Traviesa

Me gusta mucho la lencería con encaje, las medias, bragas, ligueros, me seducen, me hacen sentir una mujer deseada, este dia en especial quería verme sexy, así que me paré frente al espejo y después de observarme desnuda y sin filtros, elegí un conjunto de lencería negro que combina perfecto con la naturalidad de mi cuerpo. Tengo varios tatuajes en diferentes lugares repartidos, y me fascina el erotismo que tienen, cada uno cuenta una historia, son el arte de mi cuerpo, las marcas de mi historia dibujada en tinta negra, son los espectadores de mis desnudos, ellos guardan los secretos de mi cuerpo cuando suda y grita de placer.

Un bralette con encaje, de tirantes delgados y triangulares, cubría una parte de mis senos, le daba una forma sutil de sensualidad y frescura propia de una sesión fotográfica estilo boudoir. Las bragas eran pequeñas, con diminutos detalles de encaje en la parte de atrás. Unas medias más arriba de las rodillas, con tirantes para sostenerlas de un liguero, y el cabello suelto.

Había tomado un baño de agua caliente, un poco de aceite con olor a almendra. Escuchaba un poco de rock, suave, ligero y entre las palabras de Cerati y las ganas que ardían en mí, me empecé a vestir, una a una las prendas que había seleccionado, tenía la lencería puesta en mí, y sentí como un corrientazo de nostalgia y adrenalina subió por todo mi cuerpo, me tire en la cama, abrí las piernas y suspire, cuando reaccione tenia los dedos dentro de mí, así que estando en mi cama me puse boca abajo, tomé un frasquito de aceite para bebé, atrapé un poco de contenido con mis dedos y lo apliqué sobre mi ano suave, delicado, dilatado, delicioso. Hacía pequeños círculos a su alrededor esparciendo el aceite, imaginaba la sombra oscura que lo rodea y, mordiéndome los labios, frotaba con mis dedos cubiertos de aceite, aquellos indicios de autosatisfacción anal. Usé los dedos de mi mano izquierda para acariciar la parte externa del agujero mientras que introducía el dedo medio de mi mano derecha.

Lentamente introducía la yema de mi dedo, lo movía un poco como si en ella llevara impregnado el origen del placer. Como si el olor tierno de aquel aceite dilatara mis cavidades. Me pasaban corrientazos por toda mi zona pélvica, sentía destellos eléctricos y en uno de ellos cerré las piernas con fuerza, sintiendo así la humedad que brotaba de mi cuerpo.

Mi dedo entraba y salía cada vez un poco más, mi mano izquierda ya se encontraba empapada de aceite, así que la deslizaba por mis nalgas sacaba el dedo y ahí, tendida boca abajo sobre mi cama y las nalgas lubricadas, las tomaba con mis manos, las apretaba fuerte y de vez en cuando las palmeaba imaginando el tono rojizo que pronto adquirirían. Las junté para poner ambos pulgares sobre mi ano; empecé a separar mis manos poco a poco deslizando cada una hacia el exterior de mis caderas.

Tomé el plug, lo pasé por mi vagina húmeda, redibujando la línea entre mis nalgas; lo hice varias veces para lubricarlo bien y, después de poner la punta en la salida trasera de mi cuerpo, empujé suavemente, cerrando los ojos y haciéndome enteramente consciente de que un objeto me penetra el culo, mi vagina palpitaba. Justo en ese momento, mis ojos cerrados y mi respiración adormecida me hicieron más sensible. Notaba el ligero temblor de mis muslos, la humedad que se deslizaba por los labios de mi vagina, mi clítoris palpitante, mis labios y mis dientes apretados. El plug yacía en mi interior. Con mucho morbo hice de nuevo lo que había hecho antes al juntar mis manos, claro, esta vez no podía juntarlas, pero las deslicé desde el interior hasta los extremos de mis caderas, hasta los extremos de mi éxtasis. haciendi que el plug fuera absorbido y, gracias a la base que no permitio que se perdiera en mi, fue exquisito el climax que sentí.

espero les haya gustado el relato
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