La verdadera razón por la que Washington odia tanto a Irán

La autodeterminación iraní, incluyendo su programa de misiles balísticos y energía nuclear, así como su resistencia al imperialismo económico, la convierten en una constante espina clavada en el costado de Washington.

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La hostilidad de Washington hacia la República Islámica de Irán se remonta a casi 40 años atrás, a febrero de 1979, cuando las fuerzas revolucionarias derrocaron la monarquía de Mohammad Reza Shah, respaldada por Occidente.

Estados Unidos siempre sostiene que su participación comenzó con la crisis de los rehenes en 1979 y continúa hoy debido al programa nuclear y de misiles balísticos de Irán, así como a la intromisión en toda la región en lugares como Siria, Líbano y ahora Yemen (aunque en algunos casos sin pruebas).

Lo que los medios de comunicación y los gobiernos occidentales no mencionan es que la ideología principal de Irán se opone directamente a la expansión militar y económica de Estados Unidos. La promoción de la autodeterminación por parte de la República Islámica representa una amenaza existencial para el dominio de Washington en toda la región.

La difamación contra Irán a través del complejo militar-industrial-mediático es profundo. Tan profundo que han retratado con éxito a Irán como una especie de versión chiíta de Arabia Saudita.

Sin embargo, la República Islámica del Irán no se parece en nada al Reino de Arabia Saudita. A pesar de la ignorancia casi infantil de los medios de comunicación, Teherán y Riad están en conflicto directo debido a las diferencias ideológicas generalizadas y no a los simples desacuerdos sectarios sunníes y chiítas.

Pero, ¿por qué Teherán es una espina clavada en el costado de Washington y por qué han aumentado las tensiones recientemente?

Para responder a esto, es importante entender las diferencias ideológicas claves entre Estados Unidos e Irán, así como la forma en que estas diferencias se manifiestan en el panorama geopolítico.

Un choque de ideologías: imperialismo vs. autodeterminación

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Incluso las agencias de noticias independientes a menudo no logran captar las razones detrás del constante ataque de Washington a Irán – señalando de manera simplista el petróleo y el gas. Aunque el robo de recursos ha sido un factor significativo detrás de la política exterior de Washington, por sí solo no es suficiente motivación para promover el “cambio de régimen” durante 40 años.

El verdadero conflicto proviene de las diferencias ideológicas entre Teherán y Washington (y no, no es Cristianismo versus Islam). Es un conflicto entre el imperialismo y la autodeterminación.

El estatus de Estados Unidos como superpotencia mundial depende de su habilidad para explotar y manipular la competencia mientras apoya lo que esencialmente equivale a un imperio a través de misiones militares. Estados Unidos utiliza el imperialismo militar, político y económico para controlar a las poblaciones desde Oriente Medio hasta América Latina.

Incluso la población dentro del imperio no es inmune, los ciudadanos estadounidenses se enfrentan a la brutalidad policial, la explotación laboral y la extorsión fiscal para financiar el imperio en el extranjero. Varios grupos oprimidos existen dentro de Estados Unidos (como los afroamericanos y los pueblos indígenas), lo que constituye un ejemplo a microescala de cómo Washington trata a las entidades extranjeras que considera inferiores.

Mientras que Estados Unidos a menudo funciona como un opresor, una ideología opuesta es la columna vertebral de la constitución iraní: la autodeterminación.

Como dice el punto 6c del artículo 2 de la Constitución iraní:

“La República Islámica es un sistema basado en la fe en el estado maravilloso y exaltado de los seres humanos y en su libertad, que debe estar dotada de responsabilidad, ante Dios. Éstas se logran a través de: la negación de todo tipo de opresión, el autoritarismo o la aceptación de la dominación, que asegure la justicia, la independencia política y económica, social y cultural y la unidad nacional”.
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Para lograr este objetivo, el artículo 3 establece que Teherán dedicará recursos al “apoyo incondicional de los pueblos pobres del mundo” y al “rechazo total del colonialismo y a la prevención de la influencia extranjera”.

La política exterior de Irán se centra en el apoyo implacable a los oprimidos y en la negativa a aceptar la dominación cultural, económica y militar. Es precisamente por eso que Irán apoya incondicionalmente a Palestina contra el sionismo, así como a otras naciones bajo la dominación de Estados Unidos.

El candidato a doctorado, profesor universitario y comentarista político Marwa Osman, con sede en Beirut, Líbano, afirma que los objetivos de política exterior de Estados Unidos con respecto a Irán tienen poco que ver con la seguridad nacional:

“Los intentos de EE.UU. de imponer nuevas sanciones a Irán o, posiblemente, iniciar una guerra con Irán no tienen nada que ver con la protección o la seguridad nacional de EE.UU., como las administraciones consecutivas han subrayado desde 1979 y todo lo que tiene que ver con la protección de los intereses corporativos.

Irán tiene la tercera mayor reserva de petróleo y la segunda de gas natural del mundo. La política exterior de Estados Unidos se ha centrado en el control de las reservas energéticas mundiales, mientras que los cuatro principales receptores del petróleo iraní son todos de Asia, lo cual es inaceptable para los políticos occidentales con intereses nacionales en mente.

Las sanciones económicas propuestas por Estados Unidos paralizarían la economía iraní y seguramente no pasará mucho tiempo antes de que la agitación política y doméstica se descontrole. Esto ofrecería a Estados Unidos y sus aliados la oportunidad de entrar al país con el objetivo de “difundir la democracia”.
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Siria como punto de ruptura y el curioso caso de Yemen

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Siria se ha manifestado como un punto de ruptura para las relaciones entre Teherán y Washington.

Estados Unidos lanzó su guerra indirecta contra Siria por diversas razones, una de las cuales incluía la sustitución del Presidente sirio Bashar al-Assad por un régimen israelí. Como parte del mejoramiento de las relaciones con Israel, el gobierno sirio ideal de Washington pondría fin a las relaciones con Irán y cortaría la cooperación con Hezbolá.

Un correo electrónico publicado por WikiLeaks revela un intercambio entre Hillary Clinton y sus ayudantes que incluye como asunto “una interesante propuesta de Bruce Riedel re: cómo Israel podría ayudar a Assad a salir del poder”:

“Efraín Halevy, el ex jefe del servicio secreto de inteligencia de Israel, Mossad, ha argumentado correctamente que derrocar a Assad y debilitar a Hezbolá es una oportunidad mucho más importante y estratégica para Israel en la actualidad que un ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes”.
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El aislar a Irán fue siempre uno de los objetivos principales de Washington en su guerra contra Siria.

El correo electrónico describe hipotéticas negociaciones que incluyen que Siria obtenga el control total de los Altos del Golán con la condición de que Assad renuncie a favor de un gobierno que reconozca a Israel mientras deja de apoyar a Irán y Hezbolá.

Ese plan no funcionó como se esperaba.

De hecho, el resultado fue drásticamente contraproducente: Siria ha fortalecido su relación con Irán y Hezbolá, y esas entidades ya han sido sometidas a pruebas de combate.

El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC), Hezbolá y las milicias apoyadas por Irán, desempeñaron un papel crucial en el apoyo al ejército árabe sirio contra los grupos respaldados por Estados Unidos. De hecho, si no fuera por el apoyo de Irán, el panorama sirio se vería muy diferente hoy en día.

Irán no sólo ha apoyado al ejército árabe sirio contra los grupos respaldados por Estados Unidos, sino que sus milicias han desalojado y casi eliminado a ISIS y otros grupos terroristas en Siria e Irak. Osman dijo esto sobre la reacción de Washington a la política iraní en la región:

“En ningún lugar proyecta Irán su poder regional de manera más amplia que en Siria. … Esto sólo hizo que Trump presionara a favor de un nuevo enfoque agresivo para intentar contener a Irán. Creo que lo que preocupa al gobierno de Trump es que, con estos logros, Irán y sus aliados formarán lo que Estados Unidos llama una ‘Shia crescent’ que se extenderá desde Irán, a través de Irak y Siria, hasta el Líbano, donde Hezbolá es la fuerza política y militar más poderosa.

Ese punto de vista parece amenazador no sólo para la administración de Trump, sino también para sus aliados en el mundo árabe, especialmente el KSA y la entidad israelí. Según los recientes acontecimientos de la semana pasada, combinados con la declaración de Tillerson, es obvio que la próxima línea de ataque será la frontera norte de Siria con Turquía”.
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Siria y Líbano son puntos conflictivos obvios, pero la difamación de Washington contra Irán a través de su supuesto apoyo a los combatientes rebeldes en Yemen plantea cuestiones mucho más acuciantes.

No existen pruebas tangibles de que Irán suministre armas a Ansarullah (los Houthis) como la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, afirmó recientemente. Sin embargo, Estados Unidos recientemente calificó a Ansarullah de “milicia respaldada por Irán” en casi todos los reportajes de prensa (o simplemente de “milicia chiíta” para implicar la influencia iraní).

The New York Times llegó a designar a Ansarullah una extensión de Hezbolá:

“La red que Hezbollah ayudó a construir ha cambiado los conflictos en toda la región. En Siria, las milicias han desempeñado un papel importante para apoyar al Presidente Bashar al-Assad, un importante aliado iraní. En Irak, están luchando contra el Estado islámico y promoviendo los intereses iraníes. En Yemen, se han apoderado de la capital y han arrastrado a Arabia Saudita, un enemigo iraní, a un preciado pantano. En el Líbano, difunden noticias pro iraníes y construyen fuerzas para luchar contra Israel”.
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Sin embargo, el Times no explica la capacidad de Teherán para introducir armas de contrabando en Yemen durante un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre impuesto por Estados Unidos.

Estados Unidos sabe que está operando en un mundo bipolar: una nación o grupo en el Medio Oriente que no se alíe con Estados Unidos y Arabia Saudita probablemente forjará relaciones con el eje opuesto, lo que efectivamente significa Irán, Siria y ahora Qatar. Aunque Ansarullah comenzó como un movimiento Zaydi-Shia, desde entonces se ha transformado en una amplia coalición formada por suníes, chiítas, así como por varias tribus locales y partidos políticos que se oponen al imperialismo estadounidense, al sionismo y a la explotación económica.

Esta perspectiva preocupa a Estados Unidos y Arabia Saudita. Si un pequeño movimiento yemení puede resistir y convertirse en un movimiento autodeterminado, ¿qué puede impedir que los ciudadanos de Arabia Saudita, Bahrein y otros lugares obtengan esas ideas? La mera posibilidad de que Ansarullah pueda aliarse con Irán es suficiente para que Estados Unidos alegue que la relación ya existe y lleve a cabo una respuesta militar devastadora.

Más de 35.000 civiles han sido asesinados o heridos por la agresión militar y el asedio de Riyadh respaldados por Estados Unidos contra Yemen, basados nada más que en la idea de que posiblemente podrían tomar sus propias decisiones.

Irán no es un Arabia Saudita “chiíta”

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El aluvión de prensa negativa que rodea a Irán tiene dos propósitos: difamar a Teherán y normalizar a Riad.

Sin embargo, la República Islámica del Irán y el Reino de Arabia Saudita no se parecen en nada, incluso antes de considerar las obvias diferencias religiosas.

Irán es una república teocrática con una constitución que contiene elementos democráticos. Los ciudadanos, tanto hombres como mujeres, eligen líderes y representantes en el cargo a través de un proceso electoral bien definido. A pesar de que los medios de comunicación retratan lo contrario, los iraníes tienen garantizados los derechos humanos a través de su constitución, incluida la libertad de practicar cualquier religión, la libertad de reunión y la presunción legal de inocencia.

Los iraníes también disfrutan de un sólido sistema de bienestar social que proporciona o subsidia vivienda, educación superior, alimentación, atención médica, seguro de desempleo y formación física. Muchos de estos beneficios están constitucionalmente garantizados: una constitución diseñada sobre el principio islámico de un sistema económico justo y equitativo.

Desgraciadamente, no se puede decir lo mismo de los ciudadanos del Reino de Arabia Saudita.

Es cierto que un subconjunto de ciudadanos saudíes disfruta de beneficios de bienestar social gracias a una lucrativa economía petrolera, y no paga impuestos, beneficios que han mantenido a la población saudita relativamente dócil. Sin embargo, esto probablemente cambiará en cuanto Riad se mueva hacia la privatización generalizada.

Arabia Saudita no tiene una constitución ni garantiza siquiera los derechos humanos básicos. En lugar de una constitución, el Reino emplea la “ley básica”, un concepto que se utiliza típicamente de manera temporal. En el Reino, la ley básica viene determinada por la interpretación suní de línea dura del país sobre el Corán y la interpretación salafista de la sharia (ley islámica) y la sunnah (tradiciones).

Los ciudadanos no son libres de practicar ninguna religión, incluso los chiítas, y los musulmanes sunitas que no se adhieren al wahabismo o al salafismo, se enfrentan a la persecución. En Arabia Saudita no hay sinagogas, ya que todas las religiones excepto el Islam están prohibidas. Irán, por otra parte, tiene alrededor de 60 sinagogas para su comunidad judía, la más grande de Oriente Medio fuera de Israel.



Quizás el contraste más llamativo entre los dos países es la condición de la mujer. Las mujeres constituyen el 70% de los estudiantes iraníes de ciencias, tecnología e ingeniería. De hecho, Irán inscribe a más mujeres en manufactura, ingeniería y construcción que cualquier otro país en el mundo – casi el doble que Estados Unidos, a pesar de tener una población mucho menor (323 millones de habitantes en Estados Unidos y 80 millones en Irán). En 2012, 476.039 mujeres iraníes estaban matriculadas en la enseñanza superior en esas esferas, frente a 262.840 mujeres en los Estados Unidos.

Las mujeres en Arabia Saudita no pueden salir de casa sin el permiso explícito de un tutor masculino, corriendo el riesgo de ser expuestas a castigos draconianos como la decapitación o lapidación. El adulterio es una sentencia de muerte para las mujeres sauditas, que no tendrán derecho a conducir hasta que las recientes reformas sean promulgadas este verano. Los derechos de las mujeres se mencionan 12 veces en la constitución de Irán, mientras que la ley básica de Arabia Saudita no menciona la palabra “mujer” ni siquiera una vez.

Como Osman dijo, el Irán representado a través de los medios de comunicación populares es muy distinto a la realidad:

“La razón detrás de este comportamiento es que los medios de comunicación occidentales saben que la manera más fácil de ganar apoyo con sus audiencias en el país y en el extranjero para todas las hostilidades contra naciones independientes que se oponen a ellos, es difamarlos y satanizarlos.

A los ojos de muchas personas, Irán es una nación de fundamentalistas islámicos con el único propósito de destruir los valores “occidentales” y “civilizados”. … Las noticias sobre el país suelen ir acompañadas de fotos de mujeres vestidas con burka que pasan junto a un graffiti que ilustra la Estatua de la Libertad con la cara de una calavera en la pared frente a la antigua embajada de Estados Unidos.

Pero este no es el verdadero Irán. He estado en Irán y tengo una cosa que decir al respecto: empaca tus maletas y ve a verla, puedes agradecerme más tarde por la gran experiencia que tendrás, la increíble y generosa gente que conocerás y la asombrosa historia que aprenderás sobre el país”.
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Una espina clavada en el costado de Washington

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Estados Unidos ha impuesto sanciones y otras restricciones contra Irán de una u otra manera durante casi 40 años.

A pesar de ello, la República no sólo ha sobrevivido sino que también ha prosperado. Las tasas de mortalidad infantil son las más bajas de todos los tiempos. UNICEF considera que el sistema de salud iraní posterior a la revolución es “excelente” para satisfacer las necesidades de los ciudadanos urbanos y rurales de todos los niveles de ingresos.

Al igual que con cualquier país paralizado por décadas de sanciones, la situación económica de Irán dista mucho de ser la ideal. Sin embargo, está mejorando.

El fracaso de las sanciones de Estados Unidos para frenar el crecimiento de Irán ha hecho que Estados Unidos, bajo el gobierno del presidente Donald Trump, intente reducir la influencia de Irán y sus ganancias internas siguiendo el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, conocido comúnmente como el acuerdo nuclear iraní).

¿Qué hace que la decisión de Trump de dar marcha atrás en el acuerdo nuclear sea tan difícil de llevar a cabo?

Después de que el alivio de las sanciones se promulgara por primera vez en 2015, los aliados de Estados Unidos en Europa aprovecharon la oportunidad de invertir y hacer negocios con entidades iraníes, lo que significa que Irán no sólo es ahora un enemigo de Washington militar e ideológicamente, sino que ahora es un competidor económico.

La autodeterminación iraní, incluyendo su programa de misiles balísticos y energía nuclear, la resistencia al imperialismo económico y la exportación de esta poderosa ideología por su apoyo a las naciones oprimidas, hacen de la República Islámica una constante espina clavada en el costado de Washington.

Fuente

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Con esta publicación, no pretendo decir que Irán es un paraíso (porque ciertamente tiene sus falencias), sino más bien, entregarles mayor información sobre el país, ya que difícilmente se pueden encontrar fuentes imparciales, o como mínimo, que te muestren el 'lado B' de las cosas.

 

Se agradece la dedicación de la lectura.