Alexandra en casa

Tema en 'Relatos Eróticos' iniciado por Cain_lt, 3 Abr 2024.

  1. Cain_lt

    Cain_lt Usuario Nuevo nvl. 1
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    3 Abr 2024
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    Llegué a casa, se supone nos veríamos, pero no supe nada de ti, así es que ni ganas tenía de hacer algo. Me fui directo a la ducha sin pasar por la habitación, el calor sofocante de Santiago y mis largas caminatas para hacer algo de ejercicio me tenían extremadamente agotado y con ganas de una ducha. El agua casi fría hizo efecto y me reconforté, recuperando energías y relajándome. El recuerdo de tus gemidos y tus orgasmos me encendió dejando como resultado una erección de aquellas que devoras con tu boca hasta hacerme acabar, bebiendo todo el semen que me exprimes. Me fui a la habitación, sólo con la toalla y mi miembro aún erecto producto de los recuerdos y el deseo de tenerte ahí conmigo. Abrí la puerta y estabas ahí boca abajo, casi completamente desnuda, sólo ese chaleco delgado que te cubre y abriga, me miras hacia la puerta por sobre tu hombro y con voz dulce me saludas - Hola mi amor, ¿cómo está? - me dices mientras observas la toalla y mi erección, sonríes coqueta...

    Sonrío al verte así y me acerco a la cama, comienzo a besar tus pies, tu piel suave y fresca me encanta, es un placer besarte, siempre ha gustado sentir tu piel en mis labios, su sabor y aroma me enloquecen.

    Lentamente mis labios suben por tus gemelos, beso cada centímetro de piel y puedo sentir cómo tu respiración poco a poco se vuelve un poco más intensa. Oírte respirar así me calienta aún más, quisiera saltar sobre ti y como un animal hacerte mía sin miramientos ni contención, pero esta vez seré calmo para hacerte mía y derramar en ti el producto de mi placer.

    Acaricio tus muslos mientras mis labios siguen subiendo por tu piel; abres tus piernas en señal de completa entrega y puedo ver tus labios mayores ya un poco húmedos, cómo quisiera atacarlos con una ola de lengüetazos, en cambio, me contengo y sigo besando y acariciando tu piel poco a poco, tus muslos carnosos me fascinan, los acaricio y beso apretándolos poco a poco, con más y más fuerza, un pequeño gemido se te escapa...

    Mis labios se acercan a esa frontera entre tus muslos y tus labios mayores, un límite peligroso de cruzar porque no habrá vuelta atrás y deseo que este momento sea eterno. Contengo mis ganas de saborearte y devorarte; continúo mi camino por tu cuerpo, trepando tus curvas y cada centímetro de tu piel suave y perfumada, acaricio, lamo y muerdo tus nalgas turgentes y redondas, sabes que me encantan y empujas levemente hacia arriba tus caderas, como queriendo que engulla toda esa carne de un mordisco, me fascina que seas así, entregada por completo. Avanzan mis besos por tu espalda baja y ya puedo gatear entre tus piernas, mis manos comienzan a dar un masaje a toda tu espalda mientras beso tu piel y casi sin querer, rozo el glande de mi miembro en tus muslos, mi cuerpo caliente causa estragos en tu piel fresca y suave, lanzas un gemido y de inmediato intentas cerrar tus muslos para atrapar ese trozo de carne. Impido tu acción con mis piernas y vuelvo a abrir tus extremidades...

    Lentamente acerco mi cuerpo al tuyo, con pequeños movimientos que te hacen sentir la ubicación de mi pene al roce de tu piel, mientras mis manos se posan sobre tus hombros y comienzo un masaje. Me siento en tus muslos permitiendo que mi miembro quede en ese rincón entre tus muslos, tus nalgas y tu vagina húmeda y excitada, cierro tus piernas y me aseguro de quedar rozando la piel de tu cuerpo en toda esa zona, sin penetrarte, pero rozando lo suficiente para aumentar tu excitación. Continúo con el masaje a tus hombros y espalda, con cada movimiento adelante y atrás puedes sentir más roce de mi pene erecto sobre tus labios mayores, tus gemidos son cada vez más frecuentes, tu respiración está completamente agitada y tus manos se aferran a la ropa de cama como queriendo hundirte en ella para escapar. Tomo tus manos y las llevo adelante al lado de tu rostro entrelazando nuestros dedos. Comienzo un vaivén sobre tus muslos, chocando mi pelvis contra tus redondas nalgas, gimes más fuerte...

    Tomo tu cabello en mi mano izquierda como si fueran tus riendas, y arremeto con fuerza mi pene contra tus labios y nalgas, puedo sentir cómo has mojado la piel caliente, dura y venosa de miembro con cada movimiento. Gimes más alto, gemidos más intensos, ahogados y extensos, aprietas mis dedos en tus manos y no me dejas escapar - ¡Métemelo por favor! - suplicas en la última embestida; me excitas demasiado y sin dudar te niego - ¡NO! lo haré cuando yo quiera - te respondo mientras nuevamente embisto, pero esta vez subiendo y bajando por entre tus nalgas, puedes sentir el roce de mi glande húmedo en tu piel y mueves tus caderas intentando que mi pene termine dentro de tu vagina empapada en tus fluidos. Jalo tu abundante cabello con firmeza y continúo con mi cabalgata unos segundos más. Tomo la toalla que he dejado a un lado y ato tus manos por sobre tu cabeza. Me bajo de tus muslos y quito mi miembro lentamente, puedo ver un líquido espeso que lo ha cubierto igual que tus labios mayores

    Te observo por un instante, tu rostro y pechos apoyados sobre la cama, tu expresión de placer y deseo que me enloquecen, tu espalda arqueada y tu cola empinada, respingona y completamente húmedos tus labios mayores me excitan de sobre manera, pero me contengo para que este episodio sea extenso, muy extenso. Te doy una nalgada que retumba en la habitación junto a tu gemido con esa mezcla de dolor y placer que me encanta puedas sentir. Me posiciono atrás de ti y tomo tus caderas en mis manos. Te jalo hacia mi cuerpo y mi pene roza tus labios húmedos, empujas y mueves tu culito contra mi buscando que te penetre y más roce. Te jalo con más fuerza y mi pelvis choca con tus nalgas y tus labios carnosos. El placer es indescriptible, pero aún más excitante es tu voz gimiendo sin control. Abro tus nalgas y la imagen es hermosa, excitante, tus labios carnosos y húmedos, empapados, puedo ver como tus paredes interiores color rosa, húmedas e hinchadas de excitación palpitan pidiendo más roce…

    ¡Penétrame por favor! Dame lo que quiero de una vez – espetaste con furia mientras empujabas hacia atrás buscando que mi verga entrara en tu vagina. Abrí tus nalgas y acerqué mi cara entre ellas, lancé una lamida entre tus labios y recogí la humedad que emanabas sin control, una nueva lamida y rocé tu clítoris y hasta tu palpitante ano. Tus gemidos llenaron la habitación y me excitaron aun más, comencé a lamer más rápido el interior de tus labios y jugué en la entrada de tu vagina, te di una palmada en la nalga derecha con fuerza que dejó marcados mis dedos en ti, abrí tus nalgas con fuerza y me dediqué unos segundos a lamer tu perineo y rozar tu culito palpitante, estaba duce, palpitaba apretando la punta de mi lengua cuando jugué ahí. Tomé tu cabello y lo jalé hacia tras mientras con mi mano izquierda, acomodé mi boca para lamer tu clítoris mientras mi mano derecha te penetró y comencé a masajear tu punto G con furia y lascivia mientras tu espalda se arquea aún más…

    Amor, ¡¡qué rico, no pares!! – dijiste entre gemidos, cada vez más fuerte y agitada, movías tus caderas con ímpetu buscando una penetración más profunda de mis dedos y un roce más intenso de mi lengua contra tu vagina y tu clítoris. Estabas tan húmeda, tan caliente y excitada, mientras yo seguía moviendo mis dedos y lengua contra ti, unos segundos más y no tardaste en acabar en un orgasmo tan intenso como húmedo. Tus paredes internas se apretaron envolviendo mis dedos, tus gemidos que tanto me excitan, junto a tu cuerpo completo estremeciéndose, lanzando un chorro de fluido a mis dedos y boca que no pude beber por completo, tan delicioso, espeso y transparente, terminó escurriendo por tus muslos y mi mentón. Mientras aún tu cuerpo convulsionaba lamí tus labios y tu clítoris limpiando todo lo que pude, te nalgueé con fuerza mientras lamía tu culito palpitante para luego tomar tus caderas en mis manos y penetrarte con mi miembro duro, caliente, venoso y húmedo por y para ti. Te embestí una y otra vez con fuerza, el sonido de nuestros cuerpos chocando, chapoteando, en unos segundos más te hicieron venir otra vez y tus gemidos llenaron la habitación, embestí más duro y más rápido, jalé tu cabello con fuerza dominándote y domándote. Fue como haber abierto las llaves de nuestro placer, en un momento ambos comenzamos a convulsionar de placer, gimiendo fuerte y llenando cada rincón de la habitación con nuestro orgasmo, yo llenando tu vagina con mi semen espeso, caliente, blanco, y tu lanzando fluidos de placer que luego de mezclarse dentro de ti escurrieron por nuestros muslos mientras mi cuerpo caía rendido sobre ti. Me quedé un momento que parecieron horas sobre ti, hasta parece que hubiera dormitado encima de tu cuerpo, con mi pene aún dentro de ti y tus nalgas acariciando mi miembro. Pude sentir cómo tu vagina y mi pene aun palpitaban de placer y pequeños gemidos salieron de nuestras bocas como signo del inmenso placer que nos dimos sólo unos instantes atrás.
     
  2. alteregocitadino

    alteregocitadino Usuario Casual nvl. 2
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    Buena!! en tono ensayo noveleszco el sucio relato ....:bear:
    se agradece bro
     
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  3. Harley_Davidson

    Harley_Davidson Usuario Leyenda nvl.7 ★ ★ ★ ★ ★
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    Buen relato, se agradece el aporte