Mi incursión con Esmeralda

Tema en 'Relatos Eróticos' iniciado por Cain_lt, 7 Abr 2024.

  1. Cain_lt

    Cain_lt Usuario Nuevo nvl. 1
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    ¿Así es que te gusta el sexting todo el día? – me preguntaste entrando en la oficina. Me quedé perplejo con tu pregunta, pero más allá de la pregunta, que es totalmente cierto, era que venía de ti, enfundada en un vestido ajustado que dejaba ver tus muslos contorneados, tus caderas, tu culo redondo y firme (siempre he querido tomarlo en mis manos y apretarlo), y un escote que dejaba ver el monte de tus pechos redondos y contorneados, tu piel canela exquisita y suave, tu aroma, tu perfume, sólo verte y esa pregunta me excitaba, más aún considerando que más de una vez había fantaseado contigo y mis manos en tu cuerpo. En fin.

    ¿Perdón? – Pregunté simulando no entender de qué hablabas – ¡De esto!, ya sé que eres tú – me dijiste mientras acercabas tu celular a mi escritorio, lo dejaste encima y cerraste la puerta. Te acercaste a mí y hablándome al oído apretaste mi entrepierna firme, pero sin dañar, estimulando muy consciente.

    Me gusta saber que sexteas todo el día, ahora quiero que pienses en mí y estés caliente por esto – tomaste mi mano y la pusiste en tus muslos y trasero – Y al final del día me llevarás donde desees, leí todo lo que escribes y me tienes muy caliente, quiero que me comas tal como escribes en esa página – Apreté sus nalgas bajo el vestido y estaban firmes como siempre soñé, mi erección se hizo más latente y ella gimió al sentir cómo me excitaba junto a caricias para estimular mi miembro caliente y duro a estas alturas; eso me provocó aún más y no pude evitar llevar mis dedos entre sus nalgas, bajé cuidadosamente por la tela de su tanga hasta rozar los que serían sus labios vaginales, su gemido en mi oído no se hizo esperar y se estremeció en mis dedos. Me dio un beso en la mejilla y se incorporó acomodando su vestido al salir – ¡Te envío la cita para que abordes ese tema! – dijo en voz alta, pero disimulando para camuflar lo recién sucedido.

    Todo el día estuve pensando en ti, con una erección que sólo a ratos podía disimularse, jamás había estado tantas horas sólo sentado en mi escritorio sin recorrer la oficina. La idea de que alguna mujer de la oficina se diera cuenta de mi paquete me ponía en aprietos. El día y la tarde transcurrieron normales, esperando que pasaran las horas, pero el ajetreo y las reuniones hicieron lo suyo. 17:55 y mi celular vibra, un mensaje muy específico “Te espero en el estacionamiento a las 18:15”. Eso hizo que me calentara y recordara la situación de la mañana, tu piel en mis manos, haber sentido su suavidad, su aroma y acercar mis dedos a tu intimidad haciendo que gimieras muy exquisito, sabiendo perfecto que te deseo y las ideas que quizás leíste y muchas veces inspiraste. 18:05 y me paro de mi puesto, tomo la chaqueta en el brazo y la cuelgo para tapar mi entrepierna y no incomodar ni incomodarme. Llego al estacionamiento y estás ahí, caminas junto a mi hacia el auto.

    Abro la puerta del copiloto y me das la espalda apoyándote en el auto, mi cuerpo chocó contigo, mi entrepierna con tu trasero redondo y mi notable erección entre tus nalgas, te abrazo por la cintura y acerco mi nariz a tu cuello, quiero sentir tu aroma de cerca, respiro profundo, pero despacio para grabarme tu olor, y puedas sientas mi respiración deseosa en tu nuca y cuello, beso tu cuello mientras mi cadera empuja contra la tuya, que opone resistencia, y podemos sentir nuestros cuerpos a la perfección tal como nos deseamos, animales, salvajes y sin control. Subes al auto luego de un beso en tu mejilla, casi en la comisura de tus labios, sonríes al subir y miras hacia arriba coqueta mientras cierro la puerta del auto cuando ya abordaste. A ratos no creo lo que sucede, mi corazón late a mil, recordando cada segunda cerca de ti, tu aroma, tu piel, tu calor, tu figura, todo, todo de ti me excita.

    Llegamos a la habitación del hotel, la reserva era específica y nadie nos molestaría, un sofá del amor, espumante, hielo, cremas y aceites para masajes, salsa de chocolate y algunas cosas para comer. Estaba todo dispuesto. Al entrar estaba iluminada tenuemente, muy íntimo, caminaste sobre segura hacia el sector del sillón y mientras lo hacías dejaste caer tu vestido a tus pies, una lencería negra de encaje cubría tu piel delicadamente, tu figura era más que suficiente para ser sexy y la ropa no era más que un adorno que lucía bien en ti, tú eras el centro de la habitación y de mi atención, la estela de tu perfume me jaló a caminar tras tus pasos, dejando atrás mi chaqueta, el cinturón y mis zapatos. Volteaste invitándome a ir tras de ti sobre ese sofá, apoyaste tu cuerpo sobre la parte más alta y reclinándote hacia adelante dejaste tu redondo trasero a mi merced. Acerqué mis manos a tu piel tibia, suave, color canela, te ves completamente exquisita.

    Comienzo a acariciar tu piel, tu cintura, subiendo despacio hacia tu espalda y tus hombros, beso tu espalda en medio, siguiendo el camino de tu columna, una piel suave y aromática, su color canela que me encanta y cómo se eriza al sentir el roce de mis labios. Acerco mi boca a tu nuca y te beso suave, mientras mi entrepierna a través de mi ropa se frota suave entre tus nalgas, mueves delicadamente tu cadera y empinas tu colita exquisita contra mi – ¿Me pensaste todo el día? – preguntas mirando hacia atrás muy coqueta y delicada mientras tomas mis manos y las llevas a tu cuello y hombros – Todo el día cosita, todo el día te pensé, me tuviste caliente imaginándote y deseándote – Acaricio tus hombros y doy masaje a tu cuerpo avanzando por tu cuello y tu nuca. Tomo uno de los hielos de la mesa y comienzo a recorrer tu nuca bajando muy despacio por tu espalda, siguiendo tu columna y besando el camino de pequeñas gotas que deja este juego.

    Abro tus piernas con mis pies, como si fuera un policía que va a registrarte, tomo tus caderas en mis manos y acaricio la piel descubierta de tus nalgas, avanzando hasta tus muslos y pantorrillas, mientras más abajo mis manos más cerca mi rostro de tu trasero, la tanguita a penas cubre tu piel y se esconde entre tus nalgas redondas y carnosas, acerco mi nariz y comienzo a oler tu aroma a hembra, a mujer exquisita que deseo. Apego mi nariz al encaje y recorro desde tu cintura hasta la zona que cubre tus labios vaginales, puedo sentir el calor en mi rostro y me calienta un montón; no puedo evitar lamer suavemente sobre la tela para sentir tu calor y sabor, la punta de mi lengua acaricia tus labios uno a uno y comienzas a gemir junto con la contracción de tus nalgas que aprietan mi cara y lengua; poco a poco casi empujas con fuerza tu tanguita y vagina sobre mi boca, aprieto tus nalgas y las abro para lamer más fuerte tus labios, tu perineo y hasta tu culito.

    Te quito la tanguita deslizándola hacia abajo y con mis dedos a través de tus piernas comienzo a dar pequeñas caricias en círculos sobre tus labios y el monte de tu clítoris, mientras mi lengua lame tu ano dulce y salado al mismo tiempo; tus manos abren tus nalgas para facilitar mi labor en tu esfínter que abre y cierra al roce de mi lengua. Las yemas de mis dedos ya sienten la humedad que emana de entre tus suaves labios, carnosos y exquisitos. Lentamente mis dedos presionan entre ellos, comienzo a penetrar lentamente sintiendo cómo la humedad de tus labios menores se acrecienta, tus paredes internas se contraen y dilatan abrazando mis dedos, mojándolos exquisitamente al mismo tiempo que gimes suavemente, un gemido suave pero extenso, muy excitante, que me desespera; empujo mis dedos hasta rozar tu cérvix y continuar con un suave y lento masaje en tu punto G con la yema de mis dedos y mi pulgar que roza tu culito en masajes circulares y firmes alrededor de sus bordes.

    Me pongo de pie nuevamente y te tomo de la mano, te levanto del sillón y me quito el pantalón, sólo quedo en bóxer y mi camisa junto a la corbata, me siento en el sillón en su curva baja, con mi espalda apoyada y te invito a sentarte sobre mí, obedeces sin dificultad y acomodas tu entrepierna sobre el tronco de mi verga dura y caliente. Lentamente comienzas a balancearte sobre mi y mis manos abrazan tu espalda mientras te beso, desabrocho tu sujetador y lo arranco de tu cuerpo lentamente, liberando tus pechos exquisitos, redondos y suaves, tus pezones redondos y con ese color exquisito que sobre sale del resto de tu piel me encanta. Los tomo en mis manos y junto con darles un masaje suave y lento comienzo a lamerlos y besarlos, beso la curva de su monte y mi lengua recorre la piel rozando tu pezón, para luego lamer de lleno cada uno de ellos de abajo hacia arriba, gimes suavemente al ritmo de mi lengua y los movimientos de tu entrepierna sobre mí.

    Puedo sentir cómo mojas con tus fluidos mi bóxer, sentirte así de excitada me encanta, el silencio en nuestros movimientos y sólo el sonido de nuestros cuerpos y gemidos. Tomo un par de hielos, uno en cada mano, y mientras con uno de ellos rodeo la aureola de tus pezones, con el otro recorro tu espalda de arriba abajo. Arqueas tu espalda excitada y desesperada por el contraste de tu piel caliente y el hielo frío que se derrite, dejando un hilo de agua fría que recorre tu espalda y llega hasta tus nalgas, penetrando tu intimidad más caliente, dando sensaciones de frío y calor que nos recorren a ambos. Suelto los hielos y tomo tus nalgas, las aprieto y jalándote contra mi miembro, muerdo uno de tus pezones, arrancándote un gemido largo y fuerte, reclamas de dolor, pero a la vez tu gemido dice lo mucho que te ha gustado, sentirte así de excitada me encanta y excita más.

    Aferrado a tus nalgas comienzo a lamer y chupar tus pezones, jalándolos con mis labios mientras mis dedos rozan tu culito ya dilatado y tu vagina se frota sin control contra mi bóxer ya empapado en tus fluidos y el agua del hielo que recorrió tu espalda. Gimes y jadeas desesperada, mi dedo índice se clava en tu esfínter y te desesperas aún más – Me vengo, me vengo, ¡ya no aguanto más! – alcanzas a gemir en mi oído antes de que tu cuerpo entero se estremeciera y tensionara, temblando con estertores que recorren todo tu ser, puedo sentir en mi entrepierna cómo tus fluidos escurren con el roce de tu cuerpo en el mío y tu culito que aprieta furioso mi dedo. Bajas el ritmo y apoyas tu cabeza en mi hombro, pero sin detener tus movimientos.

    Aprieto mi dedo dentro de ti y mi mano libre sujeta tu espalda para acelerar tu roce, comienzas a gemir sin control desde tus entrañas, un nuevo orgasmo te inunda y todo tu cuerpo se contorsiona sobre mí, gimiendo, jadeando y temblando de placer. Retiro lentamente mi dedo de tu culito y te abrazo para sentir tu respiración y corazón cómo salta acelerado. Te tomo en brazos y te llevo a la cama, hay algo que deseo hacer ahora mismo. Me desnudo por completo y ato tus manos con mi corbata por sobre tu cabeza. De rodillas entre tus piernas, las abro con mis manos en tus rodillas y comienzo a lamer tus labios mayores, están calientes, húmedos y rojos de la excitación y roce, quiero comerlos y mi lengua los recorre sin freno cada centímetro de ellos, por dentro y por fuera, lamiendo la entrada de tu vagina que libera tus fluidos y comienza nuevamente a palpitar antes el estímulo. Mi lengua juega en tu vulva y tus gemidos dan indicio del placer que sientes.

    Me pongo de rodillas a tu lado y tomando tu cabello guío tu cabeza hacia mí, sin decir nada abres tu boca y recibes el glande de mi verga con cariño y pasión, lamiéndolo y chupándolo, queriendo engullir el tronco del miembro que dispones frente a ti. Mis dedos comienzan un masaje en círculos sobre tu clítoris y labios, tus gemidos en medio de la felación cuentan el placer que te provoca estar así, ensartada por la boca y mis dedos estimulando tu zona más erógena y exquisita. Penetro tu vagina con mis dedos y jalo hacia arriba estimulando tu punto G y tu clítoris con la palma de mi mano. Tu boca se mueve a lo largo de mi pene y me excita demasiado cómo lo haces, la suavidad de tu boca y tus labios, cómo lo rasguñas con tus dientes suavemente.

    Gimes ahogada de placer y me estremeces, no puedo contenerlo y mi verga explota en tu boca lanzando mi leche caliente y espesa por la larga estimulación dentro de tu boca, te zafas de la corbata y tu mano masturba mi miembro para extraer cada gota de mi semen y lo succionas con pasión. Mis dedos se estremecen en tu vagina y te jalo más fuerte, gimes fuerte y me pides que no pare, comienzo a jalar más fuerte y rozar la entrada de tu vulva, tus labios y tu clítoris con mayor intensidad, te estremeces y lanzas un nuevo flujo desde tu interior, caliente y exquisito… temblamos y nos estremecemos juntos… caigo a tu lado completamente satisfecho y tu te acurrucas a mi lado llena de placer y satisfacción. Me encanta tu aroma, tu piel, toda tu, te deseo siempre así, plena de placer…
     
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  2. alteregocitadino

    alteregocitadino Usuario Casual nvl. 2
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    Buen relato mijo!

    te situa como el voyerista que esta ahi en el limbo de a ratos estar viendo la escena y otras escuchando viendo pero contandole la escena...

    Morboseo en 3 persona!
    Saludos :amigos: