La Columna de Mirco Makari: "El programa de Jadue no tiene nada que temer"

La segunda vuelta de Gobernadores cristalizó un escenario electoral nítido para lo que será la Elección Presidencial y Parlamentaria de noviembre. Este es un Déjà vu de los históricos tres tercios de la política chilena del siglo XX.

La noche del 16 de mayo, lo que quedó en la retina de la opinión pública, fue un triunfo de la izquierda y en particular del candidato presidencial Daniel Jadue. Desde esa sensación de éxito del pacto PC-FA y a la vez del fracaso de la ex-Concertación, lo que ocurrió en los 4 días siguientes fue clave. El abortado intento de construir un bloque de izquierda con el PS, el intento fallido de aislar a la DC y al PPD y mata a la Concertación y sus 30 años, más una guerrilla de descalificaciones, vetos y recriminaciones entre ambos mundos, configuró un parte aguas definitivo entre el Centro y la Izquierda.

Los partidos de la ex-Concertación sintieron amenazada su existencia, ofendida su historia y se ordenaron frente a la entonces debilitada candidatura de Orrego. Fue nítida en la RRSS la batalla campal entre estos sectores. A esto se sumó la Derecha, movilizada por miedo, por eso en el Distrito 11 y las comunas del Rechazo la participación fue tan abrumadora y la diferencia de 170 mil votos, entre uno y otro candidato, mostró consistencia. El votante de Derecha hizo un ensayo general para demostrarse que es posible detener a Jadue entregándole los votos al Centro.

Y lo logró.

Poco pensaron en esto los atributos de Orrego u Oliva, por eso la gran ganadora fue la candidata/no candidata Yasna Provoste, quién no solo es una conexión directa al balón de oxigeno para la ex-Concertación en la UTI, sino también el mal menor para buena parte de la Derecha económica y social que siempre ha sido pragmática en los momentos que se siente amenazada.

Esto ya ocurrió el año 1964 cuando se volcó en masa a apoyar a Frei para evitar el triunfo de Allende, por algo Pablo Longueira habló del olivazo, recordando el naranjazo de entonces.

En los próximos días veremos un pataleo de la candidatura de Paula Narváez por tener primarias, pero lo cierto es que el pragmatismo de los partidos la desangrará lentamente, pues la mejor posición de la Presidenta del Senado para crecer, es justamente esa, la presidencia del senado. Desde ahí el discurso de la defensa a las instituciones y de cambio, pero dentro del orden político, se vuelve verosímil, y para sus socios del PS, PPD y PR habrá una suculenta oferta en cupos parlamentarios que dejará a todos contentos.

La Derecha por su parte, quedó agónica con solo un Gobernador electo, lo que conformó que ser la coalición de gobierno de un presidente, torpe y autorreferente, es un yunque que la arroja al fondo del mar. La sensación que la abruma es que, por sí misma, no podrá detener a Jadue y para nadie sería una sorpresa que su candidato presidencial, ni siquiera pase a segunda vuelta.

Por su parte, la derrota de Oliva para la Izquierda fue un buen baño de realidad después de la borrachera de mayo.

La candidata no tuvo fuerza movilizadora en sectores populares que se vieron apáticos para concurrir a las urnas con el discurso de la batalla final contra quienes administraron los 30 años pasados. La ceguera de ese sector radica en la falacia de que, ante la evidente crisis del modelo neoliberal ellos, que han sido anti neoliberales siempre, son los llamados naturalmente al reemplazo.

Eso es cierto solo en parte, porque la crisis no es solo del modelo económico y social, sino de un modelo político del que también han sido actores. El PC participó del gobierno de Bachelet 2 y el FA decidió entrar al Congreso. Compraron boletos en el Titanic, pero eso nunca lo comprendieron bien.

Son todos los partidos, sin excepción, los que están al fondo de la tabla en el marco del desplome de las instituciones.

El Estallido Social es un antes y un después. El momento cero de un nuevo ciclo donde lo que urge cambiar, son las dinámicas de La Política. En estas es donde está empantanado el país.

La gente común esto lo percibe muy bien.

El eje, clivaje o gran separador de este nuevo escenario es Partidos v/s Independientes, por eso en mayo 2 de cada 3 convencionales electos fueron Independientes, no militantes y por eso el gran actor emergente fueron los independientes no neutrales y la Lista del Pueblo, quien ya definió que llevará candidato presidencial propio e intentará repetir la hazaña en el Parlamento.

Muchos de los que fueron a votar por un independiente para Constituyente aprovecharon la ocasión y marcaron por un Alcalde o Gobernador con un discurso o perfil de cambio. Pero el balotaje era otra cosa. Era simplemente las ofertas y las disputas tradicionales, lo que no los motivó a levantase de la cama.

Soy, como el director de Criteria, Cristián Valdivieso, de los que cree que el país no se izquierdizo después de la elección de mayo. Así como se había derechizado con el triunfo de Piñera en diciembre del 2017. Todo ese análisis propio de la mirada Dentro de la Caja, es estrecho para analizar un cuadro de re-configuración mental del país donde, en el siglo XX, solo se sobrevive en consignas.

De hecho Jadue presentó esta semana su Programa de Gobierno. Este no es más ni menos que un puñado de reformas Social-Demócratas y ni por lejos se plantea allí el fin del Capitalismo. Nada que temer pero tampoco nada muy nuevo de qué sorprenderse. No habla ahí de Economía Circular, Empresas B, Economía Colaborativa e Inteligencia Artificial o nuevos paradigmas de desarrollo en marco de la Sociedad del Conocimiento, donde buena parte del trabajo como lo conocemos, será realizado por robots.

Pocos días antes el propio Jadue había hablado de que si gana, pediría un pacto de garantías a la DC y a las FFAA, demostrando que ese mundo sigue muy pegado en los 70s y la Guerra Fría. Más que más son sus traumas y hay que respetarlos.

Pero el Chile de hoy no es el de 1970 y los tres bloques políticos que se aprestan a competir por la presidencia, tampoco. Entonces, en los 70s, el país completo se veía reflejado en 3 candidatos y su fuerza movilizaba hasta el último rincón de la patria. Hoy en la encuesta semanal, la adhesión de todos ellos, sumada, no alcanza el 50%.

Si esto fuera un cuento, podría llamarse Tres Tristes Tercios.

Cada grupo tiene claro lo que no le gusta, lo que no quiere del otro, aquello a lo que se opone férreamente con uñas y dientes. Miedo y rabia son las emociones dominantes, pero entusiasmo, sueños y optimismo en el aíre, no hay.

A menos que el destino nos tenga deparada una gran sorpresa.

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