque ella realmente no podía sacarle el ojo al transito.

Dos semanas pasaron hasta que se me ocurrió una genial idea de cómo abordarla, confieso que debe haber sido la idea más estupida en la historia de la humanidad, pero estaba desesperado, pero algo debía hacer. Esa mañana me levante como de costumbre, me tome un café bien cargado para despertar y envalentonarme, ya que cualquier descuido en mi plan podría costarme la vida (no es una exageración), llegue a la dichosa esquina, ahí estaba ella como siempre, no se si fue que mis sentidos estaban mas alertas, pero casi podía sentir el aroma de su piel. Ya estaba por pasar mi bus, la fase uno del plan empezaba, necesitaba tomar medidas drásticas, calcule la velocidad y distancia a la que venia la micro, me encomendé a todos los santos y di un par de pasos sobre el paso de cebra, el rechinar de los neumáticos en el pavimento me avisaban que mi plan estaba funcionando, la micro alcanzo a frenar a unos 20 centímetros de mi, en ese instante aproveche de saltar contra la micro simulando que me atropellaba (les dije que la idea era estupida) pero ahí estaba yo, en el suelo, la gente mirando y ella, arrodillada a mi lado.

Joven, ¿se encuentra bien?

Por fin escuchaba su angelical voz y sus hermosos y grandes ojos no dejaban de mirarme.

Si creo - le conteste - no alcanzo a darme de lleno.

Técnicamente yo había chocado a la micro.

De todas maneras llamare a una ambulancia.

A todo esto en chofer de la micro estaba blanco, pobre hombre casi se muere de la impresión, escuchaba que le decía a mi paquita que yo me había atravesado, que no era su culpa, que la gente anda como loca por la calle (como si ellos no lo hicieran), que debía seguir con el recorrido, que la gente, que los tiempos, etc, etc.

No habían pasado ni dos minutos, pero ya había llegado una pareja de pacos en moto, quienes normalizaron el transito, yo estaba aun en el piso junto a mi paquita que se había sacado los guantes y con una mano sujetaba la mías y con la otra me acariciaba la cabeza, aprovecho ella de darme un sermón de educación vial, no recuerdo lo que me dijo, solo sentía que sus palabras eran música en mis oídos.

Llegó la ambulancia, los paramédicos me inmovilizaron y me subieron a la ambulancia, a esas alturas mi plan había dado resultados, pero pensaba que me había extralimitado, iba de camino al hospital sin tener ni un rasguño.

En el hospital me llevaron a un box, el medico confirmo que no habían contusiones de gravedad, solo un par de golpes, que guardara reposo, nuevamente recibí otro sermón de educación vial, apenas termino de escribir la licencia se la saque de las manos de un tirón y le di las gracias, ya mi broma había llegado demasiado lejos, al salir al hall de acceso al hospital la veo a ella conversando con otro carabinero, me quede congelado, pensé que realmente me había pegado en la cabeza y estaba alucinando, ¿Qué hacia ahí?, se me acerco, pude apreciar su hermosa cabellera castaña, sus ojos me escaneaban como buscando mis heridas.

Joven, ¿Cómo se encuentra?, me dijo.

Bien, bien gracias, al parecer no fue nada, ¿Pero usted que hace acá?

Me sentí responsable por lo que paso, quería saber de su estado de salud, además debo realizar el parte policial.

Conversamos un rato respecto al “accidente”, me comento que esa esquina era muy peligrosa, por eso habían determinado colocar a un oficial para regular el transito, no se si fue mi sex appeal o su sentimiento de culpa (me inclino por lo ultimo) lo que hizo que se comportara muy amable conmigo, le conté que hace poco que me encontraba trabajando acá que era del sur, resulto que ella también era del sur de una ciudad cercana a la mía, ya se había roto el hielo, me pregunto mis datos personales, aproveche de preguntarle su nombre: “Angélica”, lindo nombre le dije, a lo que ella sonrío mientras anotaba dándome las gracias.

Bueno, era el ahora o nunca:

Angélica - le dije - ¿Cómo debo hacerlo en el trabajo, no quiero tener problemas por llegar tarde?

No se preocupe, presenta este parte policial eso explica lo sucedido.

Gracias, Pero disculpa que insista, ¿Puedes acompañarme? Mi jefe es malas pulgas y no me va a creer (obviamente era mentira, mi jefe es un pan de Dios)

Me quedo mirando por un par de segundos, yo pensaba, esta bien, fui muy lejos con lo último, pero debía jugármela.

No puedo hacer eso – me dijo – pero si tiene problemas se que ”encontrara” la forma de resolverlo. Buenos días.

Buenos días, le dije.

Ella se dio media vuelta y camino hacia donde estaba el otro carabinero.

Mi plan había resultado, no morí, sentí sus manos, ví sus ojos, supe su nombre, pero me quedo una sensación rara, podría haber aprovechado mas la situación, pero al parecer se molesto con lo ultimo que le dije.

Me dirigía a la puerta del hospital, pensando en la locura de esa mañana cuando escucho mi nombre:

¡Sebastian!

Me doy vuelta y la veo a ella que se me acerca.

Toma, vas a necesitar esto.

Era el dichoso parte

Gracias – atine a decir

De nada, nos vemos pronto, ah y cuidado por donde caminas.

No se que cara habré puesto, ella subió a la patrulla junto al otro carabinero, me sonrío y se fueron.

Fui hasta el paradero, hice parar la micro, instintivamente me preocupe de no estar pisando el paso de cebra, me reí y subí a la micro, estaba en eso pensando en que explicaciones iba a dar a mi jefe, aun no lo llamaba por teléfono, pensaba en Angélica y en lo arriesgado de mi plan, hasta ahí no me había dado cuenta, pero me había llamado por mi nombre, sonreí nuevamente, mi plan no había salido tan mal después de todo, a la mañana siguiente la vería nuevamente.

Cuál sería mi sorpresa, al otro día Angélica no estaba, en su reemplazo otro carabinero que parecía tenia quince años dirigía el transito, pensé en preguntarle si sabia algo de ella, pero me arrepentí.

Mientras iba en la micro me imaginaba mil cosas, la dieron de baja, la trasladaron, la castigaron, etc., inconcientemente leía por enésima vez el parte policial… el día… a las… entre las intersecciones de… cruzo intempestivamente la calzada…. siendo impactado por un bus…. no sufriendo lesiones de consideración…

Doble el documento para guardarlo cuando me fijé que en el reverso había algo escrito, dos letras seguidas de ocho números, me sobresalte, sin duda las dos letras correspondían a sus iniciales “AE” Angélica Escobar (había leído su apellido en su uniforme) y los ocho números debían ser los de su celular, ahora entendí por que me dijo que “encontraría” la forma de resolverlo.

Contuve mis deseos de tomar el teléfono y llamarla, lo hare en la tarde, puede estar trabajando a esta hora, además no quiero que note mi emoción.

Sin considerar la cantidad de pendientes que me habían quedado del día anterior, esa mañana se me hizo eterna, practicaba mentalmente lo que le diría, me sentía como un niño. Finalmente en casa, algo más relajado pero no menos nervioso, tome el teléfono, marque los números.

El tono de marcado del teléfono me confirmo que el numero existía, sonó un par de segundos….









Espero les haya gustado esta primera parte

Bueno portalianas y portalianos... mas tarde subo el resto del ralato.

Saludos

 

no lo dude, se viene con tuti