Armando Rossel: primer aviador y bombero de Vallenar

Tema en 'Historia' iniciado por Chumito82, 22 Oct 2024.

  1. Chumito82

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    Aunque parezca extraño, su vocación aeronáutica nació en un funeral. Corrían los primeros días de Abril de 1913 y Santiago se conmocionaba con la muerte de Luis Alberto Acevedo, primer mártir de la aviación Nacional. Caído al Bio – Bio el día 13 mientras en su Bleriot intentaba unir en vuelo sin escalas Concepción con Santiago.

    Influenciado por los acontecimientos, el pequeño Armando Rossel que a la sazón contaba sólo con cuatro años de edad, solicitó a su padre que lo llevara a presenciar el imponente funeral del aviador.

    Apretujado por el mar humano que se dio cita aquel 15 de Abril en las cercanías del cementerio, vio sobrevolar el cortejo algo que se grabó profundamente en su alma infantil. Al consultar a su progenitor sobre qué era aquello, este le contestó que un avión.

    Tan pronto regresaron a casa, con una caja de pasta dental, fabricó un avión lo más semejante posible al que había visto sobre el cortejo. Había nacido su interés por la aviación y el maquetismo aéreo, que a la fecha le ha llevó a confeccionar más de 850 modelos.

    Aprovechando una liquidación que promocionaba la Casa Francesa, viendo tanto entusiasmo, una tía le obsequió libros y revistas de aviación y un aeromodelo al que denominaban “Le oiseau de France” (El pájaro de Francia), lo que no hizo sino acrecentar sus sueños infantiles.

    Trasladada su familia a vivir a Los Andes, fue testigo del regreso a Chile del teniente Dagoberto Godoy Fuentealba, tras su histórico cruce de la cordillera entre Santiago y Mendoza.

    La figura del ilustre aviador en andas de la multitud, intensificó su amor por la aviación, dedicando desde entonces todos sus esfuerzos en llegar algún día a ingresar a ella.

    No obstante, de aquella oportunidad guarda una mala experiencia, al coger en medio de la muchedumbre que atestaba la estación del ferrocarril en espera del tren en que venía Godoy, el contagio del tifus exantemático, mortal epidemia que por entonces asolaba el país.

    Fueron interminables días en que estuvo al borde de la muerte, habiendo perdido los médicos toda esperanza de salvación. Finalmente su vitalidad y juventud, aunque en extremo debilitado, lo salvaron.

    Retornados a Santiago, por aquellos años se creó lo que se denominó El Bando de Piedad, dando vida con otros muchachos de su edad a la rama de aeromodelismo del mismo.

    Ubicado el Bando en plena plaza Bulnes, en más de alguna ocasión alguno de sus aeromodelos fue a caer en las puertas mismas del Palacio de la Moneda.

    Celebrándose un importante acontecimiento aeronáutico en El Bosque tuvo oportunidad de conocer a otro joven como él, vibraba de iguales ideales. Junto a Enrique Flores Álvarez, quien con el correr de los años alcanzaría el grado de Coronel de Aviación , aquella tarde ambos recibieron de manos del Presidente de la República una medalla por la demostración que habían realizado con sus aeromodelos.

    Transcurría 1927 y encontrándose próximo a finalizar su educación secundaria en el Instituto Nacional, consideró que para él había llegado el momento de ingresar al Ejército, del cual por entonces dependía el arma aérea. Sin decir nada a sus padres adulterando su edad se presentó voluntario a hacer su Servicio Militar al regimiento ferrocarrileros, en esos años de guarnición en el cantón de El Bosque cercano al cual precisamente se encontraban los aviones.

    Sin embargo, al momento del examen físico y pese a sus súplicas, el médico de la unidad lo rechazó al observar la enorme cicatriz que le había quedado como secuela de una operación de peritonitis a la que había sido sometido.

    Acongojado regresaba a Santiago, cuando en el tranvía escuchó comentar que en la escuela de Caballería también estaban seleccionado al nuevo contingente. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al cuartel de calle Antonio Varas, donde quiso su suerte que el examen fuera menos riguroso y por sorteo se le llamara a las filas.

    De ello no dijo nada a sus padres y abandonando el Instituto Nacional entró en la escuela de caballería, con gran desesperación de sus progenitores que sin saber de él lo buscaban en la posta, hospitales y hasta en la morgue, enterándose finalmente del destino que su hijo había escogido.

    Destacando por su entusiasmo y capacidad, se le designó al taller de herrería junto a los mariscales, donde un día atrajo la atención del jefe de la unidad, el Comandante Carlos Lira. Extrañado de su juventud, este le consultó sobre que lo había llevado a ingresar a edad tan temprana al Servicio Militar.

    Enterado de sus deseos de entrar a la aviación y ante tanta vocación, el Comandante Lira que había sido el segundo director que tuvo la escuela de aeronáutica militar, tan pronto pasó la revista de comisario, le dio una carta de recomendación, y lo envió a hablar con el Comandante Ramón Vergara Montero, Oficial a cuyo cargo estaba el material aéreo y que tenía sus oficinas en la chacra lo Mabille en El Bosque.

    Acogido con gran bondad por Vergara, fue destinado al departamento de instrumentos en calidad de Operario 4°, pasando al poco tiempo la armaduría de aviones. Correspondiéndole participar en el armado de los aviones Havilland Cirrus Moth comprados en Inglaterra para el naciente correo aéreo, lentamente fue ganando en experiencia y capacidad.

    La aviación militar crecía en importancia y en El Bosque la actividad era constante. El 16 de Octubre de 1928 trabajaban en un Wibault cuando se les ordenó alistarlo para el vuelo de prueba que a aquel avión haría el teniente Augusto Paravich Wahlen. Entregado el avión y viéndolo despegar entró a una carpa de lona que servía como improvisado hangar donde Clodomiro Figueroa que guardaba en él sus aviones, le había solicitado que por favor revisara la caja de cambios de un coche de su propiedad.

    En esa labor se encontraba, cuando una violenta explosión lo lanzó lejos, al tiempo que las cuatro paredes del hangar saltaban por los aires. A su lado yacía el motor del Wibault, que segundos antes se había estrellado a metros suyos al efectuar un vuelo en picada del cual el piloto no lo pudo recuperar. Su buena estrella lo había salvado y al parecer nunca lo olvidaría.

    Por aquel entonces nuestro país adquirió tambien una importante partida de aviones Curtiss Hawk, Curtiss Falcon y dos trimotores Ford 5 AT C, por lo que The Curtisss Aeroplane Export Corp, ofreció nueve becas para que mecánicos chilenos viajaran a los Estados Unidos, a sus instalaciones de Buffalo a interiorizarse del aspecto técnico de estos nuevos aparatos. Ello despertó gran entusiasmo en el personal de El Bosque, presentándose muchos mecánicos al examen por medio de cual serían seleccionados los que Chile enviaría al país del Norte. Conciente de su inexperiencia y poca antigüedad, Rossel optó por no postular. Sin embargo, sus aptitudes no habían pasado desapercibidas al ingeniero de Marina Capitán Rodolfo Berríos, quien acicateando su amor propio lo instó a participar en el concurso, facilitándole diversos textos de estudio para que se preparara. Grade fue su sorpresa cuando al publicarse los resultados constató que había obtenido el segundo lugar. Tiempo después, al mando del teniente Juan del Villar, viajaban a los Estados Unidos.

    En Buffalo una vez más Rossel sobresalió por su preparación y capacidad. Comprobando que el sistema de remachado del capot del motor de los Hawk era inseguro, planteó sus inquietudes a los técnicos americanos, sin que sus observaciones fueran tomadas en consideración. Presentóse entonces al ingeniero Jefe al que dio a conocer sus aprehensiones. Tras escucharlo atentamente y analizar detenidamente la situación, se dio la razón a Rossel, empleándose desde aquel día un sistema que el mismo ideó.

    Aficionado a las motos, sufrió un serio accidente lo que obligó a su hospitalización. Tras sortear la parte crítica de su recuperación, para entretenerse fabricó una hermosa maqueta de un Curtiss, al que diseñó con tren retráctil, elemento aún no en uso en los aviones de la época.

    Llevado a conocimiento de los directivos de la fábrica, desde entonces se le abrieron todas las puertas y era frecuente que Rossel fuera invitado al túnel aerodinámico, consultándosele su opinión sobre los nuevos modelos en experimentación. Oportunidades en que muchas veces alternó con los célebres aviadores Jimmy Doolittle, quien con el transcurso del tiempo adquiriría fama por el bombardeo a Tokyo en los B-25 durante la segunda Guerra Mundial y Frank Hawks, fallecido años más tarde en un accidente aéreo.

    Llegado el momento de retornar al país, la Curtiss ofreció dejarlo un tiempo más en los Estados Unidos, pero aquello fue imposible ya que el contrato que lo ligaba a la Fuerza Aérea Nacional estipulaba que al término de la beca debería prestar servicios en la FAN al menos diez años. De regreso en El Bosque en 1930, fue integrado al equipo que armó el trimotor Ford N° 2, pasando a desempeñarse como mecánico de abordo de Línea Aérea Nacional, recordemos que en aquellos años la LAN pertenecía a la FAN.

    Simpáticos recuerdos guarda de los largos viajes hasta Antofagasta en los lentos trimotores de metal corrugado y del susto que causaba a los pasajeros el desempeño del radio operador Claudio Guzmán (a quien cariñosamente apodaban el Pipo, en recuerdo de los cigarrillos Populares). Guzmán fue el primer radio operador a bordo que tuvo LAN y los enormes destellos que producían los tubos de los equipos transmisores, daban la sensación que estaban soldando al arco y que en cualquier instante el avión se iba a incendiar. Por ello la empresa optó por hacerle un compartimiento especial dentro del avión, ajeno a las miradas de los pasajeros.

    Habiéndose abierto al uso público el aeropuerto Los Cerrillos, el Comodoro Merino ordenó que la aviación civil se mudara al nuevo campo aéreo, dejando El Bosque que la había cobijado desde sus inicios. Clodomiro Figueroa, propietario de viejos aviones ya casi en desuso decidió trasladarlos en vuelo, evitándose con ello el tener que desarmarlos. Conocedor de esta situación, el Comandante de la base prohibió al personal que se subieran en aquellas gastadas máquinas. No obstante Rossel, a quien unía una gran amistad con Figueroa hizo caso omiso de aquellas prudentes recomendaciones y a bordo de una de ellas partió con el conocido pionero a Los Cerrillos. «No bien habíamos despegado cuando la capota del motor se desprendió, dañando la hélice lo que hizo que el viejo biplano cayera invertido a un canal, el que afortunadamente ese día no llevaba agua». En medio de su desesperación, como pudo se desprendió de las amarras que lo ligaban a la cabina y asomando la cabeza al borde del canal lo primero que vio en la orilla eran unas enormes botas. Era el Comandante de la Base que había corrido en su ayuda. Aún cuando no le dijo nada, la presencia del Jefe en ese lugar fue suficiente castigo por su desobediencia.

    Lamentablemente por un esfuerzo mal hecho al armar trenes de aterrizaje su salud se vio resentida lo que lo obligó a dejar la Fuerza Aérea, entrando a trabajar en la representación local de la Ford Motor Company, en el armado de autos y camiones. Mas, antes de un año llegó en su busca el ingeniero Jefe de la Maestranza de Lan, Max Flores Álvarez, quien le ofreció ingresara a la empresa, la que en esos días recibía los nuevos bimotores Curtiss Condor T 32 C, que venían a reforzar su flota.

    Sin pensarlo dos veces, en 1935 regresó a la aviación y pasó a prestar servicios en Los Cerrillos, siendo destinado más tarde como mecánico de cancha a la Posta de Vallenar. Tiempo en que la compañía La Hacienda Agrícola de Vallenar cedía a LAN unas hectáreas de terreno para construir un nuevo aeródromo, donde hoy tiene su ubicación.

    El entusiasmo de Rossel rápidamente contagió a la gente de Vialidad y al alcaide de la cárcel local, quienes le facilitaron herramientas y algunos presidiarios de buena conducta con los cuales con trato adecuado y buenas raciones de porotos luego de un cierto tiempo habilitó la nueva pista. De aquella época se cuenta que pasó por Vallenar el Comandante Gregorio Bisquert Rubio en un bombardero Junkers de la FAN quedando detenido al sufrir un percance durante el aterrizaje. Cuando ya se pensaba que el avió tendría una estadía prolongada en la nortina ciudad, alguien decidió pedir su apoyo. En menos tiempo del que se suponía dejó el avión en condiciones de vuelo pudiendo continuar viaje. Ello hizo que el Comandante Bisquert acuñara una frase que luego se hizo famosa: “Donde haya un Rossel la Fuerza Aérea estará segura”.

    Finiquitándose por parte de LAN en Francia, de una partida de aviones Potez 56, fue trasladado una vez mas a Los Cerillos para participar en el armado del nuevo Material. Abocado a esa tarea, involuntariamente rompió una pieza de uno de los aviones y pudiendo colocarla de igual manera sin que ello se notara, optó por dar cuenta al ingeniero francés. Monsieur Pierre, indicándole que a su juicio el destrozo se había producido como consecuencia de la forma en que aquella venía diseñada. Por su honradez y encontrándose que estaba en lo cierto, la fábrica le obsequió un completo y hermoso juego de herramientas. Juego que sólo tendría junto a si por corto tiempo.

    Comisionado a la Posta de LAN en Portezuelo, Antofagasta, fue encargado de la atención del material de vuelo que pasaba por ella, integrando también la tripulación de los Potez que hacían la ruta a Tacna. El 26 de Marzo de 1937, el Potez N° 5 designado para un vuelo al vecino país acusó falla en uno de sus motores. Como el itinerario debía cumplirse rigurosamente, Rossel se dedicó de lleno a solucionar la panne. Trabajando a pleno sol, pronto el calor hizo presa de él, pero no cejó en su empeño hasta que el avión quedó listo. Recién y siendo pasadas las 14 horas en el auto de la empresa se fue al viejo Hotel Mauri donde se hospedaba el personal de LAN, a prepararse para el vuelo lo que mas tarde debían iniciar a Tacna. Tan pronto entró a su pieza, sintiéndose agotado abrió la ventana y sacándose la camisa se tendió en su cama, aunque sin perder el conocimiento, notó que paulatinamente las fuerzas lo abandonaban, siendo incapaz de responder al menos estímulo. Pasando el tiempo y como no bajaba al hall del Hotel vinieron en su busca el piloto del Potez, Teniente Eduardo Arndt Brieva y el personal de la Posta. Vanos resultaron los esfuerzos por reanimarlo por lo que el piloto optó por irse solo a portezuelo, mientras se llamaba al señor Davis, agente de LAN. Solicitada la presencia de un médico, el doctor Ortega dictaminó que Rossel sufría de una insolación, agravada por una neumonía, ordenando un inmediato tratamiento. Sin saberlo, gracias a aquel contratiempo nuevamente salvaba su vida. Hecha una escala en Iquique, el día 27 el Potez prosiguió hacia el Norte, perdiéndose desde ese momento todo rastro de él.

    Sólo el 24 de Junio los restos de la aeronave eran encontrados estrellados en la quebrada de Higuerani, en el Cerro Blanco, a 30 Km de Tacna, lugar donde lo había cogido una niebla traicionera. En su interior yacían los cadáveres del piloto y sus tres pasajeros. Viajando a la ciudad limítrofe, con las primeras luces del alba, Rossel integrando el grupo de rescate subió la quebrada. Luego de cumplir la penosa tarea de bajar a las víctimas, empezó a desarmar lo que quedaba del Potez, empleando el juego de herramientas que meses antes le había regalado la fábrica. Un brusco deslizamiento de tierra lo lanzó al fondo de la quebrada junto con partes del Potez, perdiendo en la sus flamantes herramientas.

    Retornado a su puesto en la Posta de Vallenar, hizo escala en esa ciudad un DC 2 de Panagra el que venía desde Lima a Buenos Aires, trayendo a bordo al Jefe regional de esa empresa americana. Al momento de seguir viaje uno de los motores quedó en panne, lo que obligaba a pedir ayuda a Santiago implicando al menos tres días de estadía en Vallenar. Ante tal contratiempo alguien sugirió solicitar la ayuda de Rossel. A regañadientes los americanos se acercaron a aquel silencioso mecánico que trabajaba en su taller. Grande fue su sorpresa cuando este les respondió en un correcto ingles y mayor cuando en menos de una hora dejó al Douglas en condiciones de proseguir el vuelo. Días después, con un magnífico sueldo era contratado en Panagra, haciéndosele además el curso de observador meteorológico y de vientos de altura (wind aloft). Nueve años permaneció en la empresa americana, tanto en Vallenar como en Santiago, hasta que por razones laborales la aerolínea suspendió casi por completo sus servicios a Chile.

    Encontrándose en Vallenar se produjo un incendio en la ciudad, el que fue extinguido por sus habitantes con los escasos medios disponibles. Aquilatando Rossel la necesidad de contar con un cuerpo de bomberos debidamente organizados, se dio a aquella tares. Con sus propios medios fabricó los cascos y las escalas y transformando una vieja Victoria construyó un carro porta escalas. El 1 de Julio de 1942 nacía la Primera Compañía de Bomberos de Vallenar, ocupando él el puesto de Capitán. Desde entonces se ha mantenido ligado a los cuerpos de Bomberos de Vallenar, Copiapó y Arica, realizando en la segunda Compañía de aquella ciudad el curso de rescate en altura. Curso que culminó, dándose como regalo al cumplir él sus 80 años, el descenso del Morro de Arica en cuerdas por su pared vertical.
    Pero sus inquietudes iban más allá y el 7 de Junio de 1945 junto a otros entusiastas fundaban el Club Aéreo de Vallenar, entidad a la cual desde entonces se ha mantenido en estrecho contacto, siendo hoy en día (1992) su Mecánico Jefe. Al abandonar Panagra, LAN volvió a llamarlo encomendándole hacerse nuevamente cargo del mantenimiento de sus aviones en la Posta de Vallenar. De ahí se le transfirió al aeropuerto Los Cerrillos nombrándosele Jefe de Grupo del material de vuelo Douglas DC-3 y Glenn Martin 202, cargo que ocupó hasta que LAN inauguró el nuevo aeródromo de Copiapó.

    Requiriendo la empresa de un hombre de experiencia le dio el nombramiento de Mecánico jefe de la Posta de Chamonate, tomando su familia la administración del casino del edificio terminal. Una vez más su ingenio y capacidad quedaron de manifiesto, granjeándose el respeto y el reconocimiento de las tripulaciones que a diario hacían escala en Copiapó. En una oportunidad un avión de itinerario aterrizó con fallas en el tren de aterrizaje delantero, no quedando al parecer otra alternativa que solicitar el repuesto y la venida de un equipo técnico desde la capital. Sin embargo don armando silenciosamente sacó una pieza de un montacargas, comprobando que perfectamente podía suplir aquella fallada en el avión. Horas mas tarde con aquel singular repuesto, pero con toda seguridad la enorme máquina retornaba a Santiago.

    Obligada por las circunstancias económicas reinantes en 1975 LAN se vio en la necesidad de readecuar sus servicios y sus aviones dejaron de volar a Copiapó. Otra vez, Armando Rossel fue destinado a Santiago, pasando a trabajar en el equipo de LAN que en la Maestranza de la compañía efectuaba el cambio de motor a los aviones Mentor T-34 de la Escuela de Aviación. Empero, en esta ocasión su familia cansada ya de tantos traslados le solicitó se radicaran definitivamente en Vallenar.

    Muy a su pesar, pero contando con el tiempo mas que necesario para acogerse a jubilación y comprendiendo que ella estaba en lo cierto, presentó su expediente de retiro de la empresa.
    Hoy en día (1992), con una agilidad envidiable que no dice relación con una edad que no representa, reparte su tiempo como mecánico del Club Aéreo de Vallenar, manteniendo vigente la licencia de Mecánico Jefe N° 377 y en el Cuerpo de Bomberos local, donde se le guarda justo aprecio y gratitud.

    Como entretención en su pequeño taller, fabrica modelos de aviones que en su imaginación vuelven a recorrer una y mil rutas que de joven el mismo hiciera. Trayendo a la memoria los nombres de Arturo Merino, Ramón Vergara y Mauricio Yánquez, al momento de despedirnos mientras sus ojos acusan emoción de recordar los años idos con voz quebrada me dice: “Para mi volar es la felicidad”. Si duda el nombre de Armando Rossel Gómez, “un hombre que vive para l aviación” ya ha quedado grabado en los cielos de la patria.

    El 14 Agosto 1992, el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas de Chile representado por don Alfonso Cuadrado M. y la Dirección de Aeronáutica, representada por don Sergio Barriga K. efectúan un homenaje en el aeródromo de Vallenar a don Armando Rossel.

    Armando Rossel fallecería en Arica, el 23 de Mayo de 2005 donde residía en casa de una hija. Nos cuenta don Sergio Barriga, “que siendo los deseos de la familia sepultarlo en Vallenar, consiguió con la Fuerza Aérea que un avión CASA 212 de Iquique trasladara sus restos desde Arica a esa ciudad.

    Como fundador del Cuerpo de Bomberos de Vallenar sus funerales fueron de noche y recuerdo que recorrimos gran parte del pueblo antes de tomar rumbo al cementerio, mientras la sirena del cuartel donde había sido velado no dejaba de tocar. En el camposanto habló un representante del Cuerpo, yo por el Instituto Histórico, un miembro del Club Aéreo de Vallenar, el oficial de la Fuerza Aérea que encabezaba la delegación que había viajado desde Iquique y me parece que alguien más.”

    Artículo escrito por: Sergio Barriga K., en el número 63 de Información Aeronáutica en el año 1992
     
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  2. _Liberty_

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    Buen articulo, gracias por Compartir.
     
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  3. akazeronez

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  4. haggen73

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    EXCEÑENTE QUE BUEN TEMA...