Relato: La extraña Criatura de Macul (Región Metropolitana)

El papá de un amigo, Don Osvaldo M., cuenta esta historia cada vez que puede, pero la gente no le cree mucho. Yo por lo menos la escuche atentamente, y bueno, léanla y saquen sus conclusiones.

Don Osvaldo cuenta que la tarde del sábado 3 de Abril de 1993 , y después de pasar bastante tiempo enfermo en cama, había agarrado la costumbre de hacer arreglos en el patio de su casa todos los sábados que podía, en su modesta vivienda cerca de la quebrada de Macul. Un patio rebosante de quehaceres, y animales que alimentar, era su pasatiempo en el último tiempo. Siempre había algo que hacer en ese jardín de tierra, plantas, y sus perros regalones, que eran más flojos que la cresta según sus propias palabras.

Don Osvaldo cuenta que ese sábado en particular, mientras hacía unos arreglos en el frontis de la casa, se acercaron a su reja tres personas, vestidas de negro y con maletines, un hombre, una mujer y una niñita rubia:

- Buenas tardes… - le dijeron
- Buenas tardes -respondió Don Osvaldo- ¿Qué es lo que quieren?
- Venimos a compartir con usted la palabra del señor
-¡ Váyanse a la chucha! - Agregó cordialmente don Osvaldo al ver a estos molestos fanáticos religiosos.

Era entendible el malgenio de Don Osvaldo. Había pasado harto rato enfermo de la columna y en verdad que estaba un poco resentido con Dios en el último tiempo desde la muerte de su esposa. No estaba para escuchar la palabra del señor en medio de sus quehaceres. De inmediato entró a su casa, tomo una Pilsen, y volvió a sus quehaceres.

Le llamó la atención que los canutos se fueron dando vueltas por todo el vecindario, sin éxito en ninguna de las casas, pero como que le daba la impresión de que venían a advertir de algo -o al menos eso sintió después de un rato, aunque él dice que fue cargo de conciencia -. Al rato se le olvido, y cayó la noche.

Cuando ya se preparaba para guardar todo e irse dentro de la casa, una niña se acercó a su casa, y le pidió que aceptara el folleto que tenía. Don Osvaldo a regañadientes lo recibió, pero bueno, era una niña, así que no tenía la culpa.

Al rato, se fue a la cama a ver alguna película, mientras se tomaba una taza de té con un pan. Luego de unos minutos el sueño se la ganó y se quedo profundamente dormido. Sin embargo, en medio de la noche, un sonido como de alguien "sacudiendo una alfombra" lo despertó y se levanto para mirar hacia el patio. Después de unos instantes el sonido paró, pero como ya se había levantado y hacía un poco de frio, encontró una buena ocasión para prender un cigarrito.

Cuando salió al patio, el sonido "de la alfombra" volvió, pero esta vez más cerca, casi podría decir entre las matas que tenía en el frontis de la casa. Los perros no emitieron sonido alguno, y aunque don Osvaldo siempre dijo que los perros eran unos flojos, estaban extremadamente callados.

El sonido aumentaba y lo desconcertaba, porque también escuchaba algo así como un cuchicheo. Sacó la linterna del comedor y alumbró al centro del patio. Ahí dice que lo primero que vio fue un bulto gigante, que Pensó que era un cóndor, o un aguilucho, quizás algún tipo de ave extraña de las que andaban por el sector. El tema pasa que a medida que se fue acercando se dio cuenta que el pajarito era como de 3 metros de alto y 2 de largo y lo que producía el sonido era algo parecido a "alas" pero gigantescas. En un momento, la figura se ergio y revelo un ser "como humano" toda de color negro, como si estuviera hecha de humo, y con lo que parecían unos ojos rojos que desaparecían cada cierto rato y que lo quedaron mirando.

El papá de mi amigo, le tiro todo lo que tenía a mano, y salió corriendo al interior de su casa.
Agazapado adentro de la cocina, vio como la criatura, extendía sus enormes alas, y se posaba tranquilamente sobre el techo del vecino para después emprender un vuelo y desaparecer en la noche, mientras sus ojos rojos se le quedaron por siempre en la retina.
Un mes después de la visión , la quebrada de Macul iba a ser azotada por un aluvión que se cobro cerca de 30 muertos. Don Osvaldo, entendió años después que probablemente, había visto al Hombre Polilla local.