No pude resisitirme

La conocí en una página de escorts, tenía un nombre de fantasía que incitaba al amor. La primera vez que estuve con ella, sentí una conexión, algo que no se logra dar fácilmente, química le dicen algunos.
Las visitas se repitieron y la barrera cliente/proveedor se fue esfumando.

Nos juntamos fuera de su horario de trabajo, seguí conociendo más de su mundo real, el personaje se iba cayendo y con ello lo que me calentaba de ella, seguía siendo rica, con un trasero firme y una pálida piel que me encantaba. Unas tetas acorde a su contextura y una sonrisa que me mataba. Probablemente me estaba enamorando de ella y yo sólo quería creer que era su "amigo".

Nos juntamos una vez en la noche, no había trabajado ese día y quería comentarme cosas que había vivido. Le presté atención a sus relatos, pero mi mente estaba viajando por su cuerpo, ella lo debe haber notado porque me señaló "necesito sentirte".

Nuestros encuentros se caracterizaban por eso, por una entrega de cariño más que una satisfacción del sexo como tal, caricias, besos y sexo estilo "vainilla", pero ese día algo en mí me incitaba a salir de esa rutina.

Cuando fuimos al motel, todo fue como de costumbre, pero entrando a la habitación, decidí que sería la última vez que nos veríamos. La desnudé rápidamente y la hice bajar a mi pene. Se lo pasé por la cara hasta que lo comenzará a lamer. Se lo metió todo a la boca y dentro de ella comenzó a crecer, a expandirse a endurecerse. Sentía su lengua recorrer cada cm de mi pene, en mi glande, por el tronco de éste. La forcé a tenerlo dentro de su boca hasta que sus ojos me pudiesen sacarlo, agarré bien su cabello y le di tiempo para respirar, luego follé fuertemente su boca hasta que sus babas fueran lubricando mi pene y testículos. La llevé a la cama, mientras me sacaba ma ropa, le di vuelta cuando ella intentaba darme un beso con un abrazo (lo que era costumbre) apoyé su cabeza y torso en la cama, me puse la protección correspondiente y comencé a pasar mi pene por su vagina, ella se mentada y quería que se lo hiciera, pero no quería darle en el gusto, tampoco quería darme en el gusto a mí y comerle esos labios que me calentaban mucho, tampoco quise jugar con su apretado culito, sólo quería hacerle sentir esa necesidad por mi pene.

Sus jugos comenzaron a salir de su vagina tras el roce y entonces se la metí, entró fácilmente y ella tenía la particularidad de ser estrecha, por lo que ambos sentimos como mi miembros se deslizaba fácilmente en su interior. Al sacar mi pene en cada embestida, podía ver como sus labios se aferraba a el y lo succionaban al interior. Cada vez que sentía que su vagina me tragaba, le daba una nalgada para que aflojara, era una sucia que quería matarme rápido.

Estando un rato en esa posición, la di vuelta para verle la cara, tenía ese rostro que me encantaba, era sonrisa caliente y una mirada de sorpresa por la rudeza de esa noche.

-"No conocía ese lado tuyo ..."

Le tapé la boca con dos de mis dedos, puse sus piernas en mis hombros y comencé a penetrante fuertemente en esa posición.
Ella chupaba y lamía mis dedos, mientras mis testículos embestia su vulba , cada vez le daba más fuerte hasta sentir cada parte de sus paredes, cada embiste era un gemido, cada penetrada la hacía más fuerte, hasta que quise acabar. Tomé su cuello, comencé a apretar lentamente frente a sus ojos atónitos , la presión fue creciendo a medida que las repeticiones iban aumentando. Más rápido, más fuerte, me decía mientras veía como ella ya se había corrido y sus jugos salpicaban en mis embestidas.
Me detuve, la solté, la giré nuevamente, nos pusimos de rodillas en la cama, la abracé por atrás y la comencé a penetrar.
Nuestros cuerpos se acoplaron perfectamente, sujetaba sus tetas con fuerza, mientras mordía su cuello y hombros.
Se la metía con fuerza y ella lo sentía, la embestia como queriendo romper algo, una barrera psicológica.
La Tomé de las caderas y comencé a acelerar, ella se tumbó en la cama y a lo perrito la comencé a follar. Me iba a correr rápidamente, pero le di la vuelta, me saqué el condón y le tiré mi corrida en su cara.

Ya estaba hecho, ya había pasado el límite que no debía en esa relación, le había mostrado parte de mi verdadero ser y a ella le encantó y por lo mismo, después de esa noche, dejé de tener contacto con ella.