El origen del suicidio (leyenda)

Un día estaba el dios Temor vagando por Oriente, se dedicaba a asediar a los humanos instándoles a que no intentaran alcanzar sus sueños por el miedo a fracasar. En Occidente viajaba la diosa Amargura que torturaba a los hombres que, llenos de esperanzas, quisieron concretar los anhelos de su corazón, pero habían fallado en el intento.

En una ocasión, ambas deidades se encontraron cara a cara a punto de torturar a una mujer que se sentía desgraciada de la vida. Las divinidades se atrajeron mutuamente y copularon en el interior de la desdichada fémina, entrelazaron sus esencias de miedo, tristeza y dolor hasta dejar embarazada a la mujer del más oscuro y maldito hijo de los dioses: Suicidio.

Al dar a luz, el hijo de Temor y Amargura llevó a la dama que lo había gestado en su interior por nueve meses, a su único destino posible: La muerte. Cansada de vivir, la mujer subió a al monte más alto y desde la cima, comenzó a recordar cada fracaso que había experimentado, por su mente pasó cada idea que tuvo para tener una vida feliz junto a su amado, pero el destino le cerró la puerta en la cara. Con sus ojos vomitando enormes cantidades de lagrimas, se lanzó al vacío donde las afiladas y duras piedras se convertirían en su tumba.

Ese fue el primer suicidio de la historia. La mujer se llamaba Eva, la esposa de Adán.