El virus existe hace caleta en este país. Nace en una cuna de oro y se educa en un colegio con nombre inglés o de santito, si ambas cosas están juntas, aún mejor. Al virus lo cría una nana de la tercera edad o una peruana, que lo querrá a él como hijo, pero que cuando haya que pagarle no lo hará él como a una madre. El virus tiene muchas réplicas de sí mismo en la casa y en donde quiera va. El virus tiene pelo rubio, a los 15 se le empiezan a poner las patas largas y la voz ronca, practica deportes de cancha de pasto y viaja regularmente a alguna de las casas que tiene fuera de la ciudad. Va a la iglesia y se mete a pastoral, estudia en universidades cuicas y fachas, en donde les enseñan ética conveniente para su existencia. Carretea con copetes caros, atropella a uno que otro zombie y papi está ahí para encubrir y proteger de las sanciones que solo los pobres conocen. A veces salen a chanear, se droga, reza y se come un primo para ponerle algo de herejía a la cosa. Aborta y pasa por apéndice, se casa con otro primo virus y sigue así, perpetuando su vida generación tras generación. El virus siempre ha estado, lo conocemos de vidas pasadas cuando en los campos infectaron las vidas de nuestros abuelos, en vidas recientes cuando en las fabricas enfermaron a nuestros padres con horarios de mierda y sustancias tóxicas; los conocemos en vidas actuales cuando se han opuesto a nuestro deseo de cambiar y sin duda los veremos en vidas futuras tratando de restringir la vida de nuestros niños y niñas con sus definiciones de ética y moral. Los cuicos son así, ni siquiera es que no les importemos, simplemente no existimos, ellos solo ven los resultados de nuestra vida en el país, que hasta ahora había traído solo resultados hermosos: plazas con césped, silencio y calma al dormir, lugares pintorescos para salir a vacacionar o construirse su casa N°X, dinero, mucho dinero, bienestar, privilegios. Hoy el virus, el real virus nos dejó la cagá y nos tiene a todas y todos con el culo a dos manos, rezándole al jipi que no se nos enferme la guagua o la vieja. Salió a pesar de las peticiones de encierro. Hoy el virus cuico con su característico egoísmo, literalmente nos escupió en la cara su baba asquerosa, llena de hipocresía y soberbia, llena de falsa moral para decirnos que rechazan, pero les importa un pico nuestra enfermedad y nuestra muerte, como siempre ha sido, como siempre va a ser. Los cuicos, sin encerrarse luego de su viaje exótico y con el olor pestilente de su aliento, nos han demostrado que son eso: unos cuicos culiaos, unos frescos de raja, unas bolsas de mierda, que sin importarles nada, se han desplegado por el país para seguir en sus posiciones cómodas, poniendo a merced de su mala salud y voluntad, la vida de cientos y miles de personas. Los culpables de esto son ellos, no somos los pobres, nosotros no tenemos plata pa viajar, pa comer, pa vivir en una casa bonita, pa acaparar comida, pa resolver este mes que estaremos sin pega, aún sin pega. El virus siempre ha estado, y estos últimos años además nos ha gobernado. Que no nos sorprenda que nos siga exponiendo a la destrucción que sus pares han generado, necesitan que seamos menos y ellos más, más en cantidad y en poder, un virus aún más poderoso, que les permita gobernar en paz, vivir en calma y seguir ganando dinero a costa de los que no morirán, como siempre lo han hecho, como siempre ha sido, como siempre debería ser. Como resuena aún el canto en las calles a pesar de nuestro autoencierro: somos más, somos más, somos muchos más y hace rato aprendimos a cuidarnos solos, entre pobretones, entre patipelaos, entre rotos de mierda, entre weones que nunca han sido ni serán virus, como siempre lo hemos hecho, como siempre ha sido, como siempre va a ser. De chilena promedio
