Featured Lectura....¿Cómo fue el verdadero Cómodo, el malvado emperador de la película “Gladiador”?

Definido como un extravagante déspota, en el año 192 murió uno de los peores emperadores de la antigua Roma.
Estrenada en mayo del 2000, la multipremiada película de Ridley Scott, “Gladiador”, fue un éxito mundial y contribuyó al breve resurgir del cine épico histórico. Ganadora de cinco premios Oscar (incluyendo mejor película y mejor actor), la película narraba cómo Máximo Décimo Meridio, un leal general hispano del ejército de la Antigua Roma, era traicionado por Cómodo, el ambicioso y vil hijo del emperador Marco Aurelio, quien no dudaba en asesinar a su progenitor para hacerse con el trono. Forzado a convertirse en esclavo, Máximo triunfaba como gladiador mientras anhelaba vengarse de Cómodo por la muerte de su familia y la del propio emperador, a quien consideraba como un padre.



Si bien muchos espectadores, tras el estreno de esta recordada película, pensaron que su argumento era básicamente una ficción, lo cierto es que parte de su trama sí se ajustó a los hechos históricos, sobre todo en lo relativo a la controvertida figura de Cómodo,-Lucius Aurelius Commodus,- nacido en el año 161 d.C. y quien desde muy temprana edad mostró síntomas de una inusitada crueldad y una clara inclinación por la violencia y la megalomanía.



El padre de Cómodo, el famoso emperador Marco Aurelio, fue un auténtico pensador filosófico, además de un político ducho y victorioso en el campo de batalla. Durante el período en que ocupó el trono imperial -entre los años 161 y 180- supo regir con serenidad y gran talento el imperio que había heredado, haciendo frente a graves crisis y a muy largas y cruentas guerras, especialmente contra los pueblos germanos y los bárbaros que amenazaban las fronteras del Imperio en el Danubio. Faustina, su esposa, le dio trece hijos y le acompañó en numerosas campañas. Uno de ellos fue Cómodo, a quien Marco Aurelio designó para sucederle después de la muerte de casi todos sus herederos.

Las crónicas de la época cuentan que de niño Cómodo, quien tuvo a los mejores maestros, gustaba de torturar a sus compañeros de juego que osaban contradecirlo y que incluso llegó a mandar a matar una vez a un esclavo que preparó su baño demasiado frío. Ya entrado en la adolescencia, desarrolló una obsesión con la figura de los gladiadores, a quienes obligaba a entrenar con él, para luego asesinarlos cruelmente. En el año 172 Cómodo formó parte del estado mayor de su padre en Carnuntum, base militar de Marco Aurelio durante las guerras marcomanas. Allí habría recibido, en presencia del ejército, el título de “Germanicus” tras la victoria de su progenitor sobre los pueblos germanos, ingresando en el año 175 en el Colegio de Pontífices, punto de partida de su carrera pública.



Entre los años 180, fecha en la que murió su padre, y 192, Cómodo asumió el poder en solitario, pero su reinado fue degenerando, víctima de sus continuas excentricidades. El historiador Dión Casio afirmó que “el reinado de Cómodo marcó la transición de un reino de oro y plata a uno de óxido y hierro”, frase que llevaría a muchos historiadores –partiendo por el famoso Edward Gibbon- a tomar el reinado de Cómodo como el verdadero comienzo de la Decadencia del Imperio Romano.

Cómodo, el Emperador-Gladiador

Más que dirigir las labores de gobierno, el cual dejó en manos de corruptos e incapaces funcionarios, a Cómodo le apasionaba sobre todo participar del circo romano, no cómo espectador, sino que como un combatiente gladiador. Sus entradas en la arena solían comenzar con la tortura de personas discapacitadas y cada aparición suya suponía un gasto de un millón de sestercios para el Estado, lo que arruinó la economía romana que tan sabiamente había sido gestionada durante el reinado de los emperadores de la dinastía antonina.



Herodiano, en su obra “Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio”, y quien fue testigo directo de los acontecimientos que se desarrollaron en Roma después de la muerte de este emperador, relata que “Cómodo, entonces, ya sin ningún freno, ordenó la celebración de espectáculos públicos, anunciando que daría muerte con su propia mano a todo tipo de animales salvajes y que como un gladiador se enfrentaría a los jóvenes más fuertes. Cuando la noticia se divulgó, acudieron gentes de toda Italia y de las provincias vecinas para ver lo que antes no habían visto ni oído…Hasta entonces, aunque su actuación, a excepción de su valor y puntería, era impropia de un emperador, todavía gozaba de cierto carisma entre el pueblo. Pero cuando entró en el anfiteatro desnudo y, blandiendo sus armas, se puso a luchar como un gladiador, entonces el pueblo contempló un triste espectáculo: el muy noble emperador de Roma, después de tantas victorias conseguidas por su padre y sus antepasados, no tomaba sus armas de soldado contra los bárbaros en una acción digna del imperio romano, sino que ultrajaba su propia dignidad con una imagen vergonzosa en extremo y deshonrosa (…) A tal grado de locura llegó que ya ni quería habitar el palacio imperial sino que quiso trasladarse a la escuela de gladiadores…De la enorme estatua del Coloso que veneran los romanos y que representa la imagen del sol hizo cortar la cabeza y mandó poner la suya, ordenando que inscribieran en su base los habituales títulos imperiales y de su familia, pero en lugar del calificativo de «Germánico» puso el de “Vencedor de Mil Gladiadores”.



La pasión que Cómodo sentía por los espectáculos de gladiadores llevó a que se rumoreara entre el pueblo romano que el joven emperador no era hijo del emperador Marco Aurelio, sino de un gladiador que su madre Faustina había tomado durante unas vacaciones en la costa de Caieta.

Alejado de las inclinaciones filosóficas de su padre, y a pesar de haber sido educado en un ambiente intelectual y no militar, Cómodo mostró durante toda su vida un gran orgullo por su físico (las crónicas de la época seguran que era un hombre atractivo, bien proporcionado y provisto de un natural y rizado cabello rubio). Por ello ordenó que se erigieran estatuas suyas vestidas de Hércules por todo el Imperio, ya que Cómodo creía realmente que era la reencarnación del semidiós hijo de Júpiter, cuyas hazañas intentaba emular en la arena enfrentándose a diversos animales salvajes (en una de sus apariciones en la arena del anfiteatro se enfrentó, de hecho, a una pantera, a la que venció en singular combate). El emperador, por cierto, era zurdo y estaba orgulloso de ello. Dión Casio y los autores de la Historia Augusta escriben que era un experto arquero, capaz de abatir a soldados enemigos a galope y sin errar un tiro.


El emperador Cómodo entrando en la Arena.

Cómodo siempre ganó sus combates en la arena y ningún gladiador fue capaz de derrotarle en combate, llegando a registrarse más de 700 combates con Cómodo presente, aunque es necesario aclarar que es más que probable que combatiera con mejores armas que las que usaban los gladiadores o que éstos eran drogados antes de entrar a la arena. A menudo, el emperador ordenaba que los soldados que habían perdido algunos de sus miembros durante la guerra fueran maniatados y amordazados y se los colocara en el centro del anfiteatro, donde los asesinaba con una espada. Lo mismo ocurría con los ciudadanos de Roma que perdían sus pies debido a accidentes.


Busto del emperador Cómodo, ataviado con un arma y una cabeza de un animal salvaje sobre su cabeza.

Dión Casio, testigo de primera mano del reinado de Cómodo, aseguraba por entonces que “Cómodo no es de naturaleza malvada pero, por el contrario, es el hombre menos honesto que jamás ha vivido. Su gran simplicidad, unida a su cobardía, le han hecho ser esclavo de sus compañeros. Las malas influencias le han hecho desviarse del camino del buen hacer y, al principio por su ignorancia y al final por la creación de una segunda naturaleza, han hecho que sus actos crueles y lujuriosos se hayan convertido en un hábito”.

Oposición al gobierno de Cómodo

Las acciones de su reinado mostraron un rechazo total de Cómodo a la sensata política de su padre y a su astero modo de vida. Después que se produjeran repetidos intentos para asesinarlo, inició una serie de ejecuciones sistemáticas a lo largo de toda la ciudad con el objetivo de sembrar el temor entre el pueblo, planteando durante todo su reinado una gran oposición al Senado en sus discursos públicos, poniendo de manifiesto su supuesta superioridad ante el tradicional cuerpo legislativo de Roma.

En el año 191 estalló un gran incendio en la ciudad de Roma que acabó con muchos edificios públicos, por lo que, tras el fuego, Cómodo vio en la destrucción de la ciudad una forma de inmortalizar su propio nombre: a principios de 192 se proclamó ante el pueblo como el nuevo Rómulo, refundando la ciudad con el nombre de Colonia Lucia Annia Commodiana. Y, mediante heraldos, proclamó que a partir de ese momento los 12 meses del año serían renombrados con sus (ahora doce) nombres: Lucius, Aelius, Aurelius, Commodus, Augustus, Herculeus, Romanus, Exsuperatorius, Amazonius, Invictus, Felix, Pius. Además, rebautizó a las legiones con el nombre de Commodianae, a la flota que importaba grano procedente de África con el nombre de Alexandria Commodiana Togata, al Senado con el nombre de Senatus Commodianus Fortunatus, a su palacio y los habitantes de la ciudad de Roma con el nombre de Commodianus y al día en que se promovieron estas reformas con el nombre de Dies Commodianus. Al renombrar todo esto, Cómodo se presentaba ante el mundo como la fuente de la vida y de la religión del Imperio.



En noviembre de 192 Cómodo organizó la celebración de los Juegos Plebeyos, en los que participó disparando diariamente cientos de flechas a los animales y combatiendo contra hombres moribundos. Y, en diciembre, anunció para espanto del pueblo romano, que iniciaría el año 193 como cónsul y como gladiador.



En ese momento, el prefecto Laeto decidió organizar una conspiración con Eclecto con el objetivo de eliminar del trono a Cómodo y reemplazarlo por Pertinax. Para ello, los conspiradores se ganaron la confianza de su concubina Marcia. El 31 de diciembre de 192 Marcia envenenó la comida del emperador, pero este vomitó el veneno y fue a darse un baño. Los conspiradores, temiendo la venganza de Cómodo si los descubría, enviaron al liberto Narciso a estrangularlo en la bañera.


Muerte de Cómodo.

Herodiano relató en sus crónicas que éstos “decidieron, pues, dar a Cómodo un veneno, que Marcia se comprometió a administrárselo sin dificultad. Pues tenía la costumbre de mezclar ella misma el vino y de ofrecer al emperador la primera copa para que tuviera el placer de beberla de manos de su amada. Al volver Cómodo del baño Marcia puso el veneno en la copa, mezclándolo con un vino aromático y le ofreció la bebida. Él, como copa de amor que habitualmente le brindaba Marcia después de sus frecuentes baños y combates con los animales, sediento, la bebió sin darse cuenta. Al punto le sobrevino un sopor que le forzó a dormir y, pensando que esto le ocurría a causa del cansancio, se acostó…Durante un rato permaneció tranquilo, pero cuando el veneno afectó al estómago e intestinos, se apoderó de él un mareo seguido de una vomitona…Marcia y los otros, temiendo que arrojara todo el veneno y que se recuperara y fuera la ruina de todos, persuadieron con promesas de generosas recompensas a un tal Narciso, joven decidido y fuerte, para que se acercara a Cómodo y lo estrangulara. Él irrumpió en habitación del emperador, que estaba abatido por el veneno y el vino, y le apretó el cuello hasta matarlo. Este fue el fin de Cómodo después de 13 años de gobierno tras la muerte de su padre”.

Luego que se propalara por toda Roma la noticia de la muerte de Cómodo, el Senado lo declaró enemigo público, decretando contra él una damnatio memoriae o «condena de la memoria» (una práctica de la antigua Roma consistente en, como su propio nombre indica, condenar el recuerdo de un enemigo del Estado tras su muerte). La muerte del emperador trajo consigo la restauración del nombre de todos los cuerpos públicos a los que el emperador había denigrado. Todas sus estatuas fueron derribadas y su nombre se eliminó de todos los registros públicos y su cuerpo fue enterrado en el Mausoleo de Adriano.

Con el asesinato de Cómodo, el extravagante emperador-gladiador, cuando este contaba con sólo 31 años de edad, acabó la dinastía de los Antoninos, que le había dado una larga época de seguridad y prosperidad al Imperio. A su muerte, el Imperio Romano se sumió en una época de guerras civiles conocida como “el año de los cinco emperadores”. Al término de este conflicto asumiría el trono de Roma Septimio Severo, instaurando la dinastía de los Severos.