Mi último saludo sobre el escenario

Tratando de emular a grandes inspiraciones que he tenido, como Sherlock y su “problema final”, despidiéndose de sus aventuras y llevando a Moriart al más allá (por un tiempo), o también como Dante quien desafió el mismísimo infierno para ir en rescate de su amada, quisiera imitar esa determinación y tener el coraje para sostenerlo en el tiempo (la determinación de morir por una causa justa como Sherlock y tener el coraje de Dante para enfrentar cada uno de los infiernos)

Quiero despedir a un personaje que ha marcado una etapa en mi escritura. Fueron bastantes años en los que logré formar un personaje, para luego usar su nombre como pseudónimo. Hijo bastardo de un mal mote, Klm significó una etapa de madurez en mi proceso. Desde escritos que daban asco, hasta relatos que son rescatables dentro de la vasta cantidad de textos escritos en estos años, todo un mundo se conjugó bajo este nick. Kaeleme (una modificación del original) llegó a abrirme mundo en un nuevo universo de interacciones, un personaje que cobró vida propia y dejó que el monstruo en mi interior tuviese un lugar donde expresarse. Jugó con pensamientos y emociones, se sumergió en las alcantarillas de las mentes humanas (una de sus frases favoritas) y se adaptó rápidamente en ese podrido mundo. Si bien, el personaje me ayudó a conocer gente maravillosa, finalmente Klm no estaba hecho para relaciones duraderas.



Un personaje es sólo eso, no quise caer en el error de Unamuno y tener un Augusto propio. Podía sentir como aspectos de mi personaje se ramificaban a mi ser, por ego y terquedad lo negaba constantemente, pero la partida de mi “Beatriz” me llevó a una profunda reflexión. ¿Hasta qué punto estaba dispuesto entregar? Dante no dudó ni un instante, porque él tenía las cosas claras; no poseo el intelecto de Sherlock para resolver mi enigma en unos minutos, me tomó semanas darme cuenta y tomar una determinación. No soy Dante, no soy Sherlock, pero tampoco soy Klm.



Desprenderse de un personaje que fue como un hijo y luego un simbionte es difícil, pero más difícil es entender que mientras la duda carcomía mis pensamientos, pasaron semanas lastimando a “Beatriz”. En su infierno mi amada señala que no hay esperanza, y claro que tiene razón, en la mente dudosa y un corazón apagado, no existe esperanza de ser rescatada (aunque ni siquiera tuviese que ser salvada) No había esperanza en mi propia salvación.



Este es (emulando nuevamente) mi último saludo sobre el escenario, no vagaré como un lobo estepario pues mi rumbo está determinado. La convicción que necesitaba está puesta, las dudas se disiparon, incluso el temor a no encontrar “nada” a mi llegada se difuminó, sólo importa ajustarse el traje y caminar el sendero señalado.



I can only tell you, there´s still hope