Brezo

Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Kaeleme, 10 Ago 2017.

  1. Kaeleme

    Kaeleme Usuario Habitual nvl.3 ★
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    No era común que se inmiscuyera en el motivo del tatuaje, por lo general mantenía una conversación amena sobre cosas triviales, pero un tatuaje de un brezo ardiendo? Era algo fuera de lo común.

    ¿Por qué el tatuaje?
    Se lo preguntó varias veces mientras creaba el modelo, desde el momento que el tipo la contactó y le dio las características, surgió en ella la duda ¿Por qué un tatuaje así? ¿Qué podría simbolizar para él?

    Había tatuado muchas calaveras, hamsas, cruces, flores, rosas, lirios, copihues incluso, pero un brezo? Un arbusto sin una forma llamativa, con flores comunes y corrientes, carente de aparecer en poesías o novelas, un brezo era como tatuarse una piedra gris. Ahora, a ese brezo debía añadirle fuego, ¿una piedra ardiendo?
    Todas aquellas dudas llevaron a que la chica preguntara por el motivo del tatuaje

    ¿Por qué te quieres tatuar eso?

    -Cuando lo hagas entenderás- Respondió el hombre desanimadamente, como si el proceso fuese un trámite más en un día laboral.

    Caro se ofuscó un poco por la respuesta, esperaba algo más contundente para alivianar su duda, pero se limitó a hacer su trabajo.
    Puso el dibujo en el brazo, untó el calco con una mezcla entre desodorante y alcohol, logrando colocar el diseño en el pecho.
    Preparó su máquina y las tintas, las agujas en su lugar estaban listas. Todo dispuesto para comenzar otro trabajo más.

    Apenas puso la aguja en la primera línea, perdió la noción del tiempo, su mente estuvo en blanco hasta que el tipo le golpeó el hombro.

    -ME puedo retirar?-
    Caro asintió como por instinto y a los segundos después, vio como el sujeto se marchaba de su local.
    ¿Qué le había pasado? trató de seguir al tipo para preguntarle por qué se iba, pero el toque de las campanas de la iglesia cercana a su local, le indicó que ya eran las 12:00 hrs.
    ¿Dos horas habían pasado ya?

    Su mente comenzó a trabajar para lograr una explicación, el sujeto había llegado al rededor de las 10:00 hrs y el diseño no era muy grande, por lo que 1 hora y 30 minutos era suficiente para terminarlo, luego las explicaciones de rigor, la alusa y la recomendaciones calzaban con los minutos faltantes.

    ¿Qué mierda había pasado entonces?
    En el umbral de su consulta, cambió el letrero de abierto a cerrado. Se excusó con los tatuajes programados y pidió una hora a médico.

    ¿y si tenía un tumor?
    Muchas preocupaciones vinieron a su mente, desde enfermedades catastróficas hasta un problema psicológico grave. La historia del brezo ardiente se fue olvidando en sus prioridades del día, pero sólo hasta que la noche alcanzó su morada...

    Continuará.

    Atte
    Klm
     
  2. Kaeleme

    Kaeleme Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Durante la noche, ansiosa por saber qué le diría el médico, sacó un pito y se lo fumó.
    La marihuana relajó su tenso pensamiento, pudo dejar fluir las ideas catastróficas y dejó que el sueño la llevara a la cama.
    Abrigada, sólo por su ropa interior, comenzó a sentir una picazón en su pecho. Desabrochó su brasier pensando que aquello era la solución, pero la picazón pasó a ser un dolor, una punzante sensación que ella conocía bien. Se incorporó rápidamente en la cama, buscó la luz de su lámpara de velador y se miró el pecho.

    Sus ojos no podía creer lo que veía, pasmada ante el hecho, sólo podía asombrarse por la situación. En su seno se dibujaba un brezo, uno quemándose, uno como aquel que hubiese dejado en el pecho de aquel sujeto.
    Las líneas se iban juntando, cada trazo en su pecho iba completando el tatuaje, creando unas llamas tan reales que incluso podía sentir el calor de ellas. Cuando el dibujo estuvo terminado, sintió que el tatuaje era una especie de ácido y que iba carcomiendo su piel y carne. Lo sentía cada vez más dentro de su pecho, como si las costillas se hubiesen fundido bajo las llamas del brezo. Su corazón aceleró el palpitar, la sensación de que una mancha corroe tu carne y llega al interior la desesperó. Su respiración se agitó también, se tocaba el pecho tratando de parar aquello, pero sentía que no tenía manos.
    Era inevitable, aquello se estaba encargando de consumir su interior, el corazón sintió las primeras llamas y la sangre comenzó a hervir. A su torrente circuló litros de sangre hirviendo, Caro podía ver como sus células se iban desintegrando por el calor, como si cada palpitar lanzara bocanadas de vapor de sangre. El corazón estaba perdiendo su forma, se marchitaba. Con cada latido perdía parte de si, se descascaraba como un murrallón pintado años atrás.

    A esa altura, Caro no respiraba, no se movía, sólo estaba a merced de lo que sentía y como si las llamas en su corazón no fuesen lo suficiente para causarle dolor, el brezo se encargó de expandir sus raíces. El tatuaje comenzó a evolucionar, viendo sus flores arder, se aferró a la vida buscando algo con qué alimentarse. Las raíces tocaron el corazón semi-quemado, lo apagaron sofocándolo con múltiples raigones. Una vez controlada la situación, como un parásito, las raíces comenzaron a drenar la vitalidad que le quedaba al corazón.
    Caro podía sentir como cada débil latido, era una forma de dejar de existir, cada pálpito alimentaba aquel dibujo, avivando las llamas, engrosando las raíces. El fuego la consumía y las raíces le quitaban la vida. Por primera vez sintió dolor en su vida.

    El dolor era tan intenso que la paralizaba, temía respirar porque más dolor iba a sentir, pero el acto era reflejo y con cada inhalación se expandía el temor. El sentir la cubría completamente, como si ella fuese una más de las raíces del brezo y buscara desesperadamente, otro ser de donde consumir vida.

    Despertó, sudada, con el brasier suelto y las sábanas empapadas. Su estómago rugía por algún alimento o un vaso de agua que apaciguara su hambre. Aún era de noche, quedaban varias horas hasta que se levantara.
    Fue a la cocina y cojío la caja de leche, la bebío desde el envase y evitó pensar en lo que había soñado.
    Cambió las sábanas, giró el colchón y se dispuso a dormir nuevamente. Esta vez, esperó que el efecto de la marihuana no trajese otra pesadilla consigo...

    Continuará.

    Atte
    Klm
     
  3. Kaeleme

    Kaeleme Usuario Habitual nvl.3 ★
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    La visita al médico sólo reafirmó una tácita intuición, nada tenía.
    La alucinación, el sueño, la vivencia extrasensorial sólo era algo sin contraste real, todo estaba en su mente.
    A los días olvidó el incidente, cada vez era menos recurrente las imágenes de esa pesadilla, la planilla donde había dibujado el brezo ya no estaba, todo era parte del pasado, uno muy cercano, pero ya vivido.

    Una noche volvió a soñar con el tatuaje, pero esta vez, la flor perdía sus hojas. Ya no ardía impoluta, era una flor más en el final de una estación.

    Despertó con una amarga sensación en su pecho, como si el brezo fuese ella. ¿Eso sentiría al final de su vida?

    Las sensaciones se desvanecieron a lo largo de ese día, sólo fue un sueño, un largo y doloroso sueño.

    Atte
    Klm
     
  4. Él...

    Él... Usuario Nuevo nvl. 1
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    Ibas tan bien, pero te aburres en el camino y matas la historia

    Esto era lo mejor que te he leído y lo estropeas todo con la tercera parte... pensé que seguiría una cuarta, quinta o más partes, porque tenía mucho potencial

    Siempre te pasa eso con tus finales, borras con el codo todo lo hace tu mano
     
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