Esa wea de salir a protestar a las calles, maldita mala costumbre. Huevean a todo el mundo, gente inocente, gente que sólo quiere irse a su casa a almorzar, y por mientras los ejecutivos de HidroAysén en sus mansiones del barrio alto ni se enteran que un grupo de pelmazos, zotes y palurdos, protestan en su contra por las calles de Valdivia o por la Alameda o en Plaza Italia. Porque de una vez no se dedican a molestar a quien tiene que ser molestado... Me da rabia esta wea. Las protestas públicas no son más que excusas de flaites para salir a tirar piedras.
"Una inútil pancarta, rechazó la realidad... ¿Quien la escuchó?... NADIE" Para este caso en particular... y que extraño que yo diga algo así, la vía "Violenta" no obtendrá resultados... Quienes están detrás de todo esto son demasiado grandes como para amedrentarlos con un par de piedresitas...
EL REY SABIO Había una vez, en la lejana ciudad de Wirani, un rey que gobernaba a sus súbditos con tanto poder como sabiduría. Y le temían por su poder, y lo amaban por su sabiduría. Había también un el corazón de esa ciudad un pozo de agua fresca y cristalina, del que bebían todos los habitantes; incluso el rey y sus cortesanos, pues era el único pozo de la ciudad. Una noche, cuando todo estaba en calma, una bruja entró en la ciudad y vertió siete gotas de un misterioso líquido en el pozo, al tiempo que decía: -Desde este momento, quien beba de esta agua se volverá loco. A la mañana siguiente, todos los habitantes del reino, excepto el rey y su gran chambelán, bebieron del pozo y enloquecieron, tal como había predicho la bruja. Y aquel día, en las callejuelas y en el mercado, la gente no hacía sino cuchichear: -El rey está loco. Nuestro rey y su gran chambelán perdieron la razón. No podemos permitir que nos gobierne un rey loco; debemos destronarlo. Aquella noche, el rey ordenó que llenaran con agua del pozo una gran copa de oro. Y cuando se la llevaron, el soberano ávidamente bebió y pasó la copa a su gran chambelán, para que también bebiera. Y hubo un gran regocijo en la lejana ciudad de Wirani, porque el rey y el gran chambelán habían recobrado la razón.
la locura de éste mundo no es la que quiero contagiarme, esa locura que tienen mis vecinos y varios de mis familiares, la locura que lleva a mover hilos a pudrir la tierra, a ver si sale oro, la que mancha el cielo y hace que todos miremos el piso sucio. La locura de la época, no, ésa no.