Las voces del Infierno

La Guerra Fría fue un enfrentamiento que tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo pasado, que opuso a dos posturas políticas e ideológicas irreconciliables: el bloque occidental capitalista, liderado por Estados Unidos , y el bloque oriental comunista, identificable con la Unión Soviética. Su nombre deriva de la característica principal de este conflicto: la ausencia casi absoluta de confrontaciones directas, dado que el potencial nuclear existente en dicho ese tiempo, minaba de terror la posibilidad de una nueva guerra.


No obstante esta aparente inmovilidad, se favoreció una competencia a nivel político, ideológico, social, cultural, económico, tecnológico, informativo y sobre todo, militar. La creación de las armas nucleares más potentes de la historia, como la bomba del Zar (4.800 veces más potentes que la de Hiroshima), y la llegada del hombre a la Luna son los ejemplos más comunes de esta competencia ofrecida.

Sin embargo, existen algunas confrontaciones singulares a las que el acotado éxito o utilidad han encargado de sepultar en la historia. Entre estas páginas cubiertas de polvo se encuentra un proyecto de prospección científica, efectuado por la URSS, que tuvo como finalidad literalmente cavar una agujero hacia el centro de la Tierra.

Emulando a los dibujos animados en su constante búsqueda por llegar a China por el camino más corto, en 1970 se comenzó una perforación en la Península de Kola (sí, ¡qué divertida casualidad!), al norte de Rusia, en el óblast de Múrmansk. Inicialmente planificada con una profundidad de 15 kilómetros, logró alcanzar 12 en 1984, superando con creces al anterior récord norteamericano de poco más de 9,5 km. Catorce años de trabajo se fueron por el caño cuando un accidente sepultó los 5 kilómetros finales del agujero, obligando a recomenzar el experimento desde el nivel de 7 km. Tras cinco nuevos años de trabajo, en 1989 la profundización alcanzó su pico máximo al marcar 12.262 metros, tras lo cual se suspendió la profundización al toparse con un límite tecnológico. A dicha profundidad, la temperatura ascendía a más de 180°C, interfiriendo con los procesos de lubricado y despeje de roca con que contaba la broca empleada. Esto, sumado a los problemas políticos surgidos casualmente en el mismo año, frenaron el avance definitivamente. Cabe destacar que doce kilómetros, por muy poco que aparente ser, es casi la tercer parte del ancho de la corteza terrestre, así que no es ninguna pavada.

En el procedimiento se extrajo material de más de 2.700 Ma de antigüedad, un verdadero tesoro para la sociedad geológica internacional (declarado posteriormente tesoro científico geológico por la Unesco). Durante el proceso, los científicos se toparon con diversas sorpresas, como la muy abundante presencia de agua líquida en las fisuras entre la roca impermeable, y la proporción elevadísima de hidrógeno libre y caliente a muy altas profundidades, contraponiéndose con la teoría clásica de formación planetaria, que indica que este gas se habría perdido casi por completo en la temprana edad del globo, dada su baja densidad.

Muy bien, miles de millones de rublos fueron invertidos en esta investigación y los resultados, pese a su abundancia, no encontraron destinos muy prácticos, fuera del ejército de geólogos y geofísicos que a lo largo de casi treinta años babearon mensualmente los listados de datos obtenidos. El proyecto fue detenido en el 89 y cancelado definitivamente en el 2008, tras casi dos décadas de mantenimiento de un laboratorio a 8,5 km de profundidad (ojo, nada de gente, sino un pequeño espacio de metro y medio de diámetro utilizado para diversos experimientos).

Internet, en su búsqueda impostergable de desinformar, se encargó de rescatar este proyecto hacia el año 2002, cuando circuló una información un tanto exagerada sobre un proyecto similar. La leyenda urbana dicta que "en algún lugar de la Siberia rusa", "cerca del Polo Norte", en "una instalación cuya ubicación precisa es clasificada", al cabo de algún tiempo se había logrado alcanzar la cifra récord de 15 km de profundidad. A esta altura del estudio, qué mejor que bajar un micrófono "especialmente adaptado". Pues bien, el cuento dice que al hacerlo se habrían captado sonidos que sólo podían identificarse como lamentos y gritos de sufrimiento provenientes de gigantescas cámaras a dicha profundidad. Acto seguido, los científicos invadidos por el terror, habrían detonado cargas explosivas a lo largo del tubo, con la finalidad de sellar el infernal agujero.

Así que aparte del mundo de la ficción, nada de puertas infernales de momento. Queda pendiente hallar ese ingreso donde circule gente colorada con cuernos y cola, con el típico hedor de los mares de sangre y azufre, y el tañir de campanas de condenación de fondo.

http://berdunsun.blogspot.com/2010/04/el-pozo-superprofundo-de-kola.html


habra que seguir esperando .................gracias men

 

Viejo como el hilo negro, y quiza mas.

 

Interesante historia, es conocida y antigua.

Se agradece el aporte.

 

En un libro de un Rosacruz chileno, del año 1920 creo, se leía el relato de este "maestro" que bajaba a los substratos terrestres y en ellos encontraba almas en pena, sufriendo por sus obras en vida. Dice que encontró a un primo que se había suicidado tomando veneno y que "allí", en ese lugar al interior de la Tierra estaba él, vomitando sin parar y como "pegado en el momento de la muerte". Vaya a saber si es verdad o no, pero esa escena del Infierno de Dante con esos gritos registrados, se hacen más que interesantes.
Hasta que no se demuestre lo contrario, siempre será un rebote constante del "quizá".

 

Como dicen los demás esto es antiguo, algunos dudan que de que si es verdad o no a pesar de que se diga que es un mito urbano. Para mi es un mito urbano pero no deja de ser una excelente historia, de vez en cuando escucho muchas historias urbanas relacionadas con el terror y esas cosas.