A 2 años de un infame estallido que casi quiebra la economía del país más próspero de Suramérica

A 2 años de un infame estallido que casi quiebra la economía del país más próspero de Suramérica

Más de 14 mil pymes a la quiebra. 300 mil puestos de trabajo perdidos. 80 estaciones de metro destruidas. Cientos de unidades de transporte público quemadas. Más de mil 200 monumentos públicos e inmuebles patrimoniales. Cerca de 30 iglesias. Centenares de empresas saqueadas y daños a estructuras y propiedad privada. Éste fue el triste resultado de un estallido delictual que hace dos años tuvo como escenario las principales ciudades de Chile, pero en especial su capital, Santiago.

Con razón, hasta el candidato Gabriel Boric y otros contumaces defensores de la ideología marxista no han querido nombrar la palabra celebración. Es que este 18 de octubre se cumplen dos años del mayor suicido colectivo que ha hecho un país en los últimos años y que dividirá a los chilenos por un largo tiempo. Dos años de la destrucción del metro de Santiago y de los posteriores saqueos y la extrema violencia, el mundo todavía se pregunta por qué el alumno aventajado de la región decidió hacerse tercermundista.

Se han dado varias razones: la supuesta “desigualdad” del modelo “neoliberal”, la rabia contenida por supuestos “abusos” del sistema, la desigualdad de Chile, etcétera. Lo cierto es que ha quedado evidente algo concreto: lo de Chile nunca fue un “estallido social” sino que fue una revolución socialista creada por la élite progresista.

La gente que salió a quemar estaciones de Metro ese día, no lo hizo de forma espontánea, sino que lo hicieron con intenciones claras de desestabilizar la democracia chilena. Y los causantes de esto fueron la extrema izquierda desesperada por llegar al poder: el Frente Amplio y el Partido Comunista.

También se habló de intervención extranjera: el Grupo de Puebla o Foro de Sao Paulo y de las “brisas bolivarianas”, cuya frase fue dicha por el mismo Diosdado Cabello para referirse a las protestas que sucedían en esos momentos.

La misma figura comunista Florencia Lagos lo reconoció públicamente: esta es fue una protesta instigada por ellos.

Un recuento de los sucesos muestra la magnitud de la catástrofe: además de quemar 80 estaciones de metro (20 de ellas de forma simultánea), también hubo cerca de 300 supermercados saqueados o quemados, cerca católicas y evangélicas quemadas.

Lo concreto fue que la izquierda logró algo que ni en sus mejores sueños habían contemplado: iniciar el derrumbe de un gobierno de centro-derecha mediante un golpe de Estado blando. La reacción de Piñera fue al principio lenta: “estamos en guerra con un enemigo poderoso”. Esa fue la frase que dijo por esos días, pero al ser abandonado por los militares a cargo del toque de queda, su gobierno quedo vulnerable.

Cuando ocurrió el 26 de octubre la infame “marcha del millón”, Piñera decide ceder ante la izquierda y entregó en bandeja de plata la institucionalidad chilena para salvarse. Ahora Chile tendrá un plebiscito que podría cambiar la Constitución y que solo favorece a los políticos, que puede llevar a Chile al tercermundismo y ser igual a sus vecinos.

El éxito de la revolución se dio gracias dos factores: la prensa propagandista que mintió y que fue cómplice integral de la violencia y las mentiras creadas por grupos de izquierda que generaban la idea que en Chile se cometían violaciones a los Derechos Humanos.

Obviamente hay que sumarle el fenómeno de la generación perdida: Nuestras universidades se convirtieron en nido de adoctrinamiento.

Pero volvamos a los datos duros. La evidencia empírica deja a Chile como el país más próspero, más libre y seguro de Latinoamérica. Basta un solo ejemplo: la pobreza de nuestro país es cercana al 10% y la pobreza extrema es menor al 2. Pero nuestros periodistas avalaron la teoría izquierdista de la desigualdad y que esa era la razón principal del descontento de la sociedad. No por algo ellos son los que crearon la idea que Chile necesitaba un nuevo “pacto social” en favor de la igualdad.

¿Cuál igualdad? La de Venezuela donde todos son igual de pobres? La de Cuba o Nicaragua donde los índices de igualdad son equitativos? Chile ha crecido en todos sus niveles desde 1973 luego de venir en picada nuestra economía por un gobierno fracasado como el Salvador Allende que diezmó nuestra economía. No hay duda de ello. La miopía de la izquierda radical de no reconocerlo es porque su intención es llevar nuevamente el país a la quiebra, para hacer lo mismo que en Venezuela: dominar a la gente a través de la miseria.



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