En uno de esos almuerzos...

Entre sus clases tenía un rato libre, cerca de 2 horas para almorzar. Lo que no sabía es que ésta vez no sería como las otras veces, encuentros para conversar, reír, compartir y comer, sino que hoy me almorzaría a mí.

Como escribí anteriormente, ya no solo hablamos como amigos, empezamos hablar como algo más, a conocer cosas del otro, que ni nuestras parejas sabían o podían imaginar.

Nos juntamos en una plaza cerca de ambos trabajos. A diferencia de otras veces no preguntamos donde comeríamos, sino que al encontrarnos solo nos miramos codiciosamente. Ya habíamos tenido un juego de seducción previo… por mensajes.

- ¿Segura?- me preguntó

- Segura.

Sin decir una palabra lo seguí, por una calle que como nunca se me hizo bastante larga.

Entramos a un hotel, y saludó al encargado. Ya había pedido una pieza.

Su olor era excitante, lo que estábamos haciendo lo era, además de muy peligroso, sin embargo, no era hora de pensar en culpas. De hecho no había tiempo de pensar, solo de sentir.

Yo llevaba un vestido formal, había tenido una ceremonia importante antes de juntarnos. Además llevaba unos zapatos altos y unas medias claras. Debajo de las medias, tenia puesto un colaless chiquitito. No acostumbro a usar sostén últimamente.

Subimos en el ascensor y le rocé su pene con mi mano, quien de inmediato me contestó. Ya en la pieza nuevamente nos miramos, nos acercamos y bueno, hicimos lo que deseábamos ardientemente hacer…almorzarnos.

Me agarró de la cintura y me metió la mano bajo el vestido, descubrió mi trasero casi desnudo solo cubierto con una malla. Me dio vuelta, me llevo contra la pared y me bajó las panties. Con la mano grande que tenia y estirada me dio de nalgadas, le pedí que cada vez fueran más fuertes. El sonido era excitante. Se acercó tocándome con su miembro, eché mi cabeza para atrás y me lamió el cuello.

Le pedí que me amarrara, que hiciera de mí lo que quisiera. Tomó mis panties que estaban en el suelo, me tiré a la cama y me amarró las manos a ella. Bajó por mi cuerpo y lamió mis labios, pero no los de mi rostro.

Me chupó y succionó tan exquisitamente rico que el placer recorría mi cuerpo. Pasó su lengua larga y caliente por mi clítoris y el no poder soltarme, estar a su disposición más me calentaba. Lo llamé por su nombre, le supliqué que me penetrara en ese mismo momento, y que no me soltara las manos. Terminó de sacarse la ropa y subió mis piernas a sus hombros.

- Ya me tienes- le dije.

Me penetró, hasta adentro, estaba resbaloso y apretado. Sentí sensaciones que nunca había sentido. Era una mezcla de todo. De inmediato empezamos a jadear, cada vez más y de manera más erótica. Luego se tiró encima de mí y mi lengua se unió a la de él. Lo mordí y lo apresé con mis piernas. Había gemidos entre nuestras bocas.

Luego de un rato, le pedí que me soltara las manos. Me subí encima de él, pero dándole mi espalda y encajando perfectamente en su pene. Saqué mi vestido y quedé completamente desnuda. Él solo vestía su camisa abierta.

Tomando sus muslos empecé a moverme, él agarraba mi cintura y trasero, ayudándome a contonearme. Me volvió a pegar y apretar.

Solté mi pelo, que caía por mi espalda y me jaló hacia él.

Luego me puse en cuclillas, no se si él lo había experimentado antes, pero es una de mis posiciones favoritas, e hice que viera todo, como entraba y salía, como yo subía y bajaba y como estábamos de mojados. Cerré los ojos y me dejé llevar, me moví de la manera mas sexy que sentí en ese momento.

Con tanta excitación terminó en mí, e hizo que yo me fuera de inmediato. El orgasmo había sido la firma, la condenación, y ya no sabía si el final o el inicio...

Solo sabia que desde ahí nos convertimos en prófugos...