[RELATO] ¿Cómo es correr a casi 4.000 metros de altura?

Tema en 'Sportnet' iniciado por KRAMERX, 21 Mar 2016.

  1. KRAMERX

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    soy aficionado al running Leí este relato y vivencia ,lo encontre mue bueno ,y lo comparto con uds queridos Portalian@s.... :cafe:




    Mordiendo polvo en el cielo!!


    Un redactor de un diario amigo se sometió al Desafío Cumbres, carrera de trail running que se desarrolló en el centro de ski La Parva.

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    El periodista corriendo en La Parva, a 3.970 metros sobre el nivel del mar.




    Siete y 30 de la mañana. y en el metro Ñuble hay bastante movimiento. ¿Es que todos se ocupan tan temprano en la capital? Ya en el vagón pienso en el motivo de mi madrugador viaje, el Desafío Mountain Hardwear, una carrera en el centro de ski La Parva, un lugar que pocos conocen, que yo no conozco, y que probablemente tampoco nadie a mi alrededor.
    ***
    Sábado, 8.30 de la mañana y ya voy en camino a la carrera. En la van que me traslada también viaja gente de la organización de la competencia, periodistas de medios especializados, y Fernando Villagrán, ultramaratonista de 24 años de edad que nos narra entusiasta sus experiencias en carreras de más de 80 kilómetros de distancia. Suena engreído y me avergüenzo al decirle que hoy yo también correré.
    Estoy sentado en el asiento del copiloto, y a mis espaldas los comentarios se dirigen a mí. “¿En serio que no te gusta correr?”, “arriba hace frío ¿no trajiste nada para abrigarte en la carrera?”, “¿has estado en altura alguna vez?”. Como imaginarán, mi respuesta para todo ese cuestionamiento fue un “no”.

    El viernes escribí un artículo en el que detallaba la carrera. Sabía que la distancia que recorrería, los ocho kilómetros, alcanzarían los 3.970 metros sobre el nivel del mar, pero en realidad sólo sabía eso:, números, cifras, pero nada de lo que realmente significaba. “¡Nacho, ¿es una broma?, es la altura que hay en Cuzco?”, me dice por whatsapp una amiga que hace poco estuvo en Perú. Y recién ahí, en ese momento, entiendo al desafío al que me someteré.
    “Debes comenzar lento, caminando casi, así te aclimatas mientras subes”, me aconsejan, mientras asiento con la cabeza.
    ***



    Llegamos a La Parva y la carrera se inició hace 30 minutos. Estamos a 3.560 metros de altura y el frío pega como fierro en los huesos. Me cambio rápido de ropa, Alexis Hernández, de la revista Puro Fondo, me entrega un gel energético y comienza la travesía. Mi categoría se llama Dos Cumbres, porque atravezará el cerro alsa Parva y La Parva. Miro las montañas y pienso
    ¿por qué acepté?
    Comienzo a subir y de inmediato siento el golpe. Mis músculos, desde los pies a la cabeza, se sienten fatigados. “Es por la falta de oxígeno, una de las tantas formas en que te puedes apunar”, me dice Fernando Villagrán, que dijo en repetidas ocasiones que no iba a correr, pero que apenas me vio de corto se ofreció a acompañarme. Y ocurre lo impensado: saca de su mochila (yo me sentía ridículo corriendo sólo de short y polera) un pequeño tubo de oxígeno. “Inhálalo tres veces”, me explica. Lo hice de inmediato y me recuperé de milagro.
    Comenzamos a avanzar a buen ritmo. Con Villagrán de guía la carrera se hizo mucho más sencilla. Alcanzamos la cúspide del cerro La Parva (3.970 m.s.n.m) en 46 minutos, y yo me sentía bien (en realidad no tanto, pero lo suificiente para continuar). De ahí en adelante la prueba consideraba extensos descensos, por lo que mi optimismo deja en segundo plano mi fatiga, mis torceduras de tobillos y caídas.

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    Fue imposible no maravillarme con la inmensidad de la Cordillera de Los Andes, que por esta época toma la apariencia de un desierto en altura. La única vez que vi un escenario similar fue en avión, sobrevolándola. Pero ahora no, ahora estaba allí mismo, respirando despacio para no ahogarme, resistiendo y riéndome de las historias de mi guía.
    Avanzo entre polvo, tierra y rocas. Aprendo que si avanzas en zig-zag es mejor descender y comprendo por qué es necesario salir equipado con alimento y agua para esta clase de prueas. Tengo suerte que
    Villagrán me acompañe, si no, en el primer kilómetro hubiese reculado. Al fondo, en un ascenso de un kilómetro, se ve la meta. “¿Quieres tomar agua?”, me pregunta Fernando. “No quiero, prefiero pensar que llegando voy a tener toda la que quiera”, le respondo envalentonado.
    Subimos caminando -en realidad yo, Villagrán corre tramos cortos y se detiene a esperarme- y al llegar a la meta aceleramos. Alzo los brazos. Terminé en 2 horas y 16 minutos, una hora más que el ganador, Óscar Olguín.
    ***

    Avenida San Carlos de Apoquindo, estacionamientos, 17.30 horas. Abro la puerta de la van de golpe,
    vomito como un grifo.
    [​IMG] “Así es la altura, te ataca arriba o abajo”, me dicen. Comprendido, amigos.




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