Un recuerdo de Facebook

El ron no había mermado mis sentidos, mi caminar era recto e impávido. En mi interior algo se estaba originando, una nueva sensación que me embriagaría por los futuros 10 años, una determinación que tomar. Seguí raudo en mi andar y cada paso reafirmaba esa conclusión: " ya no hay más". Mi líbido desapareció, aquella compañera de la soledad que terminaba odiando cuando su labor estaba cumplida, mis anhelos se esfumaron dejando una pequeña estela que desvanecía con mi respiración y la calma llegó a mi cuerpo. Sentí la satisfacción de haber tomado la primera buena decisión, dejando esa maldita manía de considerar lo que al otro le podría afectar, ya no había un nosotros ni un tú que conjugar, maldita sea, sólo sería yo esta vez.
Caminé mirando a una luna que se alejaba, que temía de mi paso fuerte y rostro desmoronado, me sentía bien, pero mi cara se estaba cayendo a pedazos. Los restos de la careta, la sonrisa eterna, los ojos alegres, la frente receptiva, yacían en el piso dando paso a un rostro que temía ver.

Llegué a casa, evité el espejo del baño y me acaricié la cara mientras trataba de conciliar el sueño.

¿Qué soy ahora? ¿Quién seré? Y dejé de moldear mi arcilla.

Atte
Klm