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ahi yacían unos cuerpos al pasar, veia sus rostros ya perdiendo el color, su voz se sintio cortada y se atemorizó, un escalosfrios pasó por su cuerpo y luego vió, ahi en el pizo encontrándose con esos cuerpos tirados sin vida sin aire y sin luz.

 

La muerte personificada dentro de la ciudad.

Miles de almas corrían tratando de salvarse.

Felipe divisaba a lo lejos, a personas refugiarse en las iglesias, pensando que en ellas sería el amparo de los pecados hechos ya en vida.

La muerte seguía caminando por la ciudad, tras sus pasos estelas de fuego y sangre caían sin piedad…

 

Buscó en el delirante laberinto de sus casi extintas emociones, por alguna razón estaba bloqueado y le pareció notablemente familiar todo lo que su angustiada mente percibía... demasiado familiar como para no temerle.

Mientras permanecía abstraído un nuevo estruendo lo lanzó a través de la entrada de la habitación. No cabía duda ya, era hora de actuar...

 

Escondido entre las recónditas sombras y con los gritos de desesperación de la gente que pasaba, trató de calmar sus nervios recordando aquellas historias que de niño Martina, su madre, le comentaba para dormir.

Llegó un momento que no sentía miedo, y pensó: - Si hoy no lo hago yo, no lo hará nadie.

Se armó de valor, dejó escondido sus miedos ocultos de la infancia y sobre su valentía decidió idear un plan, el que sería la libertad de su mente, y de los esclavos que pedían redención mirando el negro cielo invocando a Dios…

 

,...y como en un falso despertar se incorporó atolondrado y casi en cámara lenta. El estruendo no dio tiempo para sirenas de emergencia y los cristales de su ventana hicieron varios cortes en sus brazos que rápidamente cubrieron su rostro.
Ahora sí que no era un sueño, ahora sí debía actuar... deja vu!
Se vistió como pudo y aún con el cerebro abombado salió de su habitación. Recordaba casi todo de su sueño y le quedaba claro que el Ismael que ahora veía tirado en la calle era real, que la sangre que corria por sus brazos dándole comezón era de la vida real. Después de todo sólo en un sueño invocaría al dios y rió sardónicamente, hasta que quiso sacar su teléfono de su pantalón y lo que sacó incómodamente lo dejó suspendido en un espiral de tiempo. Era el panfleto de su sueño que decía:

 

La muerte personificada dentro de la ciudad.

Todo volvía, todo era real.
Felipe, despavorido corre por la habitación, a pasos lentos y rápidos dentro de su mente.

Baja las escaleras como pudo, el nerviosismo y el miedo dejaba sin movimiento a sus músculos pocos trabajados durante el año.

Cuando iba llegando a la puerta, fue tan incomoda la sorpresa... Ve a Ismael, su primo, mutilado sin consideración a su calidad de humano.

Felipe mira hacia el cielo, que se había tornado sangre, aquella sangre derramada sinrazón aparente.

 

después de tratar de darle conexión a todo lo que había ocurrido, corre sin mirar el pasado y sale de su hogar.

el rumbo no es fijo, el rumbo aparente es vertical a los pensamientos que van dañando su mente mientras corre...

al llegar a la esquina tropieza con un cadaver...era su padre....