Destacado Añoranza - Relato

Añoranza - Relato

Me había sacrificado sin beber por un día para poder manejar hoy por nada, llevaba solo una puta carrera en casi las dos horas que llevaba conectado de Uber y la ganancia era una mierda. Había tenido que soportar a ese hombre sufriendo por amor, preguntadosé porque esa mujer ya no le hablaba, porque desde que se besaron ya no le hablaba.

-Simplemente no le gustas hombre.
- ¿Pero entonces porque me beso? ¿Por qué tuvo que darme un beso?

No poder soportar que no te quieran era un fastidio. Recuerdo que se llamaba Francheska, estaba sola en la avenida de colectivos fumando un cigarrillo y yo era el único vehículo en la avenida. Me contó que su marido le hizo algo horrible, me pidió que adivinara.

- ¿Te engaño y tuvo un hijo por fuera?
-No
- ¿Te engaño con un hombre?
-No
- ¿Te engaño con una mujer, tuvieron un hijo y ahora la mujer es hombre?

Se río, pronunció algo, supe que estaba un poco borracha. Su perfil me recordaba Egipto, una bella faraona y las 7 plagas del apocalipsis, realmente me costaba concentrarme en el camino. Me dijo que era una mujer ocupada, creía que era la mujer más ocupada, estaba agradecida de estar muy ocupada, movía sus labios y yo no podía dejar de mirar su cinturón atravesando su pecho. No me dijo como era, yo no confiaba en la gente que decía como eran. Su belleza me intimida, podía estar toda la noche viendo esa boca moverse, muerto en la calle 2 norte. La dejé en una plaza, por alguna razón me sentía estúpido.

Al día siguiente salí temprano, me estacione en la misma plaza, espere. Inventé una hermosa casualidad cuando la encontré robando las rosas de la plaza. De día me pareció más hermosa aún, su boca, no podía dejar de mirar su boca. Fuimos por un vino, lo bebimos en el auto al final de la alameda. De perfil su labio sobresalía sutilmente, la bese, lamia su labio con la punta de la lengua, bese su blanco cuello y baje hasta su pezón, no podía creer que pudiese estar besando aquella mujer. Me detuvo cuando fui de nuevo a su boca, se abrocho la blusa y se quedó en silencio, no era capaz de sostenerme en su mirada. Deseaba besarla de nuevo, pero tenía miedo, del silencio, de sus pensamientos, de sus labios. Salí a mear y cuando volví pidió que nos fuéramos. Me pidió que la dejara en una esquina. Estaba furioso. Amaba a una desconocida. Nunca más la volví a ver. Un nunca más puede arruinar un hombre.

Toc, toc.

Un golpe en la ventanilla de mi auto me saco de ese triste recuerdo. Era un hombre de unos 40 años, llevaba una camisa cara, pantalones caros, todo desentonaba con su cara, el cuello de su camisa estaba más negro que la mierda. Por fin un pasajero.

- ¿Está ocupado?
- Súbase ¿hacia dónde va?
No subió, empezó mandibular hurgueteando en su bolsillo.
-Te la chupo.
- ¡¿Qué dijo?¡
- ¡Te la chupo por $10.000! - Me mostro el billete que saco su bolsillo, sonreía.
- Ándate a la mierda.
-Mira mira. - Saco una botella y la meneaba en su boca. - ¿Qué tal? – movía las cejas – ¡Y te daré $10.000!
-Ándate de aquí o te pateare el culo.
-¡Ho! –Sacó otro billete frenéticamente, se mojaron sus axilas, desesperado, emocionado - ¡Si me rompes el culo, entonces, que sean $20.000!

Aceleré y lo vi por el retrovisor, lo vi ahí parado sudando con el pecho agitado, sonriente, alzando dos billetes en la mano. Una triste ilusión.

Patee una piedra que fue a dar con un trozo de mierda de perro, no salía ningún pasajero, quería beber un vino, me quedaba poca carga en el celular, no se paseaba ningún culo por la calle. Estaba jodido.

Sonó el celular.

-¡O me das la mitad ahora o te quiebro la espalda! ¡no se te pondrá dura nunca más!.- Se escuchaba tremenda calada a un cigarrillo
-Equivocado. - Tosí, reí nervioso, ni idea por qué.
-¡Hijo de puta! No me queras ver la cara de idiota, el sindicato de sicarios esta hasta la mierda contigo, le tiran dardos a una foto tuya, mean esa foto, se limpian el culo con esa foto, al día siguiente imprimen otra. - Inhalo hasta que se le tapo una fosa nasal- ¡Hou! ¡Siiii!
-Señor, yo me llamo Benjamin, Benjamin Masoyer, esta tremendamente equivocado.
Se quedó en silenció, se escuchaban hojas de cuaderno.
-Disculpe por favor joven, que avergonzado…-Se escuchaba leyendo en voz baja - ¿Benjamin Masoyer? ¿El escritor sin talento y borracho asqueroso?
-Oiga, una vez gane un concurso litera…- Me interrumpió un perro llorando, como si hubiese recibido una patada.
-¡¿Dónde está mi dinero?! La cuota venció, ahora me debes el doble ¿Dónde vives ahora? ¡Astuto de mierda! Te romperemos el culo y no podrás volver a cagar…

Le colgué el celular a ese hombre que le gustaba romper cosas. No tenía de donde sacar dinero. Pensé en asaltar a un pasajero, pero no había pasajero, tampoco había chofer asaltante, si me amanezco trabajando lograría pagar al menos la mitad, quizás solo me pateen un poco. La última opción de hombre desesperado era esperar. El Carpe Diem era una mierda.

A eso de las 19 horas empezó a sonar la chicharra, sonaba y sonaba, se abrían las puertas del cielo, me enviaba universitarios, universitarias, señoras con guagua, alguien tan gordo que me dificultaba pasar los cambios, era la gloria. Miraba hacia los lados hasta con los semáforos en verde, revisaba en cada parada los niveles de agua y aceite, un choque, una sola pana me podía dejar fuera de fuego, un borracho me podía joder, un asalto me podía joder.

Había llegado a la mitad de la meta de dinero, lo lograría, nadie me patearía el culo hasta dejarme impedido de cagar, podría cagar tranquilo, era hermoso cagar.

Fui a buscar a un tal Charles, estaba en un bar de mala muerte, conocía muy bien ese bar, veía los partidos ahí … Charles manoseaba a una mujer en el paradero, aquella mujer manoseaba a Charles, eran rápidos, estaban inspirados, era talento puro. Subieron a mi vehículo, no me saludaron, solo me dijeron dónde iban, a otro motel de mala muerte. Charles no soltaba su cigarrillo, ella era una morena estupenda, se le subió el vestido cuando se sentó y Charles puso su mano más arriba de la rodilla, le tiro el humo en la cara, grueso error.

-Señor, le voy a pedidor que por favor que no fume en el auto. - Le dije mirándolo por el retrovisor.
-¡Yo soy tu jefe...- Dio una fuerte calada al cigarrillo- …y fumare todos los cigarrillos en este puto auto! – La morena se sobó la vagina.

Frene de golpe y baje del vehículo, Charles ya estaba afuera, dejé que me golpeara primero y pateé su rodilla, se dobló y perdió el equilibrio, le di un puñetazo certero en la nuca. Charles estaba fuera de juego, besando el pavimento, se tiro un peo. La morena seguía en el auto, masturbándose.

-¿me puedes golpear a mí también? Por favor
-Señorita, nunca golpearía a una mujer. - me arreglaba la camisa mirándome en el retrovisor. Ahora ella se lamía los dedos. - ¿Hacia dónde va?
-Vamos al motel.
-Lo siento nena, necesito trabajar toda esta noche y yo duro horas haciendo el amor. - Se me puso tremendamente dura.

Me empezó a dar besos por el cuello, me resistía bien, se detuvo y empezó a desnudarse. No me lo podía creer, era fantástica, tenía una cadera fantástica, no deje que se sacara el sostén, sus tetas no me cabrían en la mano. La bese, era todo, ya estaba todo dicho. Acelere al motel más próximo, pague por toda la noche y pedí que me trajeran unas botellas de vino. Con el último dinero que me quedaba compre condones.

Hicimos el amor hasta el otro día, hasta la hora de almuerzo. Me senté a cagar, añorando, supliqué que no fuera la cagada de despedida. ¿Por dónde más puede cagar un hombre?