Una historia de joven

Hola a todos y todas. Hace tiempo que leo estas historias que me encantan. Siempre pensé en hacer algún aporte y ahora me decidí por una historia de hace algunos años, cuando estaba en la universidad, creo que en segundo año. Mi familia tenía una familia amiga que vivía en el mismo barrio, a unas casas de la nuestra. En esa familia estaba el papá, la mamá, una niña de mi edad y un niño menor.


Para mí la mamá no tenía ninguna gracia, era la mamá de mis amigos y nada más. Era la tía. La conocía desde chico y nunca me había caído demasiado bien. Hasta que supe que la señora, muy de bien, le estaba poniendo los cuernos al marido con un vejete sin mucho brillo. Parece que las cosas no andaban bien en ese matrimonio y en el último tiempo aún peor, porque el marido trabajaba fuera de Santiago y sólo venía los fines de semana.

A partir de ese momento, me fijé en la tía y caché que tenía un cuerpo bien atractivo; era alta, buen poto y unos pechos aceptables. De vez en cuando fantaseaba con ella. Yo siempre iba a su casa porque le enseñaba matemática y física al hijo menor.

Una tarde llego a la hora de costumbre a la clase, y me encuentro con que el hijo estaba en cama con fiebre, y la hija estaba en no sé qué actividad en su colegio. La tía igual me hace pasar y empezamos a conversar quién sabe de qué cosas. Hasta que la doña empieza con el tema de las pololas y la relación con las mujeres. En esos años yo tenía lo mío (espero no haberlo perdido todo). Era alto y relativamente musculoso, porque hacía mucho deporte.

La cosa se puso como caliente, ella preguntándome por mis aventuras sexuales y yo tratando de tapar que no tenía ninguna.

Estábamos en esa cuando me dice que la acompañe a su pieza, obvio yo parto tras ella y aprovecho de mirarle el culo, como ya estaba caliente, se lo encontré muy rico y me calenté más. Parece que ya tenía un bulto notorio, porque me dio una mirada de aquellas.

Ya en la pieza, ella se pone a doblar una ropa limpia y me pide que guarde sus sostenes en un cajón. Yo los tomo y le digo que suave era la tela del sostén. Me dice con toda naturalidad que es de una marca que le gusta porque ella tiene la piel de sus pechos muy suave.- mira, ven- me dice. me toma la mano y me la lleva a su escote, sin destapar nada (andaba con una polera de hilo con cuello v)

Al posar mi mano, me agarró la calentura y la meto entera en su pechuga...¡¡¡Que cosa más rica!!!!

Ella con toda naturalidad y yo que explotaba

Sigo tocando y apretando con suavidad y ella me atrae para que siga tocando. Hasta que acerco mi boca y empiezo a besar lo que estaba a la vista….muy rico. Sigo así y empiezo a sacar sus tetas. Ella me ayuda. Se las chupo con mi alma. Eran muy ricas. Y ella me empieza a tocar el paquete, mientras yo fascinado seguía chupando las tetas.

Ella se saca la polera y se desabrocha el sostén. Yo paralizado, mirando como un pelotudo, con ojos de huevo frito. Ella me sigue tocando y me saca el pantalón. Yo me sentí como un completo inexperto (en verdad lo era) frente a una diosa del sexo, pero la calentura pudo más y me decidí a sacarle su pantalón. Cuando se lo saqué con sus calzones, ella se acuesta en la cama, me lleva encima de ella y abre sus piernas. El instinto hizo el resto, la penetré como pude y empecé a darle mi amor de hombre joven. Recuerdo muy bien lo suave y jugoso que se sentía, rico, rico, rico.
Como era de esperarse, al poco rato vino mi orgasmo y eyaculé dentro de ella. Fue maravilloso. Ella no se inmutó, pero tampoco me hizo sentir mal. Nos paramos y nos vestimos. Ella fue a ver a su hijo que dormía en el 2do piso. Yo le dije que me iba y así lo hice. Entre nervioso y feliz.
Después tuvimos dos encuentros más, que a lo mejor se los cuento, pero este es el que me dejó el mejor recuerdo.
Ojalá les guste.