Ottone: “Temo que, de tanto caminar a la izquierda radical tengamos mayor desigualdad y pobreza"

Tema en 'Política Nacional e Internacional' iniciado por Centurion_cl, 3 Oct 2022.

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    Ernesto Ottone:
    “Temo que, de tanto caminar hacia la izquierda radical, en un tiempo tengamos mayor desigualdad y pobreza”
    Aunque está optimista frente al nuevo proceso constitucional en ciernes, para el sociólogo es primordial que el Gobierno tenga un cambio de orientación. “El Presidente no puede dar un paso hacia un lado y luego hacia el otro. Tiene que tomar una decisión”, señala. Sobre las críticas a los denominados 30 años, reivindica lo avanzado en ese período y lamenta la falta de un espacio “reformador” en Chile.
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    Ernesto Ottone, sociólogo.


    “Al Gobierno le hace falta un sentido de realidad más fuerte y una convicción de que hay que cambiar rumbo”.

    “En la centroizquierda se produjo una suerte de suicidio (...). Hubo una tendencia a seguir las posiciones de ultraizquierda”.


    Escribió tres libros durante la pandemia, pero no por eso es suficiente. Por estos días, el sociólogo Ernesto Ottone prepara dos obras nuevas: una sobre los “significados” del primer cuarto del siglo XXI, desde el atentado a las Torres Gemelas hasta la guerra entre Rusia y Ucrania, y otra sobre el escenario político nacional, desde el estallido social hasta lo que él llama “el estallido de las urnas”, ocurrido el pasado 4 de septiembre.

    “Con el plebiscito de salida apareció un Chile que no estaba en la discusión”, afirma tajante, “votó la gente que no sale a las calles, que no grita, que está en sus casas, que trabaja y que quiere paz social: fue el triunfo de una posición moderada, no conservadora ni reaccionaria”.

    Ahora, eso sí, el otrora jefe del segundo piso de Ricardo Lagos observa con atención el incipiente nuevo proceso constituyente, para el que ya tiene una respuesta: “A Chile le conviene un proceso reformador”, con cambios respaldados por “mayorías sustantivas”.

    —¿Qué cree usted que rechazó la ciudadanía el 4 de septiembre? ¿Fue un voto contrario a la propuesta de Constitución solamente?

    —Más que eso. Lo que rechazó la ciudadanía está ligado al carácter de la propuesta, que cristalizaba una cultura y una estética de hacer los cambios. Hubo un rechazo a la visión de exacerbación. La gente, por ejemplo, quiere que los pueblos originarios sean reconocidos, pero sabe que Chile es un país mestizo desde siempre, por el tipo de conquista que aquí se dio. Construir el concepto de nacionalidad para los pueblos originarios fue forzado, exacerbado y no responde a la realidad.

    —¿Cuánta responsabilidad de ese resultado recae en el Gobierno, que se desplegó por la opción del Apruebo?

    —Una buena porción, porque tomaron posición por un proyecto que tenía muchos defectos. El Presidente debió haberse mantenido en un rol como jefe de Estado, sin jugársela por una opción ni acrecentar la importancia que tenía ese proyecto en particular. La Constitución no es un programa político, es un marco en el cual tienen que caber los distintos programas políticos que tiene una democracia.

    —El Presidente dijo hace poco que no se puede ir más rápido que la gente. ¿Le pareció soberbia esa declaración, como criticaron algunos?

    —No es esa solamente, sino que hay varias declaraciones que, como son un poco crípticas, pueden ser interpretadas como soberbias, como quien dice “yo tengo la verdad y el pueblo no la entiende”. Lo que diferencia a la democracia del nepotismo ilustrado es que la voz de la gente es la que construye el camino. Es natural que el Presidente tenga objetivos claros y convicciones, pero además debe tener flexibilidad, porque uno nunca puede hacer todo lo que quiere. Así es la democracia.

    —¿Falta, a su juicio, una autocrítica más tajante del Gobierno frente a esa derrota?

    —Hace falta un sentido de realidad más fuerte y una convicción de que hay que cambiar rumbo. Otra frase, que aparentemente es “humilde”, es cuando el Presidente dice que el resultado del plebiscito “no es una derrota del Gobierno, porque siempre es una victoria que el pueblo se pronuncie”. Pero si el pueblo se pronuncia en contra de lo que propone el Gobierno, ¡es una derrota del Gobierno! Si no fuera ese el caso, entonces no habría derrotados ni consecuencias. Se puede aparentar ser muy demócrata con ese tipo de frases, pero en la práctica no lo estás siendo, porque no estás reconociendo una derrota.

    —En ese sentido, ¿es una señal de cambio suficiente que el Presidente le haya dado la conducción política a figuras de la ex-Concertación, como Tohá y Uriarte?

    —Sí, pero creo que esos cambios no están tan ligados al resultado del plebiscito, sino que al problema de gobernabilidad que tenía este Gobierno. Me parece que fue positivo, porque reemplazan la inexperiencia y la soberbia en un caso, y la inexperiencia y la euforia en otro, por personas que tienen una trayectoria política fuerte y un profesionalismo mayor. Es una buena señal, pero insuficiente: se requiere un cambio de orientación y esa debe ser una decisión presidencial.

    “El Presidente no puede dar un paso hacia un lado y luego hacia el otro. Si va a tomar un camino reformador, debe hacerlo sabiendo que tendrá problemas con el sector más izquierdista de su gobierno”.

    —¿Vio en el cambio de gabinete una reivindicación a los 30 años? ¿A la Concertación?

    —Por cierto vi un elemento, pero yo diría que lo que vi fue la necesidad de incorporar experiencia. Ahora nos topamos con situaciones anecdóticas, como la de este embajador de España, que es muy divertida, porque le llamaron la atención por los pies de su pareja. A mí me preocupa más la cabeza del embajador que los pies de su pareja… porque toma una posición que es indefendible desde el punto de vista empírico.

    —¿Se refiere a la frase en que el embajador Javier Velasco dice que durante 30 años se profundizó la desigualdad en Chile?

    —Eso es falso. No es que yo diga “mira, yo creo que no se profundizó la desigualdad”. No, señor: no se profundizó la desigualdad. Podemos medirlo por el índice de Gini, por el método de (Thomas) Piketty o por cualquier otro que sea aceptado en el mundo académico. Y en ningún caso hay un aumento de la desigualdad. Ahora, por supuesto que Chile sigue siendo un país con niveles muy altos de desigualdad, pero decir que durante este período no se disminuyó es faltar a la verdad. Miran en menos también la disminución de la pobreza, que bajó de 68% a 8,5%, siendo uno de los casos de estudio a nivel internacional. Lo que yo me temo es que, de tanto caminar hacia la izquierda radical, en un tiempo más tengamos mayor desigualdad y crecimiento de la pobreza, en nombre de un “refundacionalismo”.

    —¿Faltó que su sector defendiera con más fuerza los criticados 30 años?

    —Yo estoy completamente convencido de eso. Creo que en la centroizquierda se produjo una suerte de suicidio, porque si no defiendes la obra que realizaste, por qué la gente te va a creer. Hubo una tendencia a seguir las posiciones de ultraizquierda. Eso fue un gran problema, porque dejó a Chile con un vacío en el espacio reformador.

    “Se debe recoger la señal de moderación”

    —¿Hacia dónde debe apuntar el Gobierno en este segundo tiempo?

    —Tendría que recoger la señal de moderación que vino desde la sociedad, que fue muy contundente. En Chile hay un gran vacío: la ausencia de un sujeto reformador, lo que fue la Concertación durante muchos años.

    —¿Y cómo se logra eso en un gobierno con dos coaliciones, a ratos, tan contrarias entre sí?


    —Va a tener que haber un debate. El Presidente no puede dejar contentos a todos, porque no puede adoptar políticas públicas contradictorias. Se requiere que tome una dirección, que no es de volver atrás o de renunciar a lo que se cree.

    —Ambas coaliciones han estado en un tira y afloja constante. ¿Cuál visión cree que se impondrá a la larga?


    —Esperaría que finalmente sea una visión razonable y que se marche mucho más hacia un camino reformador, que pueda realizar cambios con gran apoyo popular y que no provoquen polarización. Pero todavía no podría asegurar qué es lo que va a prevalecer. Hay una gran fragilidad hoy en eso: se ven pasos de compensación para ambos lados. Un Presidente debe tener una visión amplia, pero no puede tener una política de compensación.

    —¿Cómo debiese continuar el proceso constituyente? ¿Está a favor de un plebiscito de entrada, como plantean algunos sectores?

    —Yo creo que no hay que exagerar con los plebiscitos. No tengo una idea de proyecto concreto, pero creo que debiese tener una parte que sea de participación popular, como una suerte de Convención, pero que no sea como la anterior. Debe tener unas bases de conocimiento colectivo: que haya junto a esta elección de constituyentes la presencia de expertos, no para que decidan, sino para que sea un debate informado y no partisano.

    —¿Con la participación de expresidentes, como planteó Ricardo Lagos?

    —Puede ser, pero sobre todo hay que llegar a un acuerdo, porque ideas hay muchas. Ricardo Lagos trabajó mucho tiempo en su fundación en este sentido. Están también el proyecto de Michelle Bachelet y otros elementos del mundo académico.

    —¿Qué le ha parecido la discusión en torno a los “bordes”? ¿Prefiere una hoja en blanco o establecer límites para el nuevo proceso?

    —No sé si “bordes” sea la mejor palabra, pero hay que poner un encauzamiento, que no sea uno que deje a los convencionales sin nada que hacer ni tampoco que permita las exacerbaciones que hubo en el pasado. Pero hay un encauzamiento claro: un cierto consenso nacional, que lo mostró la última votación. Y el tema de la hoja en blanco no tiene ningún sentido, porque nunca hay una hoja en blanco. Los países tienen historia y, por lo tanto, ese papel siempre se nutre de ella.

    “Tengo gran admiración por Amarillos”

    —Se ha hablado mucho del rearme del centro político por estos días. ¿Qué significa ser una persona de centro?

    —Suelo no hablar de centro, porque me parece que es un punto geométrico. Prefiero hablar de posición reformadora. Con “sujeto reformador” uno sabe de lo que se está hablando: producir cambios con gradualidad. Y eso es lo que se está recuperando hoy en Chile.

    —A su juicio, ¿es este el momento de una centroizquierda gradualista?

    —El plebiscito da una señal muy fuerte de que hay espacio para eso. Creo que lo que conviene a Chile es algo similar a lo que hubo en los primeros años de la transición, que fueron los mejores para el país. Es decir, un proceso reformador en el cual se avance serena y gradualmente, con cambios que cuenten con el apoyo de mayorías.

    —¿Los nuevos referentes políticos, como Amarillos por Chile, podrían ocupar ese espacio?

    —Claro, podrían ocupar ese lugar, pero también otros.

    —Usted ha estado participando en la redacción de principios de Amarillos. ¿Qué rol espera jugar ahí?

    —Tengo una gran admiración por Amarillos y creo que lo que ha hecho Cristián Warnken ha sido de un valor importante para este renacimiento de una posición reformadora. Los he ayudado en todo lo que me han pedido, porque vengo trabajando hace mucho tiempo en la idea del sujeto reformador.

    —¿Pretende militar?

    —No. Mi rol, por decirlo así, es más bien desde el punto de vista de las ideas, del pensamiento. Es lo que me corresponde por edad.

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    La izmierda Bolivariana cómo siempre igualando hacia abajo.
     
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  3. Sin nariz

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    Por suerte el rechazo detuvo por un tiempo, la escalada comunista, lo que los tontitos no sabían es que si se hubiera aprobado estarían con el culo a dos manos por su pensión, Ya que bodric metió a todos los amigos y familiares a chupar la tetita del estado,ganando plata fácil en puestos chantas, el estado en este momento es un perro callejero,donde las garrapatas (amistades del ñoño ) le están chupando la sangre, es así la realidad, triste.
     
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