Este vídeo es un gran ejemplo: en primera instancia uno jura que está presenciando una escena explícita de porno, pero todo se torna cómicamente otra cosa: simulacros lúbricos. ¿Es que nuestra mente ya tiende a la pornificación de la realidad, o es que las escenas son completamente sugerentes? ¿Alguien con un poco de inocencia visual podría pensar otra cosa? <font size="4"><font color="#00ff00" face="arial">