10 adolescentes contra Hitler en la Segunda Guerra Mundial

Tema en 'Historia' iniciado por akazeronez, 30 Jul 2024.

  1. akazeronez

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    La Segunda Guerra Mundial sigue significando uno de los acontecimientos más trágicos de la humanidad. Alrededor del mundo, las personas de la época quedaron horrorizadas con las acciones cometidas por Adolf Hitler bajo la ideología nazi. Los adolescentes no fueron la excepción.

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    Influenciados por la prensa y principalmente por los actos de soldados alemanes, muchas personas jóvenes alrededor del mundo querían tomar parte para frenar las acciones de Hitler. Los 10 jóvenes de esta lista formaron parte de aquellos esfuerzos valientes y arriesgados que lucharon contra la ideología nazi para liberar y salvar a los perseguidos y oprimidos.



    1 – Stefania Podgorska.
    Stefania Podgorska (la mujer a la derecha en la fotografía) fue a trabajar para la familia judía Diamant cuando tenía 16 años, esto después que su padre murió. Podgorska se acercó a los Diamant y llegó a mudarse a su residencia. Desafortunadamente, poco tiempo después Hitler invadió Polonia y la familia fue forzada a vivir en el gueto.

    Podgorska regresó a casa de su familia después que su madre y hermano fueron enviados a campos de trabajo forzado. Debía hacerse cargo de su hermana de 6 años. Las hermanas eran pobres, y vendían ropa para alimentarse.

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    Sin embargo, cuando Podgorska supo que las personas en el gueto morirían, comprendió que su misión era ayudarlos. Se ofreció para dar albergue a varios judíos, incluyendo a Max Diamant, el hijo de sus antiguos patrones. De un momento a otro Podgorska pasó a ofrecer protección a 13 judíos.

    Se hizo de un empleo en una fábrica y utilizó sus ingresos para alquilar una casa más grande. Pero todavía le resultaba complicado mantener a 15 personas. Podgorska empezó a confeccionar camisas a cambio de dinero y comida, suministros que muchas veces tenía que comprar en el mercado negro para no levantar sospechas. Vivía con un temor constante de que alguien descubriera su secreto, por lo que dejó de hablar con las personas cuando salía de casa.

    Cierto día, un grupo de soldados alemanes irrumpió en su casa y le ordenó que abandonara el lugar en un lapso de 2 horas. Ella se negó a salir. Podgorska sabía que si dejaba aquel lugar, los 13 judíos a su cargo morirían. Afortunadamente, los soldados alemanes jamás regresaron.

    8 meses después de aquel evento, el ejército soviético recuperó el control de la ciudad y liberó a todos los prisioneros. Todos los judíos finalmente fueron liberados tras más de dos años y medio ocultándose en las sombras. Max Diamant y Podgorska terminaron casándose y migrando a los Estados Unidos.



    2 – Jack Lucas.
    A la temprana edad de 14 años, Jack Lucas se mostraba ansioso por ir a la guerra. Mintió sobre su verdadera edad y falsificó la firma de su madre en los documentos de ingreso al ejército. Lucas logró hacerse de un lugar en el ejército como tirador de los fusileros navales. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes que los oficiales se dieran cuenta que Lucas era menor de edad. Lo amenazaron con enviarlo de vuelta, pero el joven dijo que simplemente se volvería a enlistar en el ejército. Así que los oficiales le ofrecieron un cargo seguro: conducir un camión de transporte en Hawái.

    Pasaron tres años y Lucas no vio acción en combate. Estaba preocupado por el hecho de que jamás llegara a participar en una batalla. Entonces, el adolescente se embarcó rumbo a Iwo Jima y al poco tiempo estaba peleando contra soldados nipones. En ese lugar, dos granadas cayeron en su trinchera. Lucas alertó a sus compañeros fusileros y logró despejar una de las granadas. La otra explotó.

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    Lucas se salvó por muy poco de aquella explosión. Tuvo que pasar por 26 cirugías para sanar sus heridas, pese a esto, su cuerpo tenía incrustadas más de doscientas esquirlas. Lo jubilaron y lo premiaron con la Medalla de Honor.



    3 – Zinaida Martynovna Portnova.
    Zinaida Portnova era una quinceañera cuando el ejército nazi invadió Bielorrusia. Su abuelo tuvo una discusión con uno de los soldados y el militar terminó golpeándolo. Este incidente provocó que Portnova cultivara un profundo odio por los alemanes, por lo que se unió a un movimiento de resistencia.

    Portnova empezó distribuyendo propaganda soviética, después pasó a recolectar armas para el Ejército Rojo y a revelar los movimientos de las tropas alemanas. En el transcurso de un año, desarrolló habilidades en el uso de armas y explosivos. Portnova participó en las explosiones de varios edificios que se cobraron la vida de más de un centenar de alemanes.

    Después, se infiltró como asistente de cocina, proporcionando alimentos envenenados a las tropas alemanas. Inmediatamente Portnova se convirtió en una sospechosa. Defendió su inocencia e incluso llegó a ingerir un poco de la comida envenenada para probar que no había nada malo en los alimentos que ella preparó. Como no se enfermó, los alemanes la liberaron.

    Sin embargo, en el camino de regreso a casa se puso extremadamente mal y apenas logró recuperarse. Cuando notaron que Portnova no regresó al trabajo, los alemanes se dieron cuenta que ella los había envenenado y empezaron su búsqueda.

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    Portnova se convirtió en una saboteadora del Ejército Rojo y la capturaron durante una de sus misiones. Durante el interrogatorio, le quitó la pistola a un oficial nazi y disparó contra dos soldados. Aunque Portnova intentó escapar, fue capturada, torturada y ejecutada. Tan sólo tenía 17 años.



    4 – Simone Segouin.
    Simone Segouin, de 18 años, tenía una determinación increíble para ayudar en los esfuerzos de liberación de Francia que se encontraba bajo el control del ejército alemán. Se unió a la resistencia francesa y empezó a capturar nazis, con todos los recursos que tenía a disposición. Su primera misión implicó robar una bicicleta de un soldado alemán. Lo logró. El transporte fue repintado, y Segouin la empleó para el envío de mensajes.

    En muy poco tiempo pasó a ejecutar misiones complicadas. Su teniente le solicitó ayuda para que participara en la explosión de un puente. Segouin recibió un arma y dirigió a la guardia de la zona contra los alemanes. No tuvo que hacer un solo disparo, pero el teniente le mostró su admiración por la valentía mostrada. Así, Segouin pasó a hacer trabajos mucho más peligrosos.

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    Se unió a sus colegas miembros de la resistencia cuando éstos explotaron puentes y descarrilaron trenes. Al final de la guerra, Segouin se convirtió en un soldado. Peleó en la batalla para liberar Chartres, su ciudad natal, y ayudó en la captura de 25 soldados alemanes. Segouin se unió a las tropas francesas en su marcha a París y también ayudó a liberar la capital.

    La promovieron a teniente y recibió la Croix de Guerre por su heroísmo.



    5 – Bernard Bouveret.
    Bouveret apenas tenía 16 años cuando se unió al Servicio Secreto Suizo. En un comienzo, solamente se desempeñó como mensajero e informante sobre los movimientos de los soldados alemanes. Sin embargo, al poco tiempo se hizo contrabandista. Formaba parte de un grupo de 15 personas que transportaba granadas, microfilmes, pólvora y personas a Suiza, donde estarían seguras.

    Era un trabajo peligroso que requería el cobijo de la oscuridad. Sin embargo, había toque de queda entre las 11 de la noche y las 5 de la mañana. Los soldados alemanes tenían la orden de disparar a cualquier persona que encontraran en las calles durante ese lapso. De hecho, uno de los amigos de Bouveret murió durante una misión.

    Sin embargo, Bouveret y su grupo continuaron contrabandeando fugitivos a la frontera con Suiza, donde se quedaban con familias que les ofrecían albergue. Estas familias ayudaban a los fugitivos a acercarse a Suiza, donde eran ubicados en campos de refugiados. Bouveret y su grupo salvaron a cientos de personas.

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    Desafortunadamente, Bouveret fue capturado por los alemanes en 1943 y enviado al campo de concentración de Dachau. Allí sobrevivió durante 2 años, hasta que fue liberado por los Aliados en 1945.



    6 – Masha Bruskina.
    A los 17 años, Masha Bruskina formaba parte de la resistencia de Minsk, en Rusia. Se ofreció como voluntaria en un hospital que cuidaba de los soldados heridos del Ejército Rojo. Bruskina hizo mucho más que cuidar a los enfermos, ayudó a sus compatriotas a escapar consiguiéndoles ropa de civil y falsos documentos de identidad.

    Sin embargo, uno de sus pacientes la delató con los alemanes. Bruskina fue capturada y torturada durante varios días, siempre reusándose a revelar los nombres de los otros miembros del grupo. Los alemanes la condenaron a la horca.

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    Bruskina fue exhibida por las calles, pero la mujer caminó con serenidad hasta su muerte. Cuando la colocaron en el banquillo, le dio la espalda a la multitud. El acto irritó a los alemanes, pues querían que los presentes atestiguaran el terror en su rostro. Intentaron forzarla a voltearse, pero no tuvieron éxito.

    El cadáver de Bruskina se mantuvo en exhibición durante 3 días en la horca antes que los alemanes permitieran que la ciudad la sepultara.



    7 – Charlotte Sorkine.
    Con 17 años, Sorkine era la miembro más joven del grupo de resistencia francesa. Ayudó a fabricar miles de documentos falsos para las personas perseguidas por los nazis y sacó a grupos enteros de personas del país. Sorkine ayudó a que su propio padre huyera del país. Ella quería hacer todo lo que estuviera en sus manos para ayudar en la lucha contra los alemanes.

    Después que Marianne Cohn fuera atrapada, torturada y ejecutada por los nazis, Sorkine quedó a cargo de sus obligaciones. Ayudó a trasladar decenas de niños a Suiza, donde estarían seguros. Sorkine siguió fabricando documentos y ayudando a escapar a las personas incluso después que muchos miembros de su grupo de resistencia fueron atrapados.

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    Con el tiempo se unió a un grupo de resistencia distinto que se enfocaba en el combate. Sorkine se encargó de obtener y transportar armas, plantar explosivos en los sitios donde se encontraban los soldados alemanes y participó de forma activa en la liberación de París.

    Tras la guerra, Sorkine fue condecorada con múltiples premios por sus acciones, la Medalla de la Resistencia y la Croix du combattant volontaire de la Résistance.



    8 – Truus Oversteegen.
    Toda la familia de Truus Oversteegen estaba contra la ideología nazi, por lo que se dedicaron a ayudar a los pueblos judíos y refugiados políticos a cruzar de forma ilegal la frontera entre Alemania y Países Bajos. A los 16 años, Truus estaba ansiosa por hacer algo más. Cuando un miembro de la resistencia holandesa le solicitó que se les uniera, la joven aprovechó la oportunidad. Oversteegen empezó ejecutando misiones sencillas, entre sus primeras tareas se encontraban acciones como distribuir folletos y periódicos ilegales así como buscar ayuda para los refugiados.

    Pero rápidamente Oversteegen se involucró en misiones más complicadas. Ingresó a los campos de concentración, presentó documentación falsa y extrajo a niños judíos. Junto con sus compañeros de la resistencia buscó refugio para esos niños.

    Tiempo después Oversteegen fue invitada a unirse a la resistencia armada, y aceptó sin pensarlo dos veces. La joven recibió entrenamiento militar y aprendió a disparar. Su primer trabajo fue seducir soldados alemanes para conducirlos al bosque. Una vez allí, eran fusilados por otros miembros de la resistencia. Al poco tiempo, Oversteegen estaba ejecutando soldados nazis y explotando puentes.

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    Sus acciones molestaron a los alemanes, que ofrecieron 50 mil florines como recompensa por su captura. Jamás la atraparon.



    9 – Sonya Butt.
    A los 17 años, Sonya Butt se unió al Women’s Auxiliary Air Force el día en que fue legalmente elegible para el servicio. A los 2 años llamó la atención del Ejecutivo de Operaciones Especiales, que buscaba espías femeninos en potencia.

    Literalmente cayó de un paracaídas al norte de Francia para servir como intermediaria entre las tropas aliadas y la resistencia francesa. Además, Butt era responsable por conseguir nueva información. Tuvo que cenar con oficiales alemanes y coquetearles para obtenerla.

    Era especialista en explosivos y empleó la información que obtenía para explotar puentes y convoyes alemanes. Después que su oficial de armas cayera abatido, Butt pasó a desempeñar sus funciones y entrenó a los nuevos reclutas en armas y explosivos.

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    Su trabajo estaba repleto de riesgos. En una ocasión se dirigía a entregar un mensaje cuando fue emboscada por los alemanes. La tiraron de su motocicleta y la interrogaron. Los soldados la apuñalaron y después la ultrajaron. La dejaron sangrando en el suelo a su suerte, pero Butt se refugió en un silo cercano. Al día siguiente, entregó la información que le habían encomendado y regresó de la misma forma en que había llegado.

    Después de la guerra, las acciones de Butt fueron reconocidas por el MBE (Miembro de la Orden del Imperio Británico). Se casó con uno de sus compañeros agentes y se mudó a Canadá.



    10 – Adolfo Kaminsky.
    A los 13 años Kaminsky abandonó la escuela para ayudar a su familia. Trabajaba en una tintorería. Kaminsky pasó horas aprendiendo a remover las manchas del tejido, y desarrolló cierto apego por la química. Empezó a leer libros de química y a realizar experimentos en casa. Los fines de semana los ocupaba como ayudante de un químico.

    Los nazis invadieron su país cuando tenía 16 años, pero Kaminsky y su familia evitaron la reclusión en un campo de concentración. Tuvieron que refugiarse en el subsuelo para sobrevivir.

    Cierto día, el padre de Kaminsky lo envió a recoger documentos falsos de un grupo de resistencia judía. Cuando Kaminsky llegó al punto acordado, le dijeron que el grupo estaba teniendo problemas para eliminar una tinta azul de los documentos. Les dijo que usaran ácido láctico, un truco que había aprendido con el químico donde trabajaba. Funcionó y Kaminsky fue invitado a unirse a la resistencia.

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    En su cumpleaños número 19, Kaminsky salvaba la vida a miles de personas fabricando documentos falsos: tarjetas de identidad donde se especificaba que no eran judíos, pasaportes extranjeros y boletos de tren. Jamás recibió un centavo por su trabajo. Su único fin era ayudar a las personas desfavorecidas. Kaminsky continuó su trabajo tras la Segunda Guerra Mundial, proporcionando documentos falsos a personas carentes en todo el mundo