Re-presion (5.)

Ríspido asueto de calidez. Lacerante frenesí momentáneo de instintiva libertad. Ah! Y luego la injusta añoranza de tu piel. De nuestra piel ajada por la avezada celeridad de nuestra avidez. Ímpetu sicalíptico. Y desgreñados tus cabellos Y reticente tu sexo Y tus pezones ateridos Y yo exinanido, envuelto en abigarrados sentimientos imaginados, constructo inequívoco de soledad. Pero volvamos al principio o supongamos que incólume por inevitables infaustos furtivo huyo del aciago y no quedo ciego.

Mudo y mutilado camino y escribo sin manos, pero con la tinta de tus ojos recojo recónditos lugares visitados por nuestro salvaje tedio sexual. Y todo redunda en eso, lo sé. Y todo redunda y abunda en ti, lo siento. Y no lo siento, aunque debería dejar de escribirte como si pudiera asir tu corazón y devorarlo y hacerte sufrir y creer que mitigo todo lugar común desesperanzado por tu válida posibilidad llevada a cabo de dejarme. Y lo miserable de mi rencor lo dejas pasar con tu infinita bondad indiferente y yo sólo quiero que vuelvas a bombardear tu desprecio en mí y que me lo repitas una y mil veces y luego me beses y digas que todo fue mentira o que ya no piensas eso o lo que sea.

Ciego y recluido en momentos atávicos donde tu vanidad espontánea exhibía sin atavíos la belleza excesiva y compleja de anodinas existencias retozando con displicencia ante cualquier suceso que no los sujetara, ahistóricos científicos participando del empirismo ficcional de sus fantasmas, pongo fin a tu nombre con tozudez y sin ilación con mi sentir te digo: Adiós.