Un chico tímido llega a la farmacia a pedir un condón. Con toda la vergüenza del mundo se dirige a la encargada: "Señorita, ¿podría darme un condón, por favor?" La encargada, que parece soldado, le responde: "¿Cómo? ¿De qué tamaño?" "No sé", responde apenado el joven. "A ver, sáquelo y póngalo aquí, en la palma de mi mano". El muchacho se lo saca y lo pone en la mano de la encargada, que lo empieza a palpar y le grita a su ayudante: "¡Pásame un condón del 5!" Interrumpe su petición y vuelve a gritar: "¡No, espérate, del 7... No, que sea del 9... No, no, no del 10... Chin, mejor pásame un Kleneex!"