Completemos el Cuento [Entrenetido]

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por JotaAndres, 13 Sep 2009.

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  1. farrokha

    farrokha Usuario Casual nvl. 2
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel,
    el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos.
    Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea

    - esto servirá, se dijo...
     
  2. farrokha

    farrokha Usuario Casual nvl. 2
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea

    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana...
     
  3. daniellaaa

    daniellaaa Usuario Nuevo nvl. 1
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea

    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa.
     
  4. [M]auro.SS

    [M]auro.SS Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea

    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…
     
  5. farrokha

    farrokha Usuario Casual nvl. 2
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados
     
  6. farrokha

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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...
     
  7. Apola

    Apola Usuario Casual nvl. 2
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones...impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.
     
  8. farrokha

    farrokha Usuario Casual nvl. 2
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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones... impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana tuvo tiempo de gritar, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.

    Emanuel trataba de aquietar sus piernas temblorosas, pero el recuerdo de su abuela y de lo que acababa de hacer, lo llevaban de nuevo a su frenética danza mental, esa que se desplaza entre senos arrugados, vaginas flácidas y polvorientas por la dejación de los años... desde el día aquel, solo eso ocupaba su mente infantil... la anatomía senil de la mujer, deseaba los cuerpos atacados por los años, mientras más viejas mejor.
    Levanta la mirada entonces y advierte que la mujer del frente abre los ojos, una tierna viejita que se acomoda la protesis sin verguenza...

    emannuel: quieres un acomodo definitivo, vieja conxetumadre????
    no termina de decir aquellas palabras y le ensarta el consolador en la boca a la pobre abuelita.

    emanuel: a ver si con eso se te traba la quijada!!!
     
  9. [M]auro.SS

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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones... impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana tuvo tiempo de gritar, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.

    Emanuel trataba de aquietar sus piernas temblorosas, pero el recuerdo de su abuela y de lo que acababa de hacer, lo llevaban de nuevo a su frenética danza mental, esa que se desplaza entre senos arrugados, vaginas flácidas y polvorientas por la dejación de los años... desde el día aquel, solo eso ocupaba su mente infantil... la anatomía senil de la mujer, deseaba los cuerpos atacados por los años, mientras más viejas mejor.
    Levanta la mirada entonces y advierte que la mujer del frente abre los ojos, una tierna viejita que se acomoda la protesis sin verguenza...

    emannuel: quieres un acomodo definitivo, vieja conxetumadre????
    no termina de decir aquellas palabras y le ensarta el consolador en la boca a la pobre abuelita.

    emanuel: a ver si con eso se te traba la quijada!!!-
    "No sabís con la chichita que te tai curando, aweonao"- se escuchó un grito a lo lejos. Un hombre se acercaba corriendo a Emannuel.
    - ¿Que wea tai haciendo sapo e mierda?, te gustan viejitas ctm?!!.- dijo el hombre en tono frenético.
    - Tranquilo amigo, la señora me lo pidió- Emannuel salió corriendo.
    "esto es demasiado para mí, se decía "Ema".
     
  10. farrokha

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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones... impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana tuvo tiempo de gritar, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.

    Emanuel trataba de aquietar sus piernas temblorosas, pero el recuerdo de su abuela y de lo que acababa de hacer, lo llevaban de nuevo a su frenética danza mental, esa que se desplaza entre senos arrugados, vaginas flácidas y polvorientas por la dejación de los años... desde el día aquel, solo eso ocupaba su mente infantil... la anatomía senil de la mujer, deseaba los cuerpos atacados por los años, mientras más viejas mejor.
    Levanta la mirada entonces y advierte que la mujer del frente abre los ojos, una tierna viejita que se acomoda la protesis sin verguenza...

    emannuel: quieres un acomodo definitivo, vieja conxetumadre????
    no termina de decir aquellas palabras y le ensarta el consolador en la boca a la pobre abuelita.

    emanuel: a ver si con eso se te traba la quijada!!!-
    "No sabís con la chichita que te tai curando, aweonao"- se escuchó un grito a lo lejos. Un hombre se acercaba corriendo a Emannuel.
    - ¿Que wea tai haciendo sapo e mierda?, te gustan viejitas ctm?!!.- dijo el hombre en tono frenético.
    - Tranquilo amigo, la señora me lo pidió- Emannuel salió corriendo.
    "esto es demasiado para mí, se decía "Ema".
    y saltó del tren, pues le quedaba poco para llegar y podía hacerlo por su cuenta, necesitaba pensar.

    hay abuela! mi fogosa e insaciable querida abuela, por qué mi hiciste este daño tan tremendo!
     
  11. [M]auro.SS

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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones... impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana tuvo tiempo de gritar, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.

    Emanuel trataba de aquietar sus piernas temblorosas, pero el recuerdo de su abuela y de lo que acababa de hacer, lo llevaban de nuevo a su frenética danza mental, esa que se desplaza entre senos arrugados, vaginas flácidas y polvorientas por la dejación de los años... desde el día aquel, solo eso ocupaba su mente infantil... la anatomía senil de la mujer, deseaba los cuerpos atacados por los años, mientras más viejas mejor.
    Levanta la mirada entonces y advierte que la mujer del frente abre los ojos, una tierna viejita que se acomoda la protesis sin verguenza...

    emannuel: quieres un acomodo definitivo, vieja conxetumadre????
    no termina de decir aquellas palabras y le ensarta el consolador en la boca a la pobre abuelita.

    emanuel: a ver si con eso se te traba la quijada!!!-
    "No sabís con la chichita que te tai curando, aweonao"- se escuchó un grito a lo lejos. Un hombre se acercaba corriendo a Emannuel.
    - ¿Que wea tai haciendo sapo e mierda?, te gustan viejitas ctm?!!.- dijo el hombre en tono frenético.
    - Tranquilo amigo, la señora me lo pidió- Emannuel salió corriendo.
    "esto es demasiado para mí, se decía "Ema".
    y saltó del tren, pues le quedaba poco para llegar y podía hacerlo por su cuenta, necesitaba pensar.

    hay abuela! mi fogosa e insaciable querida abuela, por qué mi hiciste este daño tan tremendo!.
    Emannuel había avanzado bastante caminando, pero tuvo que deterne, al verse frente a un árbol gigante e imponente. El árbolr provocó al extraño en el interior de Emannuel, sintió como que algo lo llamaba a "examinarlo". Emannuel se acercó al árbol y comenzó a acariarle la corteza, empezó a dar vuelta y de lo miraba tiernamente. fue en una de estas miradas, cuando levantó la cabeza, y vió a unos 4 metros de alto, que al árbol le faltaba un pedazo, escaló hasta el lugar, y notó, para su total desconcierto, que el pedazo que faltaba tenía la forma del consolador de su abuela.
     
  12. farrokha

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    Habia una vez un niño llamado Emanuel, el cual tenia un jardin hermoSo y lleno de cadáveres de niños enterrados bajo la tierra del patio de su casa. Para el los niños eran de carne y huesos, pero, para todos los demas eran de juguete. Él relataba todos sus pasos en un diaro que escondía, bajo llave, en una gaveta dentro de su armario. Describía los rostros y los ojos de cada uno de los niños que...Cuidadosamente cortaba trozo por trozo, mientras les cantaba una vieja y conocida cancion de cuna... "Duermete Niño Duermete ya...". Emanuel siempre fué visto en su familia y el barrio como "el raro", y con el correr de los años su madre dejó de prestarle atención a su extraño comportamiento... que dejaba de manifiesto su oligofrenia, desde que empezo a cambiar su actitud, fue un vuelco para todos los que lo conocian. Pero si no fuera por ese tragico día en que Emanuel se despellejó los brazos para cubrir el frio plástico de los juguetes enterrados, nadie habria notado el real estado de locura en que se encontraba nuestro Emanuel.

    El bailoteo de las hojas otoñales en el viento húmedo de julio, hojas que con sus últimas fuerzas aferraban sus dorados dedos a las ramas de sus madres árbol, desgastaba el color del cielo gris y ensombrecía la ventana del ático por la que Emanuel contemplaba la callejuela en la que se encontraba su casa, mientras cocía hilos con piel y plástico, iluminado sólo por la luz plateada que dejaban entrever las nubes y la pequeña ventana de la habitación. Fue precisamente en esta habitación, en la que un día, martes 23 de marzo el "Ema" aprendió lo entretenido que era masturbarse viendo los cadáveres que en algún momento le causaron pesadillas... y día tras día, sumido en enfermizos pensamientos, contemplaba obsesionado la abrumadora belleza de la pequeña Isabella con el deseoso afán de sepultarla junto a su curiosa colección. Fue así como... atónito ante Isabella, cayó en un profundo trance que lo obligó a escribir sobre el piso, con un cuchillo, unos textos en una lengua muerta, casi desconocida...Su madre incitada por las habladurías de sus amigas, llamó a su amigo el cura, que al ver las escrituras de Emanuel, vio como todos sus temores se hacían realidad, y no dudó en sentenciar al pobre muchacho a...
    recuperar la cordura, recuperar su sitio entre la multitud y dejar atrás todas sus extrañas costumbres, las mismas que lo separan del mundo y lo transportan constantemente hacia las más escandalosas visiones... impuras, despues de una converzacion con el cura, Emanuel decide emprender el viaje hacia la cordura, pero el camino a seguir no seria tan facil, estaría lleno de tropiezos y cansancios, seria extenuante, pero con la ayuda de su madre todo sería mas facil.
    La madre tomo el crucifijo regalado por el cura y lo apretó fuerte en la frente Emannuel, el poderío del amuleto irrigó en la sienes del muchacho quien daba espasmos de dolor, sus venas se hincharon exageradamente y en su abdomen se podía ver que algo prisionero de sus carnes, saldría en cualquier moento...Entonces sucedió. Al principio su piel fue tomando un color verduzco y una textura putrefactafacta. Ante los ojos atónitos de su madre, que presenciaba inmóvil la transformación... unas garras se asomaron despedazando el vientre de Emannuel, arremetió con fuerza, desencajando consigo huesos y vértebras. El nacimiento de esta bestia acabó con con la vida del pequeño, ahora que se nutrió lo suficiente, era hora de actuar...
    Pero a pesar de la naturaleza bestial del ser, en lo más recóndito de su mente brutal conservaba algunos de los recuerdos y los instintos más primitivos que de algún modo fueron la herencia del muchacho. Por esto, cuando pudo pararse sobre sus dos patas y lo primero que vió a la que fué su madre mirándolo estupefacta con el crucifijo aún inmóvil en la mano, su primer impulso de atacarla fué de alguna manera anulado por un extraño sentimiento evocado desde algún vago lugar de su cerebro, que ni el mismo sabría identificar.

    En su lugar, de sus labios nació una pregunta, ¿por qué estás tan seria, mamá? dijo, esbozando algo que sólo una mente enferma podría catalogar como una sonrisa.

    "Algo habremos de hacer con esa expresión tan opaca", dijo, y le abrió las mejillas de lado a lado con las garras que salían de lo que en algún momento fueron sus pulgares. Su madre se desplomó con el rostro despellejado, abierto de par en par, chorreando sangre por su cuello y hombros, y esparciendo un charco pegajoso por el suelo de la habitación. Una menos. Se acercó al cuerpo inerte de la madre y le arrancó de cuajo la tráquea
    - esto servirá, se dijo... (...) mientras golpeteaba el trozo de la mujer en su cabeza, pensando cuál sería su próxmo paso.

    Salió del lugar dando un gran salto por la ventana... y calló en un montón de hojas secas. De pronto su mano se topó con algo oculto entre las hojas que jamás imaginó que encontraría en el patio de su casa. Era un consolador de madera tallado en roble, el cuál tenía en un costado escrito “Rosalinda”, el nombre de su abuela muerta el año pasado. Pensó unos instantes y se dirigió corriendo a la estación de tren más cercana…

    la bestia se concentró en desvirtuar nuevamente su cuerpo y hacerlo aceptable para el ojo humano, volvio a ser un hombre... llevaba el trozo de madera entre sus manos, el tren avanzaba rumbo al sur... como un torrente de oscuros recuerdos llega hasta su mente el día aquel... es tarde cuando vio a su abuela Rosalinda extasiada introduciendo la pieza de madera en su interior, con la boca abierta y los ojos desorbitados

    Qué haces abuela?, gritó Emanuel. Pensé que alimentabas a los animales como dijiste!

    querido! tenía a un animal muy hambriento que alimentar, diez años de viudez no pasan en vano...

    El redescubrimiento de su abuela despertó en Emanuel un deseo indecente e irreprimible. Las ansias se le concentraron como fuego en las entrañas, y sin poder frenarla, la transformación se activó otra vez. La mayoría de los pasajeros dormitaba a esa hora, o estaban ensimismados en sus actividades, así que nadie se observó cómo la bestia se dirigía al últimos vagon; donde una ancianita minúscula se entretenía tejiendo unos calcetines de lana. Nadie escuchó tampoco el gemido de la anciana tuvo tiempo de gritar, cuando se sintío agarrada de las caderas, zamarreada brutalmete como un saco de harina y penetrada por una fuerza descomunal, en medio de una crujidera de huesos y articulaciones. Nadie se dió cuenta cómo su vientre reventó por la volumétrica descarga de la bestia. Nadie sintió tampoco a la bestia lanzando el malogrado cadáver por la ventana del tren. Sólo se despertaron cuando Emannuel volvía a su asiento, convertido en un niño otra vez, tarareando a viva voz una exasperante canción de Topo Gigio.

    Emanuel trataba de aquietar sus piernas temblorosas, pero el recuerdo de su abuela y de lo que acababa de hacer, lo llevaban de nuevo a su frenética danza mental, esa que se desplaza entre senos arrugados, vaginas flácidas y polvorientas por la dejación de los años... desde el día aquel, solo eso ocupaba su mente infantil... la anatomía senil de la mujer, deseaba los cuerpos atacados por los años, mientras más viejas mejor.
    Levanta la mirada entonces y advierte que la mujer del frente abre los ojos, una tierna viejita que se acomoda la protesis sin verguenza...

    emannuel: quieres un acomodo definitivo, vieja conxetumadre????
    no termina de decir aquellas palabras y le ensarta el consolador en la boca a la pobre abuelita.

    emanuel: a ver si con eso se te traba la quijada!!!-
    "No sabís con la chichita que te tai curando, aweonao"- se escuchó un grito a lo lejos. Un hombre se acercaba corriendo a Emannuel.
    - ¿Que wea tai haciendo sapo e mierda?, te gustan viejitas ctm?!!.- dijo el hombre en tono frenético.
    - Tranquilo amigo, la señora me lo pidió- Emannuel salió corriendo.
    "esto es demasiado para mí, se decía "Ema".
    y saltó del tren, pues le quedaba poco para llegar y podía hacerlo por su cuenta, necesitaba pensar.

    hay abuela! mi fogosa e insaciable querida abuela, por qué mi hiciste este daño tan tremendo!.
    Emannuel había avanzado bastante caminando, pero tuvo que deterne, al verse frente a un árbol gigante e imponente. El árbolr provocó al extraño en el interior de Emannuel, sintió como que algo lo llamaba a "examinarlo". Emannuel se acercó al árbol y comenzó a acariarle la corteza, empezó a dar vuelta y de lo miraba tiernamente. fue en una de estas miradas, cuando levantó la cabeza, y vió a unos 4 metros de alto, que al árbol le faltaba un pedazo, escaló hasta el lugar, y notó, para su total desconcierto, que el pedazo que faltaba tenía la forma del consolador de su abuela.

    trepó hasta el lugar y sin pensarlo hizo calzar la pieza en aquel recodo, extrañamente, a pesar del tallado del consolador, el espacio se acomodó para reibir el trozo parte de aquel arbol melenario. Canto de ánimas se escucharon por los alrededores, alaridos del climax de las constelaciones crepusculares, esas invisibles e indefinibles; que sin embargo alli estaban armonizando el mágico moemento. Las ramas del roble abrazaron el cuerpo de emannuel, nuevamente transfigurado y convertido en bestia. Se abró en medio de su corteza una gran galaxia húmeda y viscosa como la de su abuela y succionó el cuerpo de lafiera...
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