Antr.omusica

es que, de hecho, esto es un ejercicio

lo publicaba en mi flog y a medida que posteaban me di cuenta que gustaba, es por eso que la gente pedía canciones y de ahí creció el asunto...

 

Antr.opomúsica #23: Falso Amor - Los Picantes

¿Cómo podré olvidar aquella tarde en que te vi en el Club de Polo? Yo venía con mi yegua al terminar el tercer período y te vi en aquella acequia junto a los establos, tan bella, con esa figura que la quisiera cualquier mujer cosmopolita.

Me dijiste que trabajabas en el Platinum solo para costear tus estudios de Enfermería y que vivías en Ñuñoa, cerca del Estadio Nacional. Luego del partido, te invité a tomarnos algo y tu aceptaste gustosa. Esa noche fue increíble, fuimos a Sala Murano y luego a la Kmasu, terminando en una de las mejores habitaciones del Hyatt. No me importó pagarte, total, es para costear tus estudios.

Nunca más pude sacarte de la mente. Vez que nos topábamos, bebíamos, nos drogábamos con la mejor cocaína o el mejor éxtasis que conseguía con los dealers de La Reina y terminábamos en mi Duplex del barrio El Golf. Varias veces te fui a ver al Platinum, tú, bella, la más hermosa de todo ese harem de bellas concubinas, resaltabas y me drogabas con tu despampanante belleza.

Recuerdo esa anécdota, en mi duplex, cuando desafortunadamente, esa noche de lujuria te llegó tu período y cáspitas! yo estaba haciéndote sexo oral. Fue bochornoso, no puedo negarlo, pero no me importó en demasía, seguí sin dudar.

¿Cuántas veces paseamos en mi Jaguar por todo el barrio alto? Fuimos a cuanto carrete top se armaba. Incluso te llevé en un crucero exclusivo por el Caribe, con amigos muy cercanos, que te quisieron mucho.

Lamentablemente, tuve que ir de viaje de negocios a New York y a mi regreso, estabas con ese tipo, el nuevo dueño del Platinum, echando tierra encima de todo lo hermoso que tuvimos. Fue muy desagradable verte de la mano de ese tipo y peor verte en mi mismo Duplex acostada con él... y haciéndole las mismas cosas que me hacías a mi. Que atroz.

Por muy católico, apostólico y romano que yo sea, no pude permitir tamañan felonía y me dirigí raudo hasta la morada de ese infame ser de pacotilla, que no vale ni medio centavo de mi abultada billetera. Mi honra estaba mancillada por un hombrecillo que con suerte terminó la enseñanza media en un liceo fiscal, así es que fuí, lo busqué y lo encontré en su casa de Huechuraba. ¿Qué se iba a imaginar, quitarme a mi mujer? No... no lo permití y con mi guante blanco lo abofeteé, provocando un duelo de machos en celo por la hembra receptiva.

Debo reconocer que se me pasó la mano. No es mi culpa practicar artes marciales y defensa personal y haber sido boina negra durante varios años. Con la misma arma cortopunzante que me hizo la herida en mi brazo, yo se la quité y en un momento de ira, se la clavé en lo más hondo del pulmón. La lucha fue sin cuartel, solamente interrumpida por Investigaciones de Chile, que me detuvo con el arma del delito en mis manos y el tirado en el suelo, todo ensangrentado.

Yo te quise, te amé mucho, sin importarme que trabajaras en el oficio más antiguo del mundo, total lo hacías para costear tus estudios de Enfermería en la Universidad Católica, pero a ti no te importó. Todos los lujos, las invitaciones, las atenciones, mi real cariño, nada valió.

Es por eso, que desde Capuchinos, con mucha vergüenza y pidiendo disculpas a todo el mundo por la atrocidad que voy a decir: María de los Ángeles, maraca y la concha de tu madre, métete por la raja tu falso amor.

Maraca!

 

Antr.opomúsica #24: Desde que te perdí - Kevin Johansen

No puedo negar que antes de que te fueras todo era pésimo para mí. El tenerte siempre a mi lado era una molestia inmensa. Siempre, las veinticuatro horas junto a mi, hostigándome... ya me tenías chato...

Pero desde que te fuíste, todo cambió. Ahora todas las muchachas están vueltas locas por mí. En serio, incluso hay algunas que me dicen que soy el amor de su vida y que ellas serían ideales para vivir conmigo y hacerme feliz. Las oportunidades se me presentan una y otra vez y yo, ni corto ni peresozo, las aprovecho todas.

Por fin puedo hacer lo que yo quiera y no me importa nada de nada. Logré estabilidad en todo sentido, conseguí trabajo y estoy ganando un gran sueldo, incluso me estoy codeando con otro tipo de personas, muy distintas a las que conocimos... otro nivel, pos oye.

En la calle las mujeres se dan vuelta y me sonríen, después de todo, nunca he sido mal parecido... solo tu presencia molestaba. En cada fiesta, me hacía notar, si incluso me decían que me parecía al tipo ese, el de la Play Bloy, a Hugh Hefner... jajajajaja...

En definitiva... desde que ya no estás aquí, hago lo que se me da la gana... pero debo reconocer que no tengo ganas de nada...

Algunas veces nos topamos y nos servimos algo... siempre en momentos muy esporádicos... y a veces encuentro que tienes razón cuando dices que ya no es lo mismo que antes... pero que estás mucho mejor sin mí.

Ya nada es igual, nuestras vidas cambiaron... estuvimos juntos durante mucho tiempo, pero era necesario que nos separaran. No podía tener privacidad teniéndote a mi lado y mis costillas me dolían demasiado.

Tenemos que agradecerle al doctor que nos separó, hermano mío, porque gracias a él podemos hacer normalmente nuestras vidas... aunque para nosotros ya no sea lo de antes... es mejor vivir así.

 

Jáaaaaaaaaaa... estoy escuchando la canción de la historia #1

 

Antr.opomúsica #25: Dos monedas - Ramón Ayala

Alonso era uno de esos típicos borrachitos que circulan por los alrededores de La Vega Central, mendigando algunas monedas para comer, pero la mayoría de las veces para abrigar el cuerpo con una cañita de pipeño. Este solitario hombre que vagaba por las calles de Recoleta e Independencia de vez en cuando se topaba con algún amigote de farras, con el cual compartía algunos tragos y luego el abrigo para capear la fría noche invernal.

Esta vez, el compañero fue Adrián, un ex médico, que cayó en desgracia cuando perdió un juicio por negligencia médica y quedó en la ruina, lanzándose a los brazos de Baco, que como siempre, es muy generoso con cada uno de sus devotos seguidores. Esta vez Adrián venía furioso, masticando su ira, con el rostro enrojecido por la rabia. Su hijo no había conseguido dinero para comprar algo para comer y beber. La golpiza del adolescente fue de proporciones, que de seguro fue a dar a algún centro asistencial, cosa que solo suponía, ya que huyó del lugar en el instante.

Alonso escuchó atentamente la narración, hasta que de pronto se abalanza hacia Adrián y comienza a golpearlo hasta quedar sin fuerzas. Adrián se defendía como podía ante el ataque del enardecido borracho, el cual entre lágrimas, mientras lanzaba certeros golpes le comenzó a contar lo que parecía ser su gran secreto:

“¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¿No te das cuenta de la imbecilidad que has hecho? ¿Acaso no tienes sentimientos?”, le preguntaba con ira junto a una lluvia de puñetazos. “El cabro chico tiene que obedecerme y traerme plata”, le respondía confundido el ex médico. “No te deseo mal, pero tu hijo se te puede morir buscando la plata para que tomes”, replicó Alonso. “No es para tanto, el cabro es grande y se sabe defender”, se excusó Adrián.

“Te voy a contar algo que nadie sabe, para que sepas que lo que hiciste hoy es de un animal sin perdón de Dios – decía Alonso – . yo tenía una empresa de vulcanización y revisión técnica de camiones, que estaba prosperando gracias a mi esfuerzo y el apoyo de mi mujer, pero me empezó a ir mal y yo con las preocupaciones comencé a beber todas las noches, llegando a la casa casi sin dinero y totalmente ebrio. Fue entonces cuando mi mujer, indignada, se ponía a reclamarme por como llegaba y yo entre tantos grados alcohólicos en la cabeza, la golpeaba con dureza, hasta que ella se aburrió y me abandonó, dejándome a mi cabro chico con ocho años. Los dos solos y yo seguía bebiendo con las pocas lucas que me estaban quedando. Finalmente la empresa se fue a la quiebra y perdí todos los bienes que quedaban y yo, no dejaba de beber. Nunca más supe de ella, se la tragó la tierra y ni siquiera preguntaba por su hijo que de a poco se estaba desnutriendo y solo gracias a las vecinas comía de vez en cuando”

Adrián se sentó en el húmedo suelo, lentamente, poniendo atención al relato de Alonso, que entre sollozos continuaba:

“Para cuando el Josué cumplió nueves años, yo le preparé un cumpleaños, con poquitas cosas, pero tratando de que él se sintiera querido y tratara de olvidar a su madre, pero al cabo de un rato, después de agasajarlo, se me acabó el vino, a lo cual le pedí que fuera a pedir algunas monedas a la calle para seguir tomando, a lo cual es sin pensarlo fue, como muestra de agradecimiento por el banquete en su nombre. Al cabo de una hora, llegó con mil pesos que me sirvieron para comprar un vino. Él se quedó comiendo los restos del festejo y se durmió prontamente. Pasaron los días y se hizo frecuente el que el Josué estuviera en la calle, mendigando, mientras yo tomaba vino en la casa. Invierno o verano, daba lo mismo, él tenía la obligación de llegar con el dinero para mi. En ocasiones llegaba con heridas, producto de sus desventuras en la calle, pero yo no las tomaba en cuenta, ya que solo me importaba recibir lo recaudado. Para el siguiente invierno, el Josué ya tenía diez años, estaba lloviendo me acuerdo y yo no tenía ningún peso para tomar y con la borrachera a mil, lo mandé por plata, aunque él me decía que estaba lloviendo, no me importó y con dos cachetadas lo mandé por mi dinero”.

Mientras Alonso relataba entre lágrimas y alcohol, Adrián comenzó a angustiarse con las palabras de su ocasional comensal. Alonso, con dificultad, siguió el relato:

“Pasaron dos horas y el Josué llegó a la casa, todo mojado, se acercó a mi y con mucho temor me dijo: “Papito, perdóname, no traje dinero, no me dieron nada”. Yo, ebrio hasta la tusa, me puse de pie y le di un puñetazo en el estómago. “No me vengas con esas cosas, tu me tienes que traer la plata pa’ seguir tomando, que ya se me acabó y me queda mi última caja. Anda y tráeme más plata, chiquillo de mierda”, le gritaba mientras lo golpeaba. “No, papito, no me pegue más, voy a ir, voy a ir, pero no me pegue más, papito”, suplicaba mi niño, desde el suelo. “No vuelvas si no traes dinero. Te olvidas que tienes casa y papá. Me aburrí de tener que mantenerte, cabro de mierda. Puras rabias contigo. Guacho de mierda. Si no me traes plata, no vuelvas”, seguía gritándole. Él se levantó, valiente y con un ahogado llanto salió a la calle tal como estaba vestido, con un short y una polera, todo mojado. No se cómo no lo maté, entre tanta patada y puñete que le di. En realidad, lo que le cuento, amigo, es lo que me acuerdo, quizás que cosas más le dije y le hice al pobre Josué”.

Adrián estaba estupefacto, porque se sentía identificado con la historia de Alonso. Alonso prosiguió relatando, entre las lágrimas y los sorbos del casi avinagrado vino:

“De tanto tomar, me quedé dormido. No sé cuantas horas dormí, recuerdo que estaba amaneciendo y no sé por qué me dio por abrir la puerta. Lo que vi fue impactante...”

Alonso llora desconsoladamente. Adrián no sabe que hacer. El borracho, con mucha dificultad, trata de seguir el relato:

“El Josué... mi niño... el Josué estaba tirado en el suelo... no se movía... el Josué estaba congelado, amigo mío... mi niño se me había muerto... yo lo maté... yo maté a mi hijo... mi niño... mi pequeño Josué... estaba ahí yerto, congelado, casi morado por el hambre y el frío y lo peor de todo es que en una de su manitos tenía dos monedas... ¿Se da cuenta? Tenía dos monedas en su manito... me las traía a mi, pa’ que yo siguiera tomando, pero yo como estaba muy ebrio y dormido, no sentí los golpes a la puerta... yo lo maté... maté a mi Josué”.

Adrián queda helado. Agacha la cabeza, quizás pensando en lo que él hizo horas antes. Alonso, se seca las lágrimas del rostro y tomando un largo sorbo del abrigador brebaje, termina su historia:

“Amigo, ¿Se da cuenta? Perdí a mi mujer y a mi niño por culpa del trago. Dios me castigó por caer en el vicio y ahora estoy solo, en la calle, por mi culpa, por mi vicio”, decía Alonso entre sollozos. “Por eso, no le haga más daño a su familia y deje de tomar. Amigo, usted tiene profesión, no pierda su vida y la de los demás por esto – señalando la caja de vino –, vaya y cuide a su niño y no le haga más daño, que es lo peor del mundo perder a la familia. Nunca olvidaré esa imagen... mi niño tirado con las dos monedas en su mano”.

 

Antr.opomúsica #26: Doll parts - Hole

Ahí estaba ella, vestida de inmaculado negro...
No bastaba con tenerlo todo...
Quería más...
Se especula que fue ella...
Pero todo indica que son solo eso...
Especulaciones...
Ella, la nena...
Ella, la consentida...
Ella, la fría...
Ella, la manipuladora...
Ella, perfecta...
Ella, tan dócil como una gatita...
Tan fiera como una leona...
Ella, la de la infancia abusada...
Ella, la que se secó de tanto llorar...
Ella, mitad mujer, mitad muñeca...
Ella, la obligada a ser mujer cuando tendría que jugar con sus pequeñas de porcelana...
Ella, lo quería todo...
Quizás por eso se habla tanto de su culpabilidad...
Mitad muñeca...
Mitad mujer...
Muchos dicen que es la fusión perfecta...
Tan fría como una muñeca, tan caliente como una mujer...
Sus ojos son cristalinos...
Su sonrisa eterna...
Esa sonrisa hipócrita que tienen las muñecas...
Ese cuerpo terso...
Como muñeca de Mostrador...
La dureza de sus facciones...
La delicadeza de las mismas...
Brazos...
Piernas...
Todo perfecto...
Pero ella quería más...
No se conformaba con la mitad de la torta...
Quería todo...
Hasta la guinda...
De niña quiso ser muñeca...
De mujer, ser la niña que no pudo...
Mitad mujer, mitad muñeca...
¿Vivirá con la culpa?...
¿Aguantará tanto cuestionamiento?...
¿Aguantará tanto dolor?...
La frialdad de su mirada lo dice todo...
Una muñeca no siente...
Una muñeca no vive...
Ella quisiera serlo...
Para no sentir ese odio interno...
No sentir esa frustración...
Ahora lo tendrá todo...
Ella mira el cajón...
Piensa...
Tendrá casi todo...

 

espero que sea en forma positiva

buscaste en el index de escritos? hay varios míos

chan qué? pasa por todos los cuentos de este tema

 

gracias... pasa por el index de escritos