¿Son los anarco-capitalistas realmente anarquistas?

Tema en 'Debates' iniciado por RivasE, 15 Ene 2015.

  1. @RealLibertario

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    La consecuencia del error moral: El estatismo y la destrucción de la
    libertad y la propiedad.
    T odos los errores cuestan. Esto resulta más evidente con las
    leyes de la naturaleza. Si una persona yerra con respecto a las leyes
    de la naturaleza, esa persona no será capaz de alcanzar sus propios
    objetivos. Sin embargo, dado que el fracaso de lograrlo tiene que
    cargarlo cada individuo que se equivoca, prevalece en este mundo
    un deseo universal de aprender y corregir los propios errores. Los
    errores morales también cuestan. No obstante, a diferencia del caso
    anterior, su costo no debe, al menos no necesariamente, ser pagado
    por cada una y todas las personas que cometieron el error. En realidad,
    este sería el caso sólo si el error involucrado fuera el de creer que
    todos tienen el derecho a cobrar impuestos y a la toma definitiva de
    decisiones referentes a la persona y la propiedad de todos los demás.
    Una sociedad cuyos miembros crean esto estaría condenada. El precio
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    a pagar por este error sería la muerte universal y la extinción. Sin
    embargo, la cuestión es claramente diferente si el error involucrado es
    el de creer que una agencia – el Estado – sola tiene el derecho de cobrar
    impuestos y de la toma definitiva de decisiones (en lugar de todos,
    o, correctamente, ninguno). Una sociedad cuyos miembros creyeran
    esto – o sea, que debe haber leyes diferentes que se apliquen en forma
    desigual a amos y siervos, cobradores y pagadores de impuestos,
    legisladores y legislados – puede de hecho existir y perdurar. También
    hay que pagar por este error.
    P ero no todos los que sostienen este error deben pagar por él de
    igual manera. En su lugar, algunas personas tendrán que pagar por él,
    mientras otras – los funcionarios del Estado – realmente se benefician
    del mismo error. Por ende, en este caso sería erróneo asumir un deseo
    universal por aprender y corregir los propios errores. Al contrario, en
    este caso habría que asumir que algunas personas, en lugar de conocer
    y promover la verdad, tienen un motivo constante para mentir, es
    decir, para mantener y promover falsedades aún si ellos mismos las
    reconocen como tales.
    E n cualquier caso, entonces, ¿cuáles son las consecuencias
    “mixtas” de, y cuál es el precio desigual a pagar por, el error y/o
    la mentira de creer en la justicia de la institución del Estado? Toda
    vez que el principio del Gobierno – monopolio judicial y poder de
    cobrar impuestos – es admitido incorrectamente como justo, cualquier
    noción de restringir el poder gubernamental y salvaguardar la libertad
    individual y la propiedad es ilusoria. Más bien, bajo auspicios
    monopólicos el precio de la justicia y la protección aumentará
    continuamente y la calidad de la justicia y la protección caerá.
    Una agencia financiada mediante impuestos es una contradicción
    en términos – un expropiador protector de la propiedad – y llevará
    inevitablemente a más impuestos y menos protección. Aún si, como
    algunos estatistas – liberales clásicos – han propuesto, un gobierno con
    sus actividades limitadas exclusivamente a la protección de derechos
    de propiedad preexistentes, surgiría la cuestión de cuánta seguridad
    producir. Motivado (como todos) por el interés personal y la fatiga del
    trabajo, pero con el único poder de cobrar impuestos, la respuesta de
    un funcionario del Gobierno será invariablemente la misma:
    M aximizar los gastos en protección – y casi toda la riqueza
    de la nación puede ser concebida como consumible por el costo de
    la protección – y al mismo tiempo minimizar la producción de la
    protección. Cuanto mayor dinero uno pueda gastar y menos se deba
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    trabar para producir, se saldrá más ganador.
    A demás, un monopolio judicial llevará inevitablemente a un
    constante deterioro de la calidad de la justicia y la protección. Si nadie
    puede apelar a la justicia excepto la del Gobierno, la justicia será
    pervertida a favor del Gobierno, incluyendo las constituciones y las cortes
    supremas. Las constituciones y las cortes supremas son constituciones
    y agencias estatales, y cualesquiera que sean las limitaciones a la acción
    estatal que puedan tener o encontrar, es invariablemente decidido por
    agentes de la misma institución en cuestión. Presumiblemente, la
    definición de la propiedad y la protección serán continuamente alterados
    y el espacio de jurisdicción será expandido en ventaja del Gobierno
    hasta que, finalmente, la noción de derechos humanos universales e
    inmutables – y especialmente de derechos de propiedad – desaparecerán
    y serán reemplazados por los de la ley como legislación gubernamental
    y los derechos como garantías brindadas por el Gobierno.
    L os resultados, todos predichos por Rothbard, están ante sus
    ojos, para que todos los vean. La carga impositiva impuesta sobre
    los propietarios y los productores ha aumentado continuamente,
    haciendo que la carga económica de incluso esclavos y siervos
    parezca, en comparación, moderada. La deuda gubernamental – y
    por lo tanto, futuras obligaciones impositivas – han aumentado a
    niveles espasmódicos. Cada detalle de la vida privada, la propiedad, el
    comercio y el contrato es regulado por cada vez mayores montañas de
    leyes. De todas formas, la única tarea que se suponía que el Gobierno
    tenía que asumir – la de proteger nuestra vida y propiedad – no la
    realiza. Por el contrario, los cada vez más altos gastos en seguridad
    social, pública y nacional han aumentado, cuanto más se desgastan
    nuestros derechos de la Propiedad Privada, más ha sido expropiada,
    confiscada, destruida y devaluada nuestra propiedad. Cuantas más leyes
    se producen, se crea mayor incertidumbre legal y daño moral, y la falta
    de derechos ha desplazado a la ley y al orden. En lugar de protegernos
    del crimen doméstico y la agresión externa, nuestro Gobierno,
    equipado con enormes cantidades de armas de destrucción masiva,
    ataca contra siempre nuevos Hitlers y supuestos simpatizantes de
    Hitler en cualquier parte fuera de “su” territorio. En resumen, mientras
    nos hemos convertido en cada vez más indefensos, empobrecidos,
    amenazados, e inseguros, nuestros gobernantes estatales se han hecho
    cada vez más corruptos, arrogantes y peligrosamente armados.
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    La restauración de la moral: Sobre la liberación.
    ¿ Q ué hacer, entonces? Rothbard no sólo ha reconstruido la ética de
    la libertad y explicado a la ciénaga actual como resultado del estatismo,
    también nos ha enseñado el camino hacia la restauración de la moral.
    Lo primero y más importante es que nos ha explicado que los Estados,
    por poderosos e invencibles que puedan parecer, en definitiva deben su
    existencia a ideas, y dado que las ideas pueden, en principio, cambiar
    instantáneamente, los Estados pueden ser derribados y destruidos casi
    de la noche a la mañana. Los representantes del Estado son siempre
    y en todas partes, sólo una pequeña minoría de la población sobre la
    cual gobiernan. La razón de esto es tan sencilla como fundamental:
    cien parásitos pueden vivir vidas confortables si chupan la sangre
    vital de miles de anfitriones productivos, pero miles de parásitos no
    pueden vivir confortablemente de una población anfitriona de sólo
    cien miembros. Sin embargo, si los agentes gubernamentales son
    meramente una pequeña minoría de la población, ¿cómo pueden
    forzar su voluntad sobre esa población y salir airosos? La respuesta
    que da Rothbard al igual que de la Boetie, Hume, y Mises antes que
    él, es: sólo por virtud de la cooperación voluntaria de la mayoría de la
    población con el Estado. Pero aún ¿cómo puede el Estado asegurarse
    tal cooperación? La respuesta es: sólo debido a que, y en tanto que, la
    mayoría de la población crea en la legitimidad del Gobierno estatal.
    Esto no quiere decir que la mayoría de la población debe estar de
    acuerdo con cada medida estatal. En realidad, bien puede considerar
    que muchas políticas estatales están equivocadas e incluso son
    despreciables. No obstante, la mayoría de la población debe creer
    en la justicia de la institución del Estado como tal, y por ende, que
    aún si un Gobierno particular se equivoca, estos errores son meros
    accidentes que deben ser aceptados y tolerados en miras a un bien
    mayor, provisto por la institución del Gobierno.
    P ero ¿cómo se hace para que la mayoría de la población crea esto?
    La respuesta es: con la ayuda de los intelectuales. En la antigüedad eso
    significaba intentar moldear una alianza entre el Estado y la iglesia.
    En la actualidad y en forma mucho más efectiva, esto implica la
    nacionalización (socialización) de la educación: a través de escuelas
    y universidades estatales o subsidiadas por el Estado. La demanda
    del mercado de servicio intelectuales, especialmente en el área de
    humanidades y ciencias sociales, no es precisamente alta, estable
    y segura. Los intelectuales estarían a la merced de los valores y las
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    decisiones de las masas, y las masas generalmente no están interesadas
    en cuestiones filosófico-intelectuales. El Estado, por otro lado, destaca
    Rothbard, acomoda su ego típicamente exacerbado y “está gustoso de
    ofrecerle a los intelectuales, una cama cálida, segura y permanente
    en su aparato, un ingreso seguro, y la panoplia del prestigio”. Y
    realmente, el Estado democrático moderno en particular, creó una
    masiva sobreoferta de intelectuales.
    S u comodidad no garantiza un pensamiento “correcto” – estatista -
    por supuesto; y por bien y de más, que generalmente que estén pagados,
    los intelectuales continuarán quejándose de cuán poco aprecian los
    poderes su tan importante trabajo. Pero seguramente ayuda para llegar
    a las conclusiones “correctas” si uno se da cuenta de que sin el Estado
    – la institución del cobro de impuestos y la legislación – uno podría
    quedarse sin trabajo y tendría que probar las propias manos en la
    mecánica de los surtidores de combustible, en lugar de preocuparse
    con cuestiones tan estresantes como la alienación, la equidad, la
    explotación, la deconstrucción del género y los roles sexuales, o la
    cultura de los esquimales, de los hopis y de los zulúes. E incluso si
    uno se siente menospreciado por esto o eso incumbe al Gobierno, uno
    aún se da cuenta de que la ayuda sólo puede venir de otro Gobierno,
    y seguramente no de un asalto intelectual sobre la legitimidad de la
    institución gubernamental como tal. Entonces, no es de sorprender
    que, como hecho empírico, la abrumadora mayoría de los intelectuales
    contemporáneos sean directamente izquierdistas e incluso que los
    intelectuales más conservadores o de libre mercado, como Friedman o
    Hayek, por ejemplo, sean fundamental y filosóficamente estatistas.
    D e esta perspectiva de la importancia de las ideas y el rol de
    los intelectuales como guardaespaldas del Estado y del estatismo,
    entonces, resulta que el papel más decisivo en el proceso de liberación
    – la restauración de la justicia y la moral – debe recaer sobre los
    hombros de lo que se podría llamar intelectuales anti-intelectuales. Sin
    embargo, ¿cómo podrían tener éxito los intelectuales anti-intelectuales
    en deslegimitar al Estado en la opinión pública, especialmente si la
    gran mayoría de sus colegas son estatistas y harán todo lo que esté a
    su alcance para aislarlos y desacreditarlos como extremistas y locos?
    El tiempo me permite sólo hacer unos pocos comentarios breves sobre
    esta pregunta.
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    Primero:
    D ado que uno debe contar con la viciosa oposición de los propios
    colegas, para poder enfrentarla, sacársela de encima, es de suma
    importancia no basar la propia postura en economía y utilitarismo,
    sino en argumentos éticos y morales. Esto es debido a que sólo las
    convicciones morales lo proveen a uno del coraje y la fuerza necesarios
    en la batalla ideológica. Pocos están inspirados y dispuestos a aceptar
    sacrificios si aquello a lo cual se oponen es simple error y derroche. Más
    inspiración y coraje pueden surgir de saber que uno está involucrado
    en la lucha contra el mal y las mentiras.
    (Volveré sobre esto en breve).
    Segundo:
    R esulta importante reconocer que uno no necesita convertir
    a los colegas, es decir, persuadir a los principales intelectuales.
    Tal como Thomas Kuhn ha demostrado, esto ya es bastante raro
    en ciencias naturales. En ciencias sociales, las conversiones de
    visiones previamente sostenidas entre los intelectuales establecidos
    son casi inexistentes. En su lugar, uno debería concentrar los
    esfuerzos personales en los jóvenes que aún no están comprometidos
    intelectualmente, cuyo idealismo también los hace particularmente
    receptivos de los argumentos morales y del rigor moral. Y así, uno
    debería esquivar al mundo académico y llegar al público general (es
    decir, el hombre común educado), que sostiene algunos prejuicios
    anti-intelectuales generalmente saludables en los cuales se puede dar
    fácilmente.
    Tercero:
    (volviendo a la importancia de un ataque moral contra el Estado):
    E s esencial reconocer que no se puede ceder en el nivel teórico.
    Es cierto que uno no debería negarse a cooperar con personas cuyos
    puntos de vista estén definitivamente equivocados y confundidos, en
    tanto y en cuanto sus objetivos puedan ser clasificados, claramente
    y sin ambigüedades, como un paso en la dirección correcta de la
    desestatización de la sociedad. Por ejemplo, uno no debería querer
    negarse a cooperar con personas que buscan introducir un impuesto a las
    rentas plano del 10 por ciento (aunque no deberíamos querer cooperar
    con aquellos que quieren combinar esta medida con un aumento del
    impuesto a las ventas para lograr neutralidad impositiva, por ejemplo).
    Sin embargo, bajo ninguna circunstancia dicha cooperación debe
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    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    llevar a, o alcanzarse mediante, el sacrificio de los propios principios.
    El cobro de impuestos es justo o injusto. Y una vez que se lo admite
    como justo, ¿cómo se hará para oponerse a un aumento de impuestos?
    Por supuesto, la respuesta es que no se puede.
    P uesto de otra manera, negociar en el nivel de la teoría, como
    se encuentra, por ejemplo, entre los defensores moderados del libre
    mercado como Hayek o Friedman o incluso entre los llamados
    minarquistas, no sólo es filosóficamente insatisfactorio sino también
    ineficiente y contraproducente en la práctica. Sus ideas pueden ser
    – y de hecho lo son – fácilmente cooptadas e incorporadas por los
    gobernantes estatales y la ideología estatista. Realmente, cuán a
    menudo oímos por parte de estatistas y en defensa de una agenda
    estatista, gritar cosas como “incluso Hayek (Friedman) dice…” o “¡ni
    siquiera Hayek (Friedman) niega que tal y tal cosa debe ser realizada
    por el Estado!”
    P ersonalmente, pueden no estar contentos al respecto, pero es
    innegable que su trabajo se presta a este propósito, y por lo tanto,
    que ellos, de grado por fuerza, de hecho contribuyen al continuado e
    imbatible crecimiento del poder estatal.
    E n otras palabras: negociar en la teoría o el incrementalismo
    sólo llevará a la perpetuación de las falsedades, males y mentiras
    del estatismo, y sólo el purismo en la teoría, el radicalismo, y la
    intransigencia pueden y deben llevar primero a la reforma práctica
    gradual, la mejora y la posible victoria final. Por ende, como intelectual
    anti-intelectuales en el sentido Rothbardiano uno nunca puede estar
    satisfecho con criticar varios locuras gubernamentales, aunque puede
    que haya que empezar con eso, pero uno siempre debe proceder de
    allí a un ataque fundamentalista sobre la institución del Estado como
    un ultraje moral y a sus representantes como fraudes morales y
    económicos, mentirosos e impostores – como emperadores sin ropa.
    E n particular, uno nunca debe dudar de atacar al mismo corazón
    de la legitimidad del Estado: su supuesto rol indispensable como
    productor de protección de la propiedad y la seguridad. Ya he
    demostrado cuán ridículo es este reclamo en términos teóricos: ¿cómo
    es posible que una agencia que puede expropiar la propiedad privada
    sostenga ser protectora de la propiedad privada? Pero dudosamente
    sea menos importante atacar la legitimidad del Estado sobre este
    aspecto en términos empíricos. Es decir, destacar y dar por descontada
    la cuestión de que, después de todo, los Estados, que son nuestros
    32
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    supuestos protectores, son la misma institución responsable por 170
    millones de muertes aproximadas sólo en el siglo XX – más que las
    víctimas del crimen privado en toda la historia de la humanidad (y este
    número de víctimas de crímenes privados, de los cuales el Gobierno no
    nos protegió, hubiese sido aún mucho menor si los gobiernos en todas
    partes y en todos los tiempos no se hubieran esforzado constantemente
    en desarmar a sus propios ciudadanos para que los gobiernos por
    su parte ¡pudieran convertirse en máquinas asesinas cada vez más
    eficientes!) En lugar de tratar a los políticos con respeto, entonces, la
    crítica hacia ellos debería aumentar significativamente; no sólo son
    ladrones sino también asesinos en masa. Cómo se atreven a exigir
    nuestro respeto y lealtad.
    ¿ P ero una radicalización ideológica categórica y distintiva traerá
    los resultados buscados? De hecho, sólo ideas radicales – y en realidad
    radicalmente sencillas – pueden movilizar los sentimientos de las
    masas oscuras y apáticas y deslegitimar al Gobierno ante sus ojos.
    M e permito citar a Hayek sobre este aspecto (y al hacerlo, espero
    también dar a entender que mi crítica bastante fuerte hacia él más
    arriba, no debe ser malentendida en el sentido de que no se puede
    aprender nada de autores que están fundamentalmente equivocados y
    confundidos):
    “ D ebemos construir una sociedad libre, una vez más, un
    emprendimiento intelectual, a acto de valentía. Carecemos de
    una Utopía liberal, un programa que no parezca una mera defensa
    de cosas como son, ni tampoco una suerte de socialismo diluido,
    sino un radicalismo verdaderamente liberal que no desperdicie las
    susceptibilidades del hábil…, que no sea demasiado severamente
    práctico y que no se confine a sí mismo a lo que hoy parece
    políticamente posible. Necesitamos líderes intelectuales que estén
    preparados a resistir las lisonjas del poder y la influencia, y que estén
    dispuestos a trabajar por un ideal, por más pequeñas que puedan ser las
    perspectivas de su temprana realización. Deben ser hombres dispuestos
    a aferrarse a principios y a luchar por su completa realización, por más
    remota que sea. El libre comercio y la libertad de oportunidades son
    ideas que aún pueden causar imaginaciones en muchas personas, pero
    una mera ‘razonable libertad de comercio’ o una mera ‘disminución
    de los controles’ no es ni intelectualmente respetable ni es probable
    que inspire ningún entusiasmo… A menos que podamos hacer que
    los fundamentos filosóficos de una sociedad libre sean una vez más
    una cuestión intelectual, y su implementación una tarea que desafíe
    33
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    la ingenuidad e imaginación de nuestras mentes más despiertas, las
    perspectivas de la libertad son realmente oscuras. Pero si podemos
    recuperar esa fe en el poder de las ideas que fue el logro del liberalismo
    en su mejor momento, la batalla no está perdida”.
    H ayek por supuesto no siguió su propio consejo para proveernos
    de una teoría consistente e inspiradora. Su Utopía, desarrollada en su
    C onstitución de la Libertad, es la visión bastante poco inspiradora
    del Estado de bienestar sueco. En su lugar, fue Rothbard quien
    hizo lo que Hayek reconoció como necesario para una renovación
    del liberalismo clásico; y si hay algo que pueda revertir la marea
    aparentemente incontenible de estatismo y restituir la justicia y la
    libertad, es el ejemplo personal brindado por Murray Rothbard y la
    difusión del Rothbardianismo.
     
  2. Noopept

    Noopept Usuario Casual nvl. 2
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    ¿Cuál es la diferencia entre el ancap y el liberalismo clásico? No conozco mucho -casi nada- el ancap... Saludos.

    PD: En palabras mas menos simples, no estudio nada relacionado con economía. Sólo me gustaría saber lo básico. :elvis:
     
  3. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    La Idea de una
    Sociedad de
    Derecho Privado
    S
    ólo, en su isla, Robinsón Crusoe puede hacer cualquier cosa
    que le plazca. Para él no existen preguntas con respecto a reglas
    organizadas de conducta humana – cooperación social – simplemente
    no salen a flote. Esta pregunta sólo puede surgir una vez llegue una
    segunda persona a la isla, Viernes. Mas aún, la pregunta en gran parte
    no es pertinente mientras no exista escasez.
    S upongamos que la isla es el Jardín del Edén; todos los bienes
    externos están disponibles en superabundancia. Son “bienes
    gratuitos,” tal como el aire que respiramos el cual es normalmente
    “gratis”. Cualquier cosa que Crusoe haga con estos bienes, no tendrán
    repercusiones – ni con respecto a su futuro suministro ni al suministro
    presente ni futuro de bienes para Viernes (y viceversa). De ahí que, es
    imposible que haya conflictos entre Crusoe y Viernes con respecto al
    uso de tales bienes. El conflicto es posible solamente si los bienes son
    escasos. Sólo entonces surgirá la necesidad de formular reglas que
    hagan posible una cooperación social ordenada y libre de conflictos.
    E n el Jardín del Edén existen sólo dos bienes escasos: el
    cuerpo físico de la persona y el espacio en que se para. Crusoe y
    Viernes tienen sólo un cuerpo y pueden pararse sólo en un lugar en
    determinado momento. De ahí que, aún en el Jardín del Edén puedan
    surgir conflictos: Crusoe y Viernes no pueden ocupar el mismo espacio
    simultáneamente sin entrar en conflicto físico el uno con el otro.
    P or consiguiente, aún en el Jardín del Edén deben existir reglas
    de conducta social ordenada – reglas con respecto a la ubicación y al
    movimiento apropiado de los cuerpos humanos. Fuera del Jardín del
    35
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    Edén, en el reino de la escasez, debe haber reglas no sólo para el uso
    de los cuerpos personales sino también para todo bien escaso, y así
    poder excluir toda posibilidad de conflictos. Este es el problema del
    orden social.
    La concepción liberal clásica del orden social.
    E n la historia del pensamiento social y político, se han hecho
    innumerables propuestas para solucionar el problema del orden
    social, y esta variedad de propuestas, mutuamente incompatibles,
    con frecuencia ha contribuido a que la búsqueda de una solución
    única y “correcta” se haya considerado ilusoria. Pero si existe una
    solución correcta. No hay razón para sucumbir al relativismo moral.
    La solución ha sido conocida durante centenares de años. En tiempos
    modernos esta solución sencilla ha sido íntimamente asociada con el
    “liberalismo clásico”.
    P ermítanme formular la solución, primero para el caso especial
    representado por el Jardín del Edén y subsiguientemente para el caso
    general representado por el mundo “real” donde todo es escasez y
    luego indicaré brevemente porqué esta solución debe ser considerada
    justa y además, económica.
    E n el Jardín del Edén, la solución es proporcionada por una
    sencilla regla que establece que todos puedan colocar o mover su
    propio cuerpo dondequiera les plazca, con la condición que nadie esté
    ocupando ese mismo espacio al mismo momento. Fuera del Jardín
    del Edén, en el reino de la escasez, la solución es aportada por cuatro
    reglas correlacionadas.
    P rimero, cada persona es la dueña adecuada de su propio cuerpo
    físico. ¿Quién más, si no Crusoe, debería ser el dueño del cuerpo de
    Crusoe? De otro modo, se constituiría en un caso de esclavitud, y ¿no
    es acaso la esclavitud injusta sino, además, antieconómica?
    E n segundo lugar, cada persona es dueña adecuada de todos los
    bienes recibidos de la naturaleza, que él mismo haya percibido como
    escasos y haya puesto en uso antes que cualquiera otra persona, por
    medio de su cuerpo. ¿En verdad, quien más, sino el primer usuario,
    debería ser su dueño? ¿El segundo o el tercero?
    S i fuera esto así, la primera persona no realizaría su acto de
    apropiación original, y así la segunda persona llegaría a ser la primera,
    36
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    y así sucesivamente. A nadie, nunca, le sería permitido realizar un
    acto de apropiación y la humanidad original desaparecería al instante.
    Alternativamente, el primer usuario, junto con todos los rezagados,
    llega a ser copropietario de los bienes en cuestión. Entonces no podría
    evitarse el conflicto, porque, ¿qué hace uno si varios copropietarios
    tienen ideas incompatibles acerca de lo que quieren hacer con los
    bienes en cuestión? Esta solución sería también antieconómica porque
    reduciría el estímulo para utilizar por primera vez aquellos bienes
    percibidos como escasos.
    E n tercer lugar, toda persona que con la ayuda de su cuerpo y sus
    bienes originalmente apropiados, genere nuevos productos, llegará
    a ser en consecuencia el dueño adecuado de éstos, provisto sólo que
    en el proceso de producción no dañe físicamente los bienes de otras
    personas.
    F inalmente, una vez que los bien han sido apropiados por primera
    vez, ó han sido producidos, su propiedad puede ser adquirida sólo
    por medio de transferencias voluntarias y contractuales del título de
    propiedad de un dueño previo a otro posterior.
    L a institución de la propiedad privada y en particular el
    establecimiento de la propiedad privada por medio de la apropiación
    original se han catalogado con frecuencia como “convenciones”. Sin
    embargo, debe aclararse que esta premisa es falsa. La convención
    sirve un propósito siempre que exista una alternativa. Por ejemplo
    el alfabeto latino sirve el propósito de comunicación escrita. Existe
    una alternativa, el alfabeto cirílico. Por esta razón el alfabeto es una
    convención.
    ¿ C ual, es entonces, el propósito de las normas de acción? ¡Evitar
    todo conflicto posible! Las normas que generan conflicto son contrarias
    al verdadero propósito de las normas. Sin embargo, con respecto
    al propósito de evitar conflictos, las dos instituciones mencionadas
    no son convencionales; ninguna alternativa a ellas existe. Sólo la
    propiedad privada hace posible evitar conflictos que de otra manera
    son inevitables; y sólo el principio de adquisición de la propiedad por
    acción de la apropiación original, realizada por individuos específicos,
    en tiempos y ubicaciones específicos, han hecho posible evitar
    conflictos desde el principio de la humanidad.
    37
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    La aplicación del orden social: El papel del Estado en el liberalismo
    clásico.
    T an importante como es este descubrimiento, sin embargo, nos
    deja con otro problema aún más difícil. Incluso si todos sabemos
    cómo evitar todo conflicto posible, e incluso si todos sabemos que al
    hacerlo así, a largo plazo, la prosperidad de todos en derredor llegará
    al máximo, no es cierto que siempre todos estemos interesados en
    evitar los conflictos ni las consecuencias de nuestras acciones. De
    hecho, siendo la humanidad como es, siempre existirán asesinos,
    ladrones, asaltantes, maleantes, y estafadores, o personas que no
    actúan de acuerdo con las reglas establecidas, y la vida sería imposible
    en la sociedad si los criminales no son disuadidos de sus actuaciones.
    Para mantener la ley y el orden, es necesario que los miembros de
    la sociedad estén preparados y equipados para presionar a cualquiera
    que no respete la vida y la propiedad de los demás, para que respete
    las reglas de la sociedad. ¿Cómo y a través de quién se llega a la
    aplicación de la ley y del orden?
    L a respuesta dada por los liberales clásicos y por casi todos los
    demás es bien conocida. La tarea imprescindible de mantener la ley
    y el orden es la única función del Estado. ¿Cómo se define el Estado,
    entonces? Un Estado no es simplemente una firma especializada.
    Convencionalmente, el Estado está definido como una agencia que
    posee dos características únicas. Primero, el Estado es una agencia
    que ejercita un monopolio territorial con toma de decisiones de última
    instancia.
    E so es, es el último árbitro en todo caso de conflicto, incluyendo
    los conflictos que el mismo Estado implica, y no permite apelación
    superior a si mismo. Además, el Estado es una agencia que ejercita
    un monopolio territorial de impuestos. Eso es, es una agencia que fija
    unilateralmente a los particulares el precio que se debe pagar por el
    servicio de mantener la ley y el orden.
    Errores del liberalismo clásico.
    E s muy difundida la visión liberal clásica con respecto a la
    necesidad de la institución del Estado como proveedor de la ley y del
    orden, sin embargo, argumentos bastante elementales, económicos y
    morales, muestran como esta visión puede estar enteramente sesgada.
    38
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    E ntre economistas y filósofos políticos, una de las tesis más
    extensamente aceptadas es la de que todo “monopolio” es “malo”
    desde el punto de vista de los consumidores. Aquí, el monopolio es
    entendido como un privilegio exclusivo otorgado a un sólo productor
    de bienes o servicios, o como la ausencia de “libre entrada” en una
    línea particular de producción. Por ejemplo, sólo una agencia, A,
    puede producir un bien dado o servicio, X. Tal monopolio es “malo”
    para los consumidores porque, protegido contra la entrada de nuevos
    participantes potenciales en un área dada de producción, el precio
    del producto será más alto y de calidad más baja que en condiciones
    competitivas. Por consiguiente, es de esperarse que la ley y el orden
    proporcionados por el Estado sean excesivamente costosos y de
    calidad particularmente baja.
    S in embargo, este es sólo el más leve de los errores. El monopolio
     
  4. @RealLibertario

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    del gobierno no es como cualquier otro monopolio, tal como el de
    la leche, ni como el monopolio de coches que saca productos de baja
    calidad con precios altos. La agencia del gobierno es extraordinaria
    entre todas las otras agencias porque produce no sólo cosas buenas
    sino también malas. En realidad debe producir cosas malas para poder
    producir algo que pudiéramos considerar un bien.
    C omo hemos anotado, el gobierno es el juez último en todo caso
    de conflicto, inclusive en conflictos en que él mismo está implicado.
    Consecuentemente, en vez de prevenir y resolver conflictos, un
    monopolio de última instancia provocará conflictos adicionales para
    resolver el caso a su favor. Eso es, si uno sólo puede apelar al gobierno
    por justicia, la justicia estará pervertida en favor del gobierno, a pesar
    de la constitución y los tribunales supremos. De todas maneras,
    se trata de constituciones y tribunales del gobierno, y cualquier
    limitación en la acción del gobierno que ellos puedan encontrar será
    decidida invariablemente por agentes de la mismísima institución.
    Previsiblemente, las definiciones de propiedad y protección serán
    alteradas continuamente y la escala de la jurisdicción ampliada en
    favor del gobierno. El concepto de una ley eterna e inmutable que
    debería primar, desaparecerá y será reemplazada por la idea de la ley
    como legislación – una ley tan flexible como toda ley emanada del
    Estado.
     
  5. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    T odavía peor, el Estado es un monopolio de impuestos, y
    mientras los que reciben los impuestos – los empleados del gobierno
    – la consideran como algo bueno, los que deben pagar los impuestos
    39
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    consideran el pago como algo malo, como un acto de expropiación.
    Como agencia en términos de protección de vida y propiedades,
    sostenida con impuestos, la mera institución del gobierno no es
    nada menos que una contradicción. Es un expropiador protector
    de propiedades, que “produce” cada vez más impuestos y siempre
    menos protección. Incluso si el gobierno limitara sus actividades
    exclusivamente a la protección de la propiedad de sus ciudadanos,
    como los liberales clásicos han propuesto, surgiría la pregunta
    adicional de cuánta seguridad debe producir. Motivados, como
    están todos, por intereses personales y la inutilidad del trabajo, pero
    equipados con el poder extraordinario de imponer tasas e impuestos, la
    meta de un agente de gobierno será invariablemente llevar al máximo
    los gastos en protección, y es concebible que gran parte de la riqueza
    de una nación pueda ser consumida por el costo de dicha protección,
    reduciéndose al mismo tiempo su alcance. Mientras más dinero pueda
    uno gastar y menos deba uno trabajar para producir, mejor se estará.
    E n suma, la estructura de los estímulos inherentes a la institución
    del gobierno no es una receta para la protección de vida y propiedad,
    sino una receta para maltratos, opresión, y explotación. Esto es lo que
    nos muestra la historia de los Estados. Es primordialmente la historia
    de incontables millones de vidas humanas arruinadas.
    Errores multiplicados: Liberalismo democrático.
    U na vez que el liberalismo clásico asumió erróneamente que la
    institución del gobierno era necesaria para la conservación de la ley
    y del orden, surgió la siguiente pregunta: ¿Cuál forma convencional
    de gobierno es mejor para la tarea entre manos? Mientras la respuesta
    liberal clásica a esta pregunta no fue de manera alguna unánime, fue
    aún perfectamente fuerte y clara. La forma tradicional de gobierno
    señorial o real era aparentemente incompatible con la idea añorada de
    derechos humanos universales, porque se trataba de un gobierno basado
    en el privilegio. Por consiguiente, fue excluida. ¿Cómo, entonces,
    podría encuadrarse la idea de universalidad de los derechos humanos
    con el gobierno? La respuesta liberal fue la de abrir la participación
    y la entrada en el gobierno de igual a igual, para todos, por la vía de
    la democracia. A cualquiera – ni siquiera se limitó a alguna clase
    hereditaria de nobles – le fue permitido llegar a ser funcionario del
    Estado y ejercitar todas las funciones del gobierno.
    40
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    S in embargo, esta igualdad democrática ante la ley es algo
    enteramente diferente e incompatible con la idea de una ley universal,
    igualmente aplicable a todos, en todas partes, y en todos los tiempos.
    De hecho, el cisma y la desigualdad objetables anteriormente de la más
    alta ley de los reyes versus la ley subordinada de sujetos ordinarios se
    preservan completamente bajo la democracia en la separación del
    derecho público versus el derecho privado y la supremacía del anterior
    sobre el último. Bajo la democracia, todos son iguales en lo que se
    refiere a que la entrada está abierta para todos en términos igualitarios.
    En una democracia no existen privilegios personales ni personas
    privilegiadas. Sin embargo, existen los privilegios funcionales y las
    funciones privilegiadas. Siempre y cuando actúen en calidad oficial,
    los funcionarios públicos son gobernados y protegidos por la ley
    pública, con lo cual ocupan una posición privilegiada en relación
    con personas que actúan bajo la mera autoridad del derecho privado,
    fundamentalmente en que les es permitido sostener sus propias
    actividades por medio de impuestos cargados a sujetos de derecho
    privado. El privilegio y la discriminación legal no desaparecerán.
    Al contrario. Antes que estar restringidos a príncipes y nobles, el
    privilegio, el proteccionismo, y la discriminación legal estarán
    disponibles para todos y pueden ser ejercitados por todos.
    P revisiblemente, entonces, bajo condiciones democráticas la
    tendencia de todo monopolio de aumentar los precios y disminuir la
    calidad es más pronunciada.
    C omo monopolio hereditario, el rey o el príncipe consideraban el
    territorio y las personas bajo su jurisdicción como sus bienes muebles
    y se dedicaban a explotar monopolísticamente su “propiedad”. Bajo
    la democracia, el monopolio, y la explotación monopolística no
    desaparecen. Incluso si a todos se les permite entrar el gobierno, no
    por eso se elimina la distinción entre gobernantes y gobernados. El
    gobierno y el gobernado no son uno y la misma persona. En vez de un
    príncipe que considera el país como su propiedad privada, un guardián
    temporal e intercambiable es puesto monopolísticamente a cargo del
    país. El guardián no es dueño del país, pero mientras esté en su oficio
    le es permitido utilizarlo para ventaja de si mismo y de sus protegidos.
    Tiene el uso actual – el usufructo – pero no su capital social. Esto
    no elimina la explotación. Al contrario, hace la explotación menos
    calculada, llevada a cabo con poca o ninguna consideración del capital
    social. La explotación es miope y se promueve sistemáticamente el
    consumo del capital.
     
  6. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    E n particular, una vez que un lugar o un bien fue apropiado por
    primera vez mediante, en palabras de John Locke, “mezclar el propio
    trabajo” con él, la propiedad sobre esos lugares y bienes sólo puede
    ser adquirida mediante una transferencia voluntaria – contractual – del
    título de propiedad del propietario originario al otro.
    A la luz del ampliamente difundido relativismo moral, vale la pena
    destacar que esta idea de apropiación originaria y propiedad privada
    como solución al problema del orden social concuerda completamente
    con nuestra “intuición” moral. ¿No es sencillamente absurdo sostener
    que una persona no debería ser el dueño indicado de su propio cuerpo
    y de los lugares y bienes que él originariamente, es decir, antes que
    nadie más, se apropió, utiliza y/o produce mediante su cuerpo? Dado
    que ¿quién más, si no él, debería ser el dueño? ¿Y no es también obvio
    que la abrumadora mayoría de las personas – incluyendo a los niños
    y a los primitivos – actúan de hecho según esta regla, y lo hacen sin
    cuestionamiento y en forma natural?
    S in embargo, una intuición moral, más allá de su importancia,
    no es una prueba. Pero también hay prueba de que nuestra intuición
    moral es correcta.
    L a prueba puede ser provista de dos maneras. Por un lado,
    describiendo las consecuencias de que uno niegue la validez de la
    institución de la apropiación originaria y la propiedad privada: si una
    persona A no fuera dueña de su propio cuerpo y de los lugares y bienes
    originariamente apropiados y/o producidos con su cuerpo, como así
    también de los bienes voluntariamente (contractualmente) adquiridos
    a otro propietario anterior, entonces existen dos alternativas.
    O tra persona B tiene que ser reconocida como dueña del cuerpo
    de A, como así también de los lugares y bienes apropiados, producidos
    y adquiridos por A. O sino todas las personas, A y B, deben ser
    19
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    consideradas copropietarias iguales de todos los cuerpos, lugares y
    bienes.
    E n el primer caso, A quedaría reducido al nivel de esclavo de B
    y objeto de explotación. B es el dueño del cuerpo de A y de todos
    los lugares y bienes apropiados, producidos y adquiridos por A,
    pero A, por su parte, no es dueño del cuerpo de B y de los lugares
    y bienes apropiados, producidos y adquiridos por B. Entonces, bajo
    esta regla se constituyen dos clases de personas categóricamente
    distintas – Untermenschen (Subhombres) como A y Übermenschen
    (Superhombres) como B – a las cuales se aplican “leyes” diferentes.
    Por lo tanto, ese tipo de reglas debe ser descartado como ética humana
    igualmente aplicable a todos qua seres humanos (animal racional).
    Desde el mismísimo comienzo, cualquier reglamentación similar
    puede ser reconocida como no aplicable universalmente y por ende,
    no puede sostener representar al derecho.
    P orque para que una regla aspire al nivel de derecho – una regla
    justa – es necesario que dicha regla se aplique igual y universalmente
    a todos.
    E n forma alternativa, en el segundo caso de propiedad universal y
    copropietaria, se cumple el requisito de igual derecho para todos. Sin
    embargo, esta alternativa sufre de otra deficiencia, incluso más severa,
    porque de aplicarse toda la humanidad perecería instantáneamente.
    (Y dado que toda ética humana debe permitir la supervivencia de
    la humanidad, esta alternativa también debe ser rechazada.) Toda
    acción de una persona requiere la utilización de un medio escaso (al
    menos el cuerpo de la persona y el lugar en que está parada). Pero si
    todos los bienes fueran copropiedades de todos, entonces ninguno,
    en ningún momento y ningún lugar, tendría permiso para hacer nada
    salvo que haya asegurado previamente el consentimiento de todos los
    demás copropietarios; y aún así, ¿cómo podría alguien brindar dicho
    consentimiento si no fuera el dueño exclusivo de su propio cuerpo
    (incluyendo sus cuerdas vocales) mediante las cuales debe expresar
    su consentimiento? En realidad, primero necesitaría el consentimiento
    de otros para poder expresarse, pero estos otros no pueden dar su
    consentimiento sin antes tener el de él, etc.
    E sta mirada a la imposibilidad praxeológica del “comunismo
    universal,” tal como Rothbard se refirió a esta propuesta, me lleva de
    inmediato a una segunda forma alternativa de demostrar la idea de la
    apropiación originaria y la propiedad privada como la única solución
    20
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    correcta al problema del orden social. Si una persona tiene o no algún
    derecho y, si los tiene, cuáles son, sólo puede ser decidido mediante
    la argumentación (intercambio lógico). La justificación – prueba,
    conjetura, refutación – es una justificación argumentativa.
    Q uien quisiera negar esta proposición quedaría envuelto en una
    contradicción en términos, porque su negación constituiría en sí misma
    un argumento. Incluso un relativista ético, por lo tanto, debe aceptar
    esta primera proposición, a la cual acordadamente se la denomina a
    priori de la argumentación.
    D e la innegable aceptación – el nivel axiomático – de este a priori
    de la argumentación, surgen, por lo tanto, dos conclusiones igualmente
    necesarias. Primero, se sigue del a priori de la argumentación cuando
    no hay solución racional al problema del conflicto que surge de la
    existencia de la escasez. En mi anterior escenario de Crusoe y Viernes,
    supongamos que Viernes no era el nombre de un hombre sino el de
    un gorila.
    O bviamente, de la misma forma en que Crusoe puede entrar en
    conflicto respecto de su cuerpo y el lugar que ocupa con Viernes, el
    hombre, también puede suceder con Viernes, el gorila. El gorila puede
    que quiera ocupar el mismo espacio que Crusoe está ocupando. En
    este caso, al menos si el gorila es la clase de entidad que conocemos
    como gorilas, no hay, de hecho una solución racional a su conflicto. O
    gana el gorila, y devora, destruye, o empuja a Crusoe a un lado – esto
    es la solución del gorila al problema – o Crusoe gana, y mata, golpea,
    ahuyenta o domestica al gorila – esto es la solución de Crusoe. En
    esta situación, uno podría hablar, de hecho, de relativismo moral. Uno
    podría concordar con Alasdair MacIntyre, un prominente filósofo de
    la persuasión relativista, preguntando lo mismo que el título de uno de
    sus libros, ¿La justicia de quién? ¿Cuál racionalidad? (Whose Justice?
    Which Rationality?) – la de Crusoe o la del gorila. Dependiendo del
    lado de cual uno elija estar, la respuesta será diferente. Sin embargo,
    es más apropiado referirse a esta situación como una en la cual la
    cuestión de la justicia y la racionalidad simplemente no surge: es
    decir, como una situación extra-moral. La existencia de Viernes, el
    gorila, le impone a Crusoe, sencillamente un problema técnico, no
    moral. Crusoe no tiene otra opción que aprender a manejar y controlar
    exitosamente los movimientos del gorila de la misma forma en que
    debe aprender a manejar y controlar a los objetos inanimados de su
    entorno.
    21
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    P or implicancia, sólo si las dos partes del conflicto son capaces de
    presentarse argumentos mutuamente, se puede hablar de un problema
    moral y surge la cuestión de si existe o no una solución significativa.
    Sólo si Viernes, más allá de su apariencia física (es decir, sin importar si
    se ve como un hombre o como un gorila) es capaz de argumentar (aún
    si se ha mostrado capaz de hacerlo una sola vez) puede ser considerado
    racional y tiene sentido la cuestión de si existe una solución correcta
    al problema del orden social o no. No se puede esperar que nadie dé
    una respuesta – realmente ninguna respuesta – a alguien que nunca ha
    hecho una pregunta o, más puntualmente, que nunca ha declarado su
    propia postura relativista en forma de un argumento. En ese caso, este
    “otro” no puede ser visto y tratado como otra cosa que no sea un animal
    o una planta, es decir, como una entidad extra-moral. Sólo si esta otra
    entidad puede en principio detener su actividad, cualquiera que sea,
    pararse para hablar y decir “sí” o “no” a algo que uno ha dicho, le
    debemos a esta entidad una respuesta y por lo tanto, podemos sostener
    que nuestra respuesta es la correcta para las dos partes involucradas
    en el conflicto.
    M ás aún, en segundo lugar y positivamente se sigue del a priori de
    la argumentación que todo lo que debe ser presupuesto en el curso de
    una argumentación – como precondición lógica o praxeológica de la
    argumentación – no puede ser discutido argumentativamente respecto
    de su validez sin caer, así, en una contradicción interna (en términos).
    Ahora, los intercambios lógicos no están hechos de proposiciones
    aisladas, sino que constituyen una actividad humana específica. La
    argumentación entre Crusoe y Viernes requiere que ambos posean,
    y se reconozcan mutuamente como poseedores de, control exclusivo
    sobre sus respectivos cuerpos (sus cerebros, cuerdas vocales, etc.)
    como así también del lugar que ocupan sus cuerpos. Nadie podría
    proponer nada y esperar que la otra parte se convenza de la validez
    de esa proposición o la niegue y proponga algo diferente, a menos
    que se presupongan y asuman como válidos el control de uno y otro
    sobre sus respectivos cuerpos y lugares que ocupan. De hecho, es
    precisamente este reconocimiento mutuo de la propiedad del propio
    cuerpo y del lugar que ocupa, por parte del proponente al igual que
    del oponente, lo que constituye el characteristicum specificum de toda
    disputa proposicional: que mientras uno puede no estar de acuerdo
    respecto de la validez de alguna proposición, uno puede acordar de
    todas formas en el hecho de que uno está en desacuerdo.
    22
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    A demás, este derecho a la propiedad del propio cuerpo y el lugar
    que ocupa debe ser considerado a priori (o indiscutible), justificado
    tanto por el proponente como por el oponente. Dado que quien quisiera
    sostener cualquier proposición como válida vis-à-vis con un oponente
    ya estaría presuponiendo el control exclusivo de él y el de su oponente
    sobre sus respectivos cuerpos y lugares que ocupan, simplemente para
    decir:
    “ C onsidero que tal y tal cosa son ciertas, y te desafío a que me
    demuestres lo contrario.”
    [Suficiente para el reclamo de John Rawls, en su celebrada
    Una Teoría de la Justicia
    (Theory of Justice), respecto de que no podemos más que
    “reconocer como primer principio de justicia el que requiere una
    distribución igualitaria (de todos los recursos),” y de su comentario de
    que “este principio es tan obvio que sería de esperar que se le ocurra a
    inmediatamente cualquiera.” Acabo de demostrar aquí que cualquier
    ética igualitaria tal como esta propuesta por Rawls no sólo no es obvia
    sino que también debe ser vista como absurda, es decir, un sin sentido
    contradictorio. Dado que si Rawls estuviese en lo correcto y todos
    los recursos estuvieran realmente distribuidos en forma igualitaria,
    entonces él literalmente no tendría piernas sobre las cuáles pararse y
    sostenerse para proponer la mismísima sonsera que manifiesta.]
    E s más, sería igualmente imposible involucrarse en una
    argumentación y descansar en la fuerza de los propios argumentos,
    si uno no pudiese poseer (controlar en forma exclusiva) otros medios
    escasos (más allá del propio cuerpo y del lugar que ocupa). Ya que si uno
    no tuviese ese derecho, entonces todos pereceríamos inmediatamente
    y el problema de justificar reglas – como así también cualquier otro
    problema humano – sencillamente no existiría. Ergo, por virtud del
    hecho de vivir, se deben presuponer como válidos también, derechos
    de propiedad sobre otras cosas. Nadie que esté vivo podría argumentar
    lo contrario.
    Y si a una persona no se le permitiera adquirir propiedad
    sobre estos bienes y espacios mediante el acto de la apropiación
    originaria, es decir, estableciendo un vínculo objetivo (comprobable
    intersubjetivamente) entre él y un bien o espacio particular anterior a
    cualquier otro, pero si, en su lugar, la propiedad sobre esos bienes y
    espacio estuviera garantizada para quienes llegan más tarde, entonces
    nadie tendría el permiso jamás para comenzar a utilizar ningún bien
    23
    Hans Hoppe
    Libertad o
    Socialismo
    a menos que se asegure previamente el consentimiento de quienes
    llegan luego. ¿Pero cómo puede alguien que llegará más tarde,
    consentir las acciones de quien llegó antes? Más aún, todo el que
    llega más tarde necesitaría a su vez el consentimiento de otros que
    llegarán aún más tarde, y así sucesivamente. O sea que, ni nosotros,
    ni nuestros antepasados o nuestra descendencia seríamos, ni serían,
    capaces de sobrevivir si hubiese que seguir esta regla. Sin embargo,
    para que cualquier persona – pasada, presente o futura – argumente
    cualquier cosa debe serle obviamente posible sobrevivir, entonces y
    ahora; y para hacerlo simplemente estos derechos de propiedad no
    pueden concebirse como carentes de tiempo e inespecíficos respecto
    del número de personas involucradas.
    M ás bien, los derechos de propiedad necesariamente deben
    concebirse como originados mediante la actuación en puntos definidos
    en tiempo y espacio para individuos definidos. De otra forma, sería
    imposible para cualquiera decir algo en un determinado punto en el
    tiempo y el espacio y para que alguien más sea capaz de responder.
    En otras palabras, entonces, que la regla del primer-usuario-primer-
    dueño de la ética de la propiedad privada pueda ser ignorada o sea
    injustificada, implica una contradicción en términos, ya que al ser uno
    capaz de decirlo se debe presuponer la propia existencia como unidad
    independiente tomadora de decisiones en un punto dado en tiempo y
    espacio.
     
  7. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    basicamente el anarcocapitalista no cree en q exista el Estado y sus monopolios, los liberales si
     
  8. Zir0

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    Muy bueno el primer post de este tema. El "anarco capitalismo" es una contradicción. Pretende liberarse de la explotación pero a la vez fomenta la desregulación del mayor factor de explotación en la historia: el capital.
     
  9. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    responda mi tema ANARCOCAPITALISMO VS ESTATISMO le aseguro q no superara el desafio, y el capitalismo es lo mas efectivo para distribuir los recusos escasos
     
  10. Alakazum

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    A norteindependiente le dio ataque de histeria, no pudo evitar su trastorno obsesivo compulsivo y no encontro nada mejor q un ataque de copy/pasteo a gran escala, llenado una pagina entera de cosas q el no ha leido y q tampoco es capaz de interpretar... pq de lo contrario respondería con sus propias palabras
     
  11. Zir0

    Zir0 Usuario Nuevo nvl. 1
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    Lo leí y no tiene nada que ver con el asunto. Allá hablas del monopolio estatal. Aquí exponemos que la mayor explotación de todas se genera desde el capital.
     
  12. @RealLibertario

    @RealLibertario Usuario Casual nvl. 2
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    leo todo lo q pongo y un millon mas d libros d todo tipo d temas, y leyes sin estado no se puede explicar con pocas palabras

    no es explotacion si voluntariamente aceptas la transaccion, ese solo echo elimina la idea d explotacion, en el capitalismo se colabora voluntariamente